Una poética de Antonio Deltoro

Ha muerto Antonio Deltoro (1947-2023). Su visión del ejercicio poético, de algún modo, ha dado forma a una zona importante de la poesía mexicana:  fue tutor de catorce generaciones de poetas en la Fundación para las Letras Mexicanas y jurado de premios en múltiples oportunidades. En 2012, el Fondo de Cultura Económica publicó el libro de ensayos Favores recibidos, en los que muestra su poética, nacida quizás, o desarrollada, en las tertulias del bar Konditori (“la secta del Konditori”, llamada así por Pedro Serrano y Carlos López Beltrán).

 

 

 

De favores recibidos (FCE, 2012).

 

  • Es necesario que se escriba para que la poesía no se congele, no se vuelva manual ni Biblia, repetición mecánica ni retahíla beata y formal.
  • Yo sería partidario de una religión que no resaltara unas cosas en detrimento de otras, de una religión horizontal, que no hiciera distinción entre el torrente y la gota, entre la fogata y el cerillo, entre las criaturas y su creador.
  • En mi poesía actual intento hablar en un tono íntimo del asombro; pretendo hacer una poesía de baja velocidad, cercana a la materia y a la observación. Quiero hacer una bitácora de algunas modestas intuiciones, de algunos pequeños descubrimientos. Siempre me ha interesado la aventura de lo pequeño.
  • Esto se puede realizar sin grandilocuencia, sin lujos verbales, también uno se enriquece con claridad; depurando se llega a nuevas abundancias.
  • La poesía de baja velocidad que pretendo, capaz de ponerle la zancadilla al ritmo vertiginoso, desquiciado, pero dominante de la época, no quisiera que fuera una poesía provinciana, amodorrada, pacata; sino que poseyera una lentitud alerta, despierta, combativa; ni plañidera ni frívola.
  • Los ojos del poema son los del deslumbramiento. 
  • Reivindicar la lentitud hoy en día es ir a contracorriente, tomar distancia frente al ritmo dominante de la época. 
  • Existe un tipo de imaginación refrenada a la que no le gusta volar, abandonar sino quedarse; no es la imaginación pura, de larga distancia y de metamorfosis numerosas; sino una subordinada al detalle, minuciosa e interior: exacta. Los que la practican son poetas íntimos, y en el espacio íntimo la dimensión más importante es el tiempo. 
  • Estamos viviendo el cansancio y el agotamiento de una actitud de permanente juventud y de vindicación de lo nuevo.
  • Situaría el paraíso, no sólo al principio o al fin de los tiempos, sino aquí, en este tiempo.

 

 

 

 

 

 

Fuegos

 

Tu cabellera es una enramada
que filtra la luz,
sus sombras traen la playa,
cubren mi rostro,
introducen la noche a la mañana.
Debajo, en la arena del lecho,
están las sábanas.

Catador de minucias,
de la luz filtrada de las primeras horas
en un mundo violento que se acaba,
te toco claramente,
oigo el silencio en tu piel,
cierro los ojos.

El techo de madera
y las altas paredes,
la cama.
La llama en la chimenea
después las brasas,
la mañana y los pájaros:
tu cuerpo.

He encendido una veladora
como una plegaria doméstica
de fuego;
he seguido su llama
en la música del día
y en las corrientes de viento;
en la tarde melancólica
me ha llenado de tristeza;
en la noche del lecho
la ha remplazado un incendio.

De toda la secreta babel
animal que me puebla
no sé qué especie
brotará con tus caricias;
antes era el agua
la que me llevaba,
ahora es el fuego
el que me lleva.

Cuando me miran tus ojos
mi tiempo es más que mi edad;
mi tiempo es un compartir.
No acaban mis brazos, no,
van más allá, tienen alas,
y mis pies no se ciñen,
sueñan con ascender a las ramas.

 

 

 

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