Poesía letona: Jānis Vadons

Leemos, en versión de Rafael Martín Calvo, algunos poemas de Jānis Vadons (1979). Es poeta, lingüista y editor, es uno de los más sólidos valores en la actualidad poética letona. Ha publicado hasta la fecha tres volúmenes de poesía: Virve (La soga, 2011), Pagaidām iesāpas elpa (Duele por ahora el aliento, 2014) y Klusuma forma (La forma del silencio), merecedor éste último del Premio Nacional de Poesía en 2020.

 

 

 

 

hombre con caballete (IV)

 

me encontrarás en un rincón del patio
entre una generación de niños oscuros,
a quienes les faltó la luz.
permanecimos despiertos
y respiramos, respiramos, respiramos
como si los días pudieran alargarse
a través de las noches. contemplamos
lágrimas proyectadas sobre las paredes
y escuchamos en silencio a nuestra madre
en la habitación contigua, revolviéndose intranquila
cuando por fin abandonábamos su más hermoso sueño.


llegarás hasta mí
en un paisaje invernal inacabado.
no temas. la gente silenciosa
será nuestra amiga, desaparecerán
los témpanos bajo el barro del deshielo
y el silencio de los meandros del río
sanará las heridas más profundas.


me detendré de vez en cuando
para verte en el viento del amanecer.
en ese instante moriremos un poco
y diminutos soles de insectos
se alejarán zumbando
para arder sobre una lengua en llamas.

 

 

 

 

ensayo general (VI)

 

lo simplificaremos todo
sin plan de escena diferente
ni texto que el eco convierta en otras palabras
revelando la verdadera historia paralela


contemplad en la hierba profunda
a esos pájaros transparentes
que de mañana vuelven a abrir sus ojos
y escapan al oscuro corazón del vacío


recordad cada paso en las ramas
y el llano remoto donde llegasteis
rituales de remembranza por los perdidos
y el hechizo del regreso al hogar
sílabas estiradas como gemidos del viento


retiremos todo del primer plano
también la esquina de la casa cubierta de barcas
tras la cual se entrevé el apagado poder de los hombres
y una mujer grande como una silla
también veletas y, no nos engañemos,
el silencio que impide considerar como se debiera
las burbujas en la corriente sanguínea


dejemos sólo
la voz al final del pasillo

 

 

 

hombre con caballete XI

 

descubro hendiduras que ideas y esperanzas dejaron sobre el ceño fruncido de la tierra. renuncio a la voz y con patas rojas de cigüeña camino por bosques talados donde sólo el sabor a sangre en mi pico atestigua que hay vida.

me detengo en el paisaje vacío, describiendo ruidosas civilizaciones que surgieron y prosperaron junto a las orillas de ríos fértiles. pero las celebraciones han sido desterradas de las crónicas y manos torpes han garabateado en ellas los lamentos de un puñado de nobles, los nombres ilegibles de especies extintas y los nómadas que, a su regreso, guardan silencio sobre las guerras y el dolor de las víctimas, y sólo mencionan esa luz donde todo se vuelve sagrado.

ni jóvenes ni viejos echan la vista atrás. es cada vez más sereno el canto de la corriente que arrastra a los cadáveres. alba inmerecida, innecesaria. el viento mece los lechos de herbaje a mi paso por el prado. me recuesto sobre el pasto, descanso. alguien me pinta, intentando detener el tiempo. tampoco él, adivinando tonos y transiciones, verá el rostro.

 

 

 

 

sentémonos aquí en la arena
las nubes apagarán los teléfonos
rodarán por el terraplén ofrendas para la merienda
y recordaré que ya aquella vez
me fijé en ti


yendo en mitad de la noche hacia Venta
con el pelo lleno de briznas pajizas
y hasta la risa era silencio
mientras los árboles vencidos
cerraban el río como párpados


despertamos a los otros
exhaustos de cerveza
emergimos recuperados del agua tibia
y en la orilla sentimos por primera vez
arder nuestras manos entre las ortigas
y los cuerpos de mujer


recuerdo que fuiste hasta la avellaneda
a lo lejos cantaba el negro picamaderos
y yo partí en bicicleta
a poner agua en las flores del cementerio
cuando miré desde la colina hacia el valle
no buscaba a nadie
algunas sombras de nube
algunas manchas brillantes e invisibles
sobre el resplandor de los prados asolanados
algunas palabras apagadas


silencio los avellanos a tu alrededor
y pronto podremos hablar

 

 

 

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