Poesía española: Rafael Martín Calvo

Leemos poesía española. Leemos algunos textos de Rafael Martín Calvo (Lucena, Córdoba, España, 1978). Es licenciado en Traducción e Interpretación por la Universidad de Granada (España) y Doctor en Lingüística Contrastiva por la Universidad de Ventspils (Letonia). Reside desde 2010 en Letonia, donde compagina el trabajo de profesor en la Universidad de Ventspils con actividades de creación y traducción literaria. Aparte de publicaciones de tipo académico, ha publicado dos poemarios: de repente, mineral (2003) y Rudimentos para un espacio interior (2021). Colabora con el centro Latvian Literature en la difusión de poesía y narrativa letona. Ha publicado la traducción de la novela de Nora Ikstena Leche Materna (Vaso Roto, 2021), así como traducciones de varios poetas letones en medios digitales.

 

 

 

 

 

Habla lo que tiene
horas para hablar y en sus aledaños
se asienta la nieve.

Breves chasquidos, vocales
arrastradas, un discurso a ras de suelo,
murmullo entre horas
que va inacabado.

Pero ello tiene constancia
de ser y su movimiento y el contacto
que busca contacto.

En superficie, lo dado.

Pero en la médula tibia,
la luz del balbuceo.

 

 

 

 

Todo el cuerpo
es oro.

Lo han ido poco a poco
vaciando primero pájaros,
después insectos, después la mano
del ser sin manos.

Se ha hecho espacio
menos hueco pero más
lugar de emoción.

Si este es el lugar
que me pertenece, en él
seré suficiente.

Ser espera es necesario,
también lentamente desaparición.

 

 

 

 

Aparte (en Kiefer) 

 

I

Mann in Wald, 1971
(Hombre en el bosque)

Comí ortigas
en lo más estrecho del cuerpo
comí ortigas

y fue estupor
el sabor áspe
del recuerdo.

 

 

 

II

Nacht, 1996
(Noche)

 

Áspero lo verdadero
que desorienta.

Los hombres plantan girasoles,
comen girasoles,
plantan más girasoles
y al campo más oscuro
lo llaman constelación.

En nuestro sueño
diurno revolotean gorriones
de plomo.

¿Quién nos hace
así respuesta?

 

 

 

 

III

La vie secrète des plantes, 2001
(La vida secreta de las plantas)

 

De hilo es el límite.

Los sumandos
son dorados, los sumandos
crujen con el resplandor
de la avena silvestre.

Tiene el fango
todo el terreno a sus pies:
una expulsión
son estas tierras anegadas,
estratos no bajo
sino contra el suelo.

Tejido duro el del mundo.

Al insecto le fueron indiferentes
las transformaciones del plomo.

 

 

 

 

IV

Jerusalem, 1986
(Jerusalén)

 

Beberás del líquido
que precede al oro.

Beberás
el duro metal fundido
en la entraña.

 

 

 

V

Bruch der Gefäße, 1990
(La rotura de los receptáculos)

 

Gravedad como reflejo.

Conmovedor ese trajín
de luces: un principio asoma.

El espacio así dividido
no toma forma, entran en juego
vaciados y formas
en negativo.

 

 

 

 

Versión (de un poema de J.M. Ullán)

 

Menos borroso
que una igualdad –
ventana.

Y más anónimo
que el propio cuerpo –
espejo.

 

 

 

Se recupera

lo leve
permanece y lo no vivo

Olvido García Valdés

 

 

I.

Lo que fui es
un pájaro lo que soy
es hueco de su nido un ramaje
desbaratado otra insuficiencia
en la médula del otoño.

Aquí extravío
mi único paso así desaparezco
en la amalgama del día.

 

 

 

II.

Recuérdame el habla.

Voy a salir
al frío y desentenderme
de lo diario.

Voy a disolver
este hueso en un duelo
perfecto.

Afuera, la levedad,
piedras irreconocibles.
Afuera, el abandono.

Un delicado amargor
me habla y me insemina:
alivio son estas plumas
mojándome la cara, alivio
estas puntas tiernas brotando
a través de la mejilla.

 

 

 

 

III.

Cuando entra lo más sol
y te reclama presente
abre tus manos de humo
respira y revierte en ti.

Lo inmediato es
recuperar el pulso
lo escaso no roto.

 

 

 

IV

Sólo un atisbo
y ya se sabe que este año
es mortal, será mortal
en cada uno
de nosotros animales.

Hasta ahí, nos conocemos.

Este tiempo recrea
otros tiempos más endurecidos
más obtusos se repiten.

Tan rígido ocurre
el mediodía con sus nudos
desiguales y cánticos.

 

 

 

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