Poesía chilena: Bastián Desidel Escurra

Leemos nueva poesía chilena en una serie que prepara la poeta Citlali Romero. Leemos aquí algunos textos de Bastián Desidel Escurra (Quilpué, 1998) egresó de Psicología en la Universidad Santo Tomás de Viña del Mar. Ha publicado poemas y ensayos en revistas como 49 escalones, Wd-40, Letras.mysite y Viajeinconcluso. Actualmente ejerce como psicólogo educacional en un colegio rural.

 

 

 

 

 

 

A Pedro Lastra

 

Si de mí tratase, me quedaría con ustedes,
pero difícil fue contener
                                            la ola del tiempo,
el deseo de las ramas heridas,
el rostro que —intuyo—
                                               jamás fue mío.

 

 

 

 

 

                                                                                                                                 A mi padre

 

Alrededor de la fogata, con los ojos cansados, el cazador deshace guano entre sus dedos. Del viejo boldo cuelgan por igual las estacas de madera, los martillos herrumbrosos.

El suave zumbido de la humedad se cuela por las narices del joven que dormita entre las hojas.

Un chillido resuena en las raíces. La llama persiste en el crepitar. Sobre el heno dibuja círculos un conejo gris.

 

 

 

 

 

Los fuegos abandonados
(Fragmentos)

 

                                                                                                Tendono a la chiarità le cose oscure
-Eugenio Montale

Dunkel ist ein toter Hund.
Sin embargo

respira.

                                   19 de Noviembre.

 

 

 

De teatinas y manzanillas es tu recuerdo.
Ya no preguntas por qué.

 

 

 

Heraclea
            En el centro    una palabra.

 

 

 

Temerosa tu boca
al pronunciar: Yo.

 

 

 

 

 

A V.V

 

Como un niño asustado
entra mi sueño
            en tu sueño.

Hebra de luz pálida
que remueve el fondo
del cenote;

el sonido de la ola
            en la roca
recogiéndose por las venas.

 

 

 

 

A pesar de nuestro oído atento

 

El árbol nada dice
a pesar de nuestro oído atento

Marcelo Pellegrini

 

Enraizado a la llama,
meditas bajo el Árbol
tu nombre. 

Tarde has de aprender 
que la palabra irrumpe
el nimbo de la infancia.

Volver a la primera palabra
es ejercicio vano. El Árbol           
ya nada dice.

 

 

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