Chrystian Zegarra (Trujillo, Perú, 1971) obtuvo un Doctorado en Literatura Hispánica en University of California-Los Angeles. Actualmente se desempeña como profesor asociado en Colgate University (Hamilton, Nueva York). Ha publicado seis libros de poesía y una selección de su obra poética titulada Objetos sin casta: poemas escogidos, 1998-2009 (2019). Con el poemario Escena primordial y otros poemas ganó el Premio Copé de Oro en 2005.
Armas de fogueo
(Lima: Hipocampo Editores, 2018)
/2/ retaguardia
nadie esperaba el regreso del anfibio milenario
sus agallas habían atrofiado
el crecimiento natural de los pulmones
sus ojos vieron el cromatismo
de diversas trampas celulares
y únicamente fueron adiestrados
en la práctica cotidiana de la ceguera
a falta de boca
una mordaza modeló
el ángulo recto de su mandíbula
y con dedos que semejaban extremidades de reptil
nunca pudo componer
en un cobertizo de paredes membranosas
los caracteres de una escritura perdurable
pero ha esquivado la valla enemiga
con un cargamento
de municiones
cartucheras
y pistolas
se ha puesto el traje que convierte el pecho
en un caparazón de acero
y con nuevo nombre de guerra
viene marchando con el cerebro en la mano
para atacar las barricadas del olvido
/8/ 45% abv (Madison, New York)
los sembríos de maíz se ramifican
sobre el terreno hábilmente aplanado
por las ruedas del tractor
a media tarde vistes
una chaqueta camuflaje
un sombrero más ancho que tus hombros
y pantalones que huelen a caca de caballo
la jornada cuartea la palma de las manos
y en la cantina del pueblo
echas tu suerte de ruleta rusa
en un vaso medio vacío
o medio lleno
según el ánimo de los peones del corral
hoy has recogido heno suficiente
para la próxima nevada
y ya puedes guarecerte en tu granero
a ingerir litros de bourbon
sin que nadie te reproche
podrías incluso cazar un mapache fugitivo
desollar un venado que encontraste
semimuerto
en el cruce de la carretera
o volver a la cantina
de puro aburrimiento
para gastar las monedas que te faltan
hasta que cante el gallo
/10/ pabellón 3-6
al asomar el día
con pericia de maquinista
el guardia de hospital recoge el polvo
machacado de tu caja de ansiolíticos
en sus guantes opacos destella un hilo de luz
que parpadea desde la lámpara del techo
para seguridad de los enfermos
todo cable y objeto punzo-
cortante
ha sido removido de cuartos y áreas compartidas
después de la tanda de mudeces familiares
merodeas por pulcros corredores
enfundado en una bata verde agua
como el recorte de una foto iridiscente
(doblar la dosis inducir los reflejos
mantener al mínimo el ciclo de alerta) escuchas
a escondidas
a través de un mostrador de elásticas vidrieras
aunque no duermes atado a la cama
con correas que hieren las muñecas
ni has sucumbido al duchazo congelado
en una celda 2x2
tu lengua es un nudo que destila
una sustancia vaporosa
tu corazón un costal que los pacientes remiendan
con sus garras y colmillos
Animal(x)s
(Lima: Hipocampo Editores, 2021)
(A)
Un animal escupido
por la trompa del viento
se desploma sobre la mesa
donde barajo
papeles
y puñales,
sobre el telar en que labro
con esmero
el hilo corredizo de su sangre.
El animal amaestrado
me muerde la mano.
La cicatriz
es una marca que aglutina
el nacimiento del dolor
y la persistencia de la carne.
(Q)
Un vampiro es un ser sociable
en miniatura.
No habita mansiones,
ni se inmuniza
contra el olor del ajo,
no aborrece las cruces,
ni huye
al sentir
la curva del día.
Llevar un vampiro
en el botón de la chaqueta
sirve de amuleto
o estaca diminuta
si el enemigo nos tiende la mano
o finge morderse
la lengua
con la suavidad de sus colmillos.