Leemos lo nuevo el poeta griego Dimitris Angelís (Atenas, 1973). Angelís publicó en México, en 2017, bajo el sello de Valparaíso México y Círculo de Poesía, el volumen Si fuera tu noche (2016). Fue reconocido por la Academia de Atenas con el premio Porfyras y fue finalista del Premio Nacional de Poesía. Actualmente dirige la revista Frear. Estos poemas hacen parte del libro Siempre llueve en la cabeza del perro, que aparecerá en la editorial sevillana Padilla Libros este otoño. La traducción es de José Antonio Moreno Jurado.
Tres poemas sobre Tarkovski
Solaris
Me detengo mojado en medio de una tormenta. Un niño y una niña corren a protegerse bajo el puente del circuito de coches. Intento beber de mi taza que tiene más agua de lluvia que té. Otra vez el caballo entró asustado en la habitación. Otra vez ladra el perro como si viese extraños. Durante treinta segundos flotamos de pronto en la lluvia con nuestros libros, la jaula con los papagayos, el ramo de flores seco. La música de Bach en tus cabellos. Después caemos suavemente en la hierba.
Hoy me desperté y pensaba que yo era tu casa. Puesto que ya no espero nada.
Llueve sobre la cabeza del perro
La luz de la habitación me recuerda la niebla de Moscú. La sombra en la pared bajo el clavo oxidado muestra una imagen que falta. En la escalera han colgado un paraguas en descomposición. Llueve siempre sobre la cabeza del perro.
Sostengo en la mano la llave de mi antigua casa que no abre ninguna puerta. En la calle converso con Santa Catalina. Tú te quemas sobre el caballo de bronce cada tarde y yo tengo nostalgia de ti como una patria olvidada. Tú no tienes la culpa. Tiene la culpa esta música monótona que nos entristece; las flores ajadas en el jarrón. Y el teléfono que nunca suena.
Sacrificio
Incluso si llegaras tarde vistiendo la cabeza de la liebre y sosteniendo dos tazas de té en las manos o tu conocida trompeta de bronce. Incluso si chapoteásemos con las botas amarillas en las aguas de la marea, mientras galopan al lado en manadas centauros y ciervos. Incluso si durmiésemos esta noche en el suelo chafando nuestras alas, incluso si no mantenemos prisioneros hasta la mañana en que la rama agostada en nuestro jardín florezca otra vez. Incluso si vinieras.
Incluso si vinieras ahora bajo la sombra del faro y me dijeses de nuevo no, incluso si entonces yo hasta el final del mundo por ti
me quemase.
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