Ante un cadáver, nuevo libro de Roberto Amézquita en Bolivia

Se publica en Bolivia, Ante un cadáver (Llamarada Verde, 2022), el nuevo libro de nuestro editor, el poeta Roberto Amézquita, que inaugura la colección de poetas internacionales Fuego del Cielo de la editorial Llamarada Verde. El libro será lanzado durante el IX Encuentro Internacional de Poesía “Ciudad de los Anillos”, a realizarse del 7 al 11 de junio de 2022 en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. A continuación, algunos poemas a modo de adelanto editorial, así como el texto de la cuarta de forros escrito por el poeta Gabriel Chávez Casazola.

 

 

 

 

Todo lo que no quiero pensar / porque me quemaría la conciencia / es lo que ahora escribo, declara Roberto Amézquita y, revestido de palabras calcinantes, como lenguas de fuego, oficia una Misa de Réquiem ante un cadáver que es altar vacío, oquedad y silencio.

Es el cadáver de su padre, sí, pero podría ser el de Adán, nuestro mítico padre común, o el de cada uno de los lectores cuando nuestro nombre ya no nos nombre y lo que quede sea, a manera de túmulo, un montón de piedras sin vida y sin respuesta.

Por eso, no es súplica lo que mana de este libro, sino imprecación escéptica, ‘contra Kyrie‘, en poemas despojados de esperanza como el cuerpo despojado de alma y rostro, lo sagrado vaciado de Dios y la muerte de sus máscaras.

Eppur si muove, hay un resquicio de luz en la misteriosa certeza de Amézquita de que basta abrir la ventana para hablar con los muertos; una ventana por la que asoma –y nos asoma– este poeta mexicano que, siendo joven y una revelación de la actual poesía latinoamericana, tiene a la vez una voz sabia y madura en lecturas, formas y sentidos.

Gabriel Chávez Casazola

 

 

 

UN MONTÓN DE PIEDRAS

Ahí está un montón de piedras lo que fue
mi padre el riñón todavía caliente una red de venas
la simple carne fustigada uñas y ojos
una cauda nocturna de huesos fétidos el puro yacer
de estas bolsas y costales de este trapo fibroso
sin el aire de las hierbas.

Ahí está la piel terca el hormigón del cráneo
al que le han arrancado el alma por la cara
y ya del lúpulo secreto vacías las palabras

un montón de piedras.

 

 

 

ESCRITO CON EL ÁCIDO DEL CUERPO

Y ahora ya es tu cuerpo sólo este montón de piedras
con las que cargo el sueño vacuo de tu permanencia
ya todo es sólo esta arcilla de calcio dispersada
esta urna vacante donde dijeron que estaría tu esqueleto
pero yo lo vi librarse del mundo por la chimenea del crematorio
así como claramente vi cuando
te arrancaron el alma por la cara
y ya no era el riñón en tus tejidos
ni resto alguno en el fiambre sobre las velas
de lo que alguna vez dijo tus voces.

Tu cadáver —ahora sólo yo puedo avisarte—,
era hueso abrupto y carnaza hueca, todo lo contrario
al demonio que te giraba los ojos.

La noche en que te moriste supe cómo
es que la muerte en verdad nos es quebranto y que el fuego
palidece junto a tu lumbre aun dislocada.

Te informo con otras noticias de lejos:
te moriste en un sillón te reclinaste
y cuando los pies dejaron de tocar el piso
ya lo sabes
ya lo sabemos —sentimos
saberlo, pero nada
sabemos—
con las palmas abiertas a un sol enceguecido
como si el cadáver reuniera
una plegaria en su polvo
y los ojos como páginas
voladas por la niebla, desorbitados
pasando imágenes que habrás soñado al final
un pájaro por ejemplo que voló desde tu cráneo al foco
y de regreso una lágrima de carbón encendido
y la copa de sombra se inclinó en tus labios
y descendió la muerte a tu corazón
así nos vamos, yo estuve lejos escribiendo
ella vino primero, la muerte
pasó primero a mis papeles
y me ofreció el hilo de su voz para que yo te lo contara
pero estuve abatido siempre hasta ayer y mañana,
aquí te dejo este libro
de poemas.

No fue una larga, dolorosa noche, nada quedó
del ácido bajo tu lengua, las visiones
de los últimos días menguaron, y un grillo
te acompaño hasta la entrada del Alba.
Te moriste a las cuatro en punto en la oscura mañana.

Adonde quiera que hayas ido, adonde vamos
te lo digo, aquí,
se me quedó sin peso
este montón de piedras.

 

 

 

LACRIMOSA

Lacrimosa dies illa,
Qua resurget ex favilla.

Lamentable es el día y antes del día lamentable
La virtud atascada en no poder pudrimiento la virtud
El alma desprovista sino de alcanfor y piedra ya el alma
Menos que nada la aurora de otros sentidos la hirviente nada
Al pie de la escalera el altar de los sin sangre el ruido vacuo
De los hilos que tejen el músculo al hospital que no alcanzamos
El Día de la Ira y el relumbrar de trompetas en el aire
Todo lo llena esta música estridente del vacío esta impiedad
Lamentable se llena de ruidos en punta ácida y oblicua en canto
Horizontal y vertical de los insectos muertos y zumbando
Lamentable la noche y después de la noche lamentable
Todo lo opuesto y cada ofrecimiento lamentable dragado
Mutilación envilecimiento mil veces lamento y otras mil
Ninguna piedad si hiciera falta cadáver el sol entre los días
Cadáver el suplicio de pasar del tiempo al tiempo atónito sin voz
Con estas voces ciega recordación cercenada ágil
Pestífera sustancia es existir la morgue lamentable

 

 

 

 

VIVERO

Es la morgue el lugar para reconocerte
para no saber nada más de ti,
para mirar por primera vez lo último que encarna
el iris en los ojos, el aliento
entre el humo del humo que es la celda del cuerpo liberada.
Es la morgue su lugar, sus cajones
desorbitados con la carne-cartón y la hilacha
de las venas y el pelo, el árido enjuto animal,
la plancha del frío sin sensaciones, el hervor
abierto siempre de preguntas,
el vidrio incontestable, los ojos, sin reflejo ni aliento ni aún siquiera opacidad.

El mundo no es este aroma-formol ni es aún el puro perfume
del habitual descarnado,
el manto de polvo disperso de sentido, el ahogo
es la morgue
es la morgue el ahogo del ahogo del ahogo y no lo es,
desconocimiento, piedras,
no es la muerte,
es la vida.

 

 

 

 

PERMANECE el animal la bruma quieta en su mirada
se le nubla la senda de regreso busca
en el brillo del agua una señal un signo la fortuna.
Pero la flecha ha acertado en su corazón
mucho tiempo antes de que naciera.
Así el cazador dispara sin saber que el arco
fue curvado en el interior del roble
del que él mismo será ahorcado.
Ese tilo era solamente una semilla y la plantaste
¿por qué
padre
me trajiste si es para morirnos
si he de atravesar el corazón de los animales si vine
para sentir el peso de tu cuerpo al pendular
si estoy aquí para oír los peligrosos frutos
al caer en tierra?

 

 

 

 

ESCRIBO estas sílabas desesperadas
ya no con el fuego con la ceniza
de mis huesos y un viento que va
de la ira a la conciencia.

Mi quebranto sólo reúne el negro con el gris
por la noche con el polvo
que no alcanza para el trino y mi lengua
un cadáver que yace bajo el alba.

Otra vez el silencio es la laringe
y el fruto del naranjo
la opacidad ardiente.
Sólo me queda el negro
este buitre que es cuerpo de mi cuerpo
y no vuela y se arrastra sin sangre
y su sola escoba de carbón da cuenta
del tronco diseminado por los días
del roble entre los robles
pura luz en ceniza. Para ti dispongo
su vuelo voz
de la muerte para ti
este alfabeto
del polvo.

 

 

 

NIHIL EST

NO HAY culpa, ninguna culpa
se pudre ahí con el cuerpo, el pecado.
No hay perdón, se descompone allí
junto al encéfalo y su seca nervadura,
no hay alma, hubo alguna vez,
atado el cordón al epitelio, no hay
rostro en el rostro alma en el alma, ha sido
humo la vida el cuerpo humo
encarroñado vapor, forraje ajado, sal,
hierba arrancada, turba en que hay nadie
árido, turbio, enjuto animal
que es lo que queda, si quedara.

 

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