Poesía escrita por mujeres: Laura Cárdenas

Leemos poemas del libro Perseguido olor a casa (1982) de Laura Cárdenas. Son numerosos los blogs y revistas en línea que recuperan su poema “Reflexiones”, antologado por Kate Flores y Ángel Flores en Poesía feminista del mundo hispánico: (desde la edad media hasta la actualidad). Prácticamente todas las publicaciones apuntan la misma biografía: Laura Cárdenas es una poeta mexicana nacida en 1942, autora de Puerta entreabierta, Perseguido olor a casa y El cáliz del alumbramiento; es licenciada en Historia del arte. Poco más se sabe de la autora, sin embargo, el hallazgo de su poesía ha sido uno luminoso: en ella hay una sensibilidad que enuncia de y desde el ser mujer, desde un cuerpo que a partir de la más temprana niñez comprende su diferencia en el mundo y aprende a aprehenderla. La poesía de Laura Cárdenas es relevante y conmovedor no solo por la claridad con la que comunica procesos dolorosos y comunes, sino por la lucidez con la que articula el espacio, el sonido, la reiteración necesaria de sentidos, haciendo tangible, una vez más, una materialidad con la que la voz poética puede apropiarse de un tono, una firma particular para decir “yo soy”. La selección de poemas es realizada por Andrea Rivas y Azul Segura Ramírez.

 

Perseguido olor a casa es inaugurado con una nota de la poeta:

“Éste es un libro doloroso; representó un intento de coherencia y tiene mucho de autobiográfico. Lo hice porque supe desde un principio que tenía que hacerlo, que debía ser valiente; que esto, de algún modo, le serviría a alguien”.

L.C.

 

 

Niñez

 

1

Odio a mi padre, odio a mi madre, no.
Soy buena, no odio a nadie.
Mi sangre, se derrama mi sangre.

 

 

2

Mi papá tiene alma de pájaro con voz de aleteos.
Se quedó ciego.

 

 

3

Mi madre se encontraba en su recámara, vestía
una larga bata. Me acerqué a ella en la noche
sintiendo un gran peso en el estómago.
Mi padre es malo, me acarició entonces. Todos
los hombres son malos, entonces me besó.
Otra noche le dije: “Mamá acompáñame”. Un
líquido cayó sobre mi cara.
Ahora estoy marcada.

 

 

4

Mi papá es lo cálido y lo amargo, pero sobre todo es
un hombre. Es malo.

 

 

Adolescencia

 

 

1

Mi maestro, me mira diferente. El libro que leí. Los hombres,
las mujeres provocan, los hombres. Mi miedo, mi maestro, mis
piernas, mi busto. Me enconcho. Adiós busto, mi busto está
allí, mis piernas, mi busto. No existo.

 

 

Mariano

 

 

5

El olor de casa
a sillones de madera blanca
y sábanas perfumadas y limpias
perseguido olor a casa
Mi casa
de olor a animal herido
a sangre
lameduras de sangre
y zarpazos
¿Has olido las lágrimas?
Son iguales que la sangre
pero incoloras
Huelen igual
Mi nueva casa se encuentra incompleta
pero ahora el mar rojo
se convierte en sábanas limpias
Mi amor tiene sábanas limpias
están dobladas en un estante
luego puestas sobre mí y sobre él
El sol entra por la ventana
¿Sabes?
tocar duele como dar zarpazos
tú tocas
él se deja tocar
y luego
otra vez, el olor a lágrimas
Pero tocar no es suficiente
hay que dejarse
penetrar y penetrar
pensando sólo en sábanas perfumadas.
Así se exorciza el pesado mar incoloro
y las lágrimas.

 

 

Yo soy yo

 

 

4

Siempre intentando dar forma, integrar lo de adentro
en afuera. Intento, intento, intento. Buscar la forma,
lo concreto, lo que se siente y no se ve, lo que se siente.
Buscando el círculo, el cuadrado, el triángulo que diga:
dolor, alegría, lucha, sobrevivencia. Palabras, signos
en los que algunas veces uno transmite, uno dice, uno
comunica el grito. Estoy aquí, estoy aquí. Mi grito,
mi eterno grito. Necesidad de entender mi propia identidad
en voces, en letras. La sintaxis de mi propia alma, no
la de nadie. Mi propia alma.
Resignarte, gozar tu diferencia. Gozar el dolor de parir
diariamente. Parir diariamente. Destino fatídico. Parir
diariamente. Dar a luz. Dar a luz. Dolores de parto.
Dolores de parto. Maldita sea. Mi destino, mi destino…

 

 

Adiós

 

 

1

Te tocas. La adolescente que hay en ti te toca. Piel
tersa, tacto que no es igual a otro. Te oyes, lentamente,
profundamente, te oyes, rascando las piedras. Tus uñas
vigorosas. Tu lengua fuerte. Tus dientes.
Te tiendes en el pasto y sientes el sol penetrando en cada
uno de tus poros.
¿Y qué de los sueños? los grandiosos. Del dolor, el grandioso.
Se fueron. Te basta el límite abismal de tu cuerpo, de tu
propio cuerpo. Acaricias tu vientre redondo, hueco, redondo,
hueco, tus piernas. Te ves en un espejo. Tu cara. ¡Por fin!

 

 

2

El parto de ti misma se retarda. Lo retardas. Tú, tu
miedo lo retardan. Mira, respira afuera, llénate de afuera.
Equilibra tu yo. Equilíbralo. Rómpete. Rómpete. Sal, permite
que entre. Sal permite que entre… Sal.

 

 

 

7

La rotura debe convertirse
en cicatriz, no en gangrena.

 

 

9

Sientes
tus brazos, tus piernas, tu boca
tienen un por qué, porque sin
soluciones
Ser.

 

 

12

Todo comienza y termina con lo mismo.
Un atardecer en medio de la noche y del día.
Las alas de la mariposa se han vuelto duras,
como un capullo que vuela.

 

 

13

De veras, la tierra es negra.

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