Nuevos clásicos: Concha García

Leemos poesía española. Leemos algunos textos de Concha García (La Rambla, Córdoba, 1956) y los acompañamos con una breve entrevista. Concha García ha vivido en Barcelona la mayor parte de su vida. En la actualidad reside en Córdoba.  Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona. Es autora de varios poemarios: Ya nada es rito y otros poemas. Obra reunida 1990-2003 (Dilema, 2018); Ayer y calles ( Visor, 1995), Cuántas llaves(Icaria, 1998), Árboles que ya florecerán (Igitur, 2001), Lo de ella (Icaria, 2003) Acontecimiento (Tusquets, 2008); El día anterior al momento de quererle (Calambur, 2013) y Las proximidades (Calambur, 2016), Cuota de mal (Rayo Azul, Huerga y Fierro, 2022). Autora de ensayos sobre poesía: Asomos de Luz (Amargord, 2013) y Miradas en los entresijos (Libros de la Resistencia, 2020); y de diarios: La Lejanía. Cuaderno de Montevideo (Carena, 2013), Los antiguos domicilios (La Isla de Siltolá, 2016), Desvío a Buenos Aires. Diario de una poeta en la Patagonia argentina (Chamán ediciones, 2019) y Ciudades escritas (2019). Como crítica literaria es autora de dos antologías de poesía de la Patagonia Argentina. Su obra cuenta con importantes distinciones como el Premio Aula Negra de la Universidad de León, Premio Barcarola de Poesía, Premio Jaime Gil de Biedma, Premio Dama de Baza y Premio de Igualdad de la Diputación de Córdoba por la trayectoria de su obra dando visibilidad a  mujeres escritoras.   Asimismo ha desarrollado una importante labor como gestora cultural coordinando encuentros de mujeres poetas en Barcelona. Dirige la colección: La hora de la estrella en la Editorial Cántico.

 

 

 

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Alí Calderón

¿Qué le interesa hacer en un poema? O dicho de otro modo, ¿cómo despliega su poética en el texto?

Concha García

Me interesa que el poema deje una sensación, experiencia, o relato de algo que no sea comunicable con otro lenguaje que no sea el poético. Ese lector o lectora debería desea leer un poema que no le diga obviedades, es decir,  participar de la experiencia poética. Asunto nada fácil porque la poesía no es un sonido,  ni un ritmo,  ni una serie de palabras que nos cuentan una historia, ni siquiera un género literario. Para que un poema capture algo de lo real ha de existir, necesariamente, una experiencia detrás del mismo. Quien lo lea, a su vez, lo recibirá como parte de una vivencia que le atañe. El lenguaje es multiforme y cambiante, como nuestra mente.

 

Alí Calderón

¿Qué cree que ha dejado de ser importante o qué ha pasado de moda en la escritura de un poema?

Concha García

Creo que las redes sociales están desplazando la lentitud que se necesita para escribir o leer un poema, bajo mi punto de vista generan angustia.  Hay que pensar, un pensamiento de largo alcance, no solo práctico, ególatra o melancólico. La lectura ayuda mucho. Se está perdiendo el hábito de leer poesía compleja, supongo que muchas editoriales se han dado cuenta de que quien tenga miles de seguidores en las redes también puede vender miles de libros de poesía, pero eso no es poesía, es otra cosa. Como decía Freud, el dominio del poeta no es otro que el de describir la vida anímica de los humanos. En estos momentos la poesía española de moda está experimentando un parón anímico. O dice obviedades con las que cualquiera puede estar de acuerdo o no; o bien tiende a exagerar la pérdida de un referente y se balbucea —hay excelentes excepciones, pero ya no forman tendencia—. Creo que lo que está pasado de moda es el lenguaje que se utiliza cuando se mira solo la tradición clásica. La lengua cambia y con ello, el texto poético.

 

Alí Calderón

¿Ha leído recientemente poemas que le parezcan significativos o particularmente buenos? ¿Cuáles son? ¿Qué le interesa de la poesía contemporánea?

Concha García

Los poemas que me gustan van cambiando a medida que pasa el tiempo. El poso que te deja la lectura es muy importante.  Siempre he acudido a la poesía despertada por el deseo y la curiosidad.  En estos momentos estoy con Denise Levertov, Antonella Anedda, Anne Carson, Hilde Domin, Rafael Cadenas, Góngora … y también leo a mis contemporáneos. Me interesa lo que se escribe ahora, aunque hay que escarbar mucho. Acabo de editar en mi colección “La hora de la estrella” a la poeta argentina Bárbara Belloc y la uruguaya Selva Casal. Busco lo que no es demasiado conocido, soy una buscadora de tesoros poéticos.

 

 

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En la ducha

 

Hoy he hecho un adelanto.
No confundí la espesura
con cierta manera de mirar,
tampoco me equivoqué de calle.
Eso no es terrible,
si  se vive en la ciudad.
¿Sabes? Te adoro. Voy a definir
exactamente en qué consiste
tamaño esplendor. Es un brillo
que acompaña. Es un brillo
¿que acompaña?

Acontecimiento, Tusquets Textos Sagrados, 2008.

 

 

 

 

Ella

 

Ella se desnuda, siente la tibia
temperatura del alba en un
alegre balanceo que provoca
una sombra perfecta entrelazada
a otro cuerpo. Que el labio
no sea reescrito en el otro labio,
que los días de ayer se detengan
en este encogimiento receptivo,
que su hermosa piel
permanezca entre mi carne y la sábana
que, enamorada, parece volar,
que no se haga verdad
ningún pensamiento, que nadie
venga, que todo se acumule aquí y ahora,
que el espíritu comprenda
que la razón sea arrancada de cuajo
que los ángeles no vengan
que los ángeles vengan.

El día anterior al momento de quererle, 2013.

 

 

 

 

Al final de la película, un nudo en la garganta

 

Los colores y geometrías
pertenecen al orden
de la percepción, las formas
poseen varias cualidades
que refractan en otros
posibles mundos, 
mientras camino
sobre la hierba
no veo los hacendosos
insectos, ni las oscuras
hormigas,  ni las larvas
que dejan los gusanos,
ni la piña que se seca,
donde viven minúsculos seres
asociados a formas que no
puedo captar.

Las proximidades, Calambur, 2016.

 

 

 

 

Azabache

 

Sus manos, qué saben de abrir
con llave una casa, apretadas
en la barandadilla del puerto junto
a otras del mismo color, jóvenes,
tan hermosas, no como las tuyas
siempre al acecho de algo. Hubieses
troceado con más rabia la carne
dando un portazo a tus familiares
esas curiosas parentelas que comen turrón
y abren en canal pavos rellenos,
pensando, que en el fondo
ojalá se ahoguen todos.
Tan negros.

 

Cuota de mal. Rayo Azul, Huerga y Fierro, 2022.

 

 

 

 

Anaquel

 

Leo las referencias bibliográficas
acerca del suicidio de Silvia Plath
que me conducen
a las de otra poeta que se tiró
de un espigón en Mar de Plata,
Alfonsina Storni y su bello perfil
y Anne Sexton, en una cocina,
también Pizarnik, la enterradora de palabras
donde ocultaba como diamantes
varias clases de silencios,
su fulgor recorre los días abarcables.
Con ellas leo que la poesía
puede ser un enigma cuando
no sabes qué decir y lo somatizas
en tu cuerpo. Hace un tiempo
albergaba una honda satisfacción
que no era producida por nada.
Abro la ventana, noto aire,
el sol de la calle deja ver
millones de motas
que se dibujan flotantes
en el haz de luz.

 

Cuota de mal. Rayo Azul, Huerga y Fierro, 2022.

 

 

 

 

 

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