El poeta costarricense Randall Roque nos acerca a cinco poetas de Trieste: Roberto Dedenaro, Gabriella Musetti, Enzo Santese, Marina Torossi Tevini, Nicola Manicardi. Explica Randall Roque: “El presente trabajo no pretende ser una traducción literal ni siquiera una traducción per se, sino un acercamiento a la interpretación del poema, el fondo del mismo, escribiéndolo del italiano al español en la forma que podría considerarse más cercana a nuestro lenguaje para un lector, considerando el fondo por la forma. Aconsejaría, si así me lo permiten, leer el poema original y quedarse con la versión del mismo; recurrir a esta lectura por accidente o curiosidad en estos poetas seleccionados.”
Roberto Denenaro nació en Triste, Italia. Profesor. Ha publicado cuatro libros de poesía, sus textos fueron traducidos a esloveno, croata, inglés, español, gallego, alemán. Dos plaquetas de sus poemas fueron pulicada en Plei Officina: La fiesta del polvo (1997) y Aluminio (2000), una de Ilpulcinoelefante, Pinocho, con intervención gráfica de Jasna Merkù. Editó las antologías Poetas de Trieste contemporáneos (Trieste 2001) y Di sol de sal y otras palabras. La nueva generación en poesía en Trieste (Trieste 2004). Fue editor del Almacco del Ramo d'oro. Desde hace diez años organiza “el camino de los poetas” con Marko Kravos.
Partida de los migrantes
Con las ventanas cerradas se vuelve
a los enrejados vidrios donde los rostros se reúnen
como los de niños en preguntas colgantes
secos filamentos cósmicos de estelares linos
filas flourescentes bellísimas e iluminadas
pastos verdes, verdísimos, hierba y campo
a los cuales pido sus acalorados amarillos
de asombrados amores.
Se viaja sin celos dejando los rojos,
un destello, los amarillos, desvanecidos blancos
Parece escabullirse el paisaje a la respuesta
y descender por un descanso para limpiar
la transparencia vidriosa de las ventanas
empañadas por nuestra respiración
se detiene, si nada lo impide
Hay un rumor como un lento respiro
un batir de alas del fondo a lo profundo
Pregunto y me respondo es el sonido
de la partida de los migrantes
así, sin remordimientos no hay grito,
advertencia que los haga retroceder
y tenés la fuerza para decir que no hay dolor
una amargura en este viaje
por aquella, inexplorada, región oscura
de cuyos límites no hay un solo viajero
que sepa regresar sin ser fantasma,
pero no sabemos si no decir
un grito que al menos nos dejen los vivos
Landa
Una voz clara en la amplia habitación
dijo: desaparece el páramo
día tras día, nada queda,
debe protegerse, guardarlo perfectamente
como el lugar de la fertilidad del mundo.
Escuché asombrado: no hay
pantano en el mundo con una biodiversidad
tan intensa por centímetro cuadrado
sino este páramo repleto de células
bioquímicos de formas eternas y dispersas
y diversidad de semen en haz completo
Fuente de vida, casi sexo puro,
remodelado y convertido en tierra
que pensaba enemiga de la vida
de cada riqueza y, en cambio,
su llanura es la salvación
incluso cuando golpea el fuerte viento
que pliega enebros y cardos
pequeña, preciosa Escocia, hecha aquí,
que vence cada bosque
cada casa y cuento de hadas,
querida amargura que sos nuestra amiga
Todavía afuera hay viento
luego lluvia y sol otra vez
y miro niños correr,
muchos, por docena,
en pantalones cortos sobre el pantano
un Luna Park de sol y estrellas
salvación terrenal, sobrenatural,
canción de amor a la luna llena.
Mila
Mila, de mañana, en su cocina
me decía: sigue al destino
también la maestra Spadaro' de Italia
amable con los niños
krasevci trdi, repenski bunkeri, sierra.
De repente, a veces,
caminaba rápido
más allá de la ventana
caminaba
afuera en la colina
y entonces grité:
"Mila" pero ella caminaba
entre piedras desaparecidas
y reapareció tras el relevo partidista
con sus órdenes y caminaba sin huellas
sobre el crudo Carso quemado
piecitos en la tierra amarilla del calor
sin miedo se levanta con el puño lleno de sal
de las primeras colinas desdentadas
y me pongo gafas y observo,
en cambio, los pasos de Mila
que llenan cada colinas
y el fondo de los desagües,
las púas de los negros pinos,
las casas sin yeso, el cielo
y también los supermercados.
Últimos pedidos para llevar
donde ni alemanes ni fascistas
pueden venir, con zapatos
de cuando era niña
incluso ahora
que duerme bajo la colina
sé que hizo lo que debía hacer.
Poco
El infinito en cada discurso aparece reseco
hecho poco y un poco más
un fragmento que se fragmenta en interminables fragmentos
que parecen siempre menos, una mínima nada
Pero inaferrables, innumerables, exterminados
incapaz de ponerme al frente
Es el amor cuando nada se dice
abrigado en la cocina, el cuerpo se balancea
como si fuera una brizna de hierba
que el viento quiere llevarse
Entre sábanas, niños y hojas, dentro de los bolsillos,
entre los dedos, defiendo lo poco, las cosas dejadas,
el amor preciso a lo incierto,
todo lo que al andar huele a niebla
las metas empobrecidas,
el miedo a toda grandeza
como el otoño y sus hojas
que parecen impedir a todos
que sean niños