Poesía de Puerto Rico: Marta Jazmín García

Como parte del dossier de poesía de Puerto Rico presentamos poemas de Marta Jazmín García  (1983).  Es poeta, artista y académica.  Ha publicado los poemarios Luz fugitiva (2014), Ediciones Callejón, San Juan, El único refugio son los párpados (2020), El Taller Blanco Ediciones, Colombia y El sitio del relámpago (2021), Ediciones Alayubia, San Juan. Ofrece cursos de literatura a nivel universitario y es estudiante doctoral en la Facultad de Filología, de la Universidad Complutense de Madrid. Figura entre los escritores galardonados con la beca Letras boricuas, que otorga The Andrew W. Mellon Foundation junto con la Fundación Flamboyán, segunda cohorte 2022.

 

 

 

 

En suspenso

 

Hay una cierta gradación
en los lamentos.

Como un cuerpo
que es más pesado o
una ausencia más hueca.

Se habla incluso
de fechas específicas:
nacimiento
espesor
caducidad
muerte prematura.

La memoria es cercanía en suspenso
que sonríe sus tristes anaqueles.

No sabemos el peso del dolor
hasta que un día
no pesa.

 

 

 

 

 

 

Itinerarios del reflejo

 

 

I

Quería volar

y otro pájaro que me encontrara

o algún vértigo que me doliera

en la mitad del miedo.

 

Quería desvanecer

la geometría del precipicio

colagenado de intentos.

Verter el no ser

de las voluntades abiertas.

Decanta mi existencia en el mar,

hasta fruncirlo en archipiélagos

de luces y sombras.

 

 

 

II

De algún modo mi cuerpo

es también tu ausencia.

Esa indulgencia de silencios y sombras

donde se congregan dislocados

mis fantasmas.

Esa obscena estación de barcos

detenidos

donde todavía se venden

pequeñas sincronías

con los espacios y las cosas

que nunca suceden.

 

 

 

III

Desandar el camino

a toda prisa.

Dejar atrás el tiempo

Ritualizar su genocidio

entre agujas.

Respirar la nada

con ansias.

Engullirla.

Palpitar pulmones

de palabras proscritas

y viento triturado.

Ennoblecer el miedo

y su cofradía de lobos

recortando de sombras

el camino.

Acurrucar el dolor

de las rodillas.

Dormirse al movimiento

dislocado de

caderas.

Avanzar hacia la vejez

y abandonar frente al umbral

de cualquier ausencia

el mejor recuerdo

nunca concebido.

Traducir el sudor

y el cansancio

al idioma que jadean las luces

ahorcadas en los postes.

Mirar hacia atrás

como un presente

pronosticado.

Sospechar la vida.

Inmortalizar la atmósfera

de ningún momento.

Practicar simulacros de carne.

Salir siempre a correr.

Escapar

como nunca.

 

 

 

 

Claros del bosque

 

Él traduce mi derrumbe humano

a ramas,

y yo le devuelvo su lenguaje

cuando abrazo la madera.

 

Esa es la historia del fuego.

 

 

 

 

Muertes migratorias

 

Todo cuanto existe

reclama por fin su salida:

el valle del Riff,

los aeropuertos.

 

Han sido tantos

los exilios;

tan débiles paisajes

 

que abrevan de la luz

que los persigue.

 

 

 

 

Salmo vertical

 

Ha llovido mucho desde entonces

y todavía no comprendo

de dónde viene ese sonido

de cristales y ausencias que

parece apagar

el resto de las cosas.

 

¿Es la sed de la tierra

quien llama?

 

¿Es un cielo desplomado lo

que quema?

 

 

 

 

La intemperie

 

La intemperie

no es de viento ni aguacero.

 

No es un extraño que saluda

al mar o niños

en fila por ver pasar el tiempo.

 

La intemperie nos mira

con cerrojos.

 

 

 

Las cosas que no sucederán

 

Las cosas que no sucederán

también ocupan

su lugar en el mundo.

 

nacer o no ser

 

La ruta de la inmortalidad

siempre es dúctil

 

y a veces construye

dos templos iguales.

 

De todo cuanto existe hay

una faz y un reverso.

 

Urdimbre silenciosa

de los deseos perdidos.

 

Es cierto que existimos

rondando eternidades.

 

 

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