Otros lugares, otras voces: Ela Cuavas

Edinson Aladino y Martha Cecilia Ortiz Quijano inician la serie "Otros lugares, otras voces: Muestra de poesía colombiana" con algunos textos de Ela Cuavas (1977). Ha recibido distinciones como el Premio Nacional de poesía Eduardo Cote Lemus 2018. En la colección Un libro por centavo, apareció la antología Después de mí está la luz (2021).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ela​​ Cuavas

(Montería, 1977)

 

Montería, Colombia. Poeta, Licenciada en Español y Literatura de la Universidad de Córdoba. Magíster de la Universidad de Nariño. Premio Nacional de poesía Eduardo Cote Lamus 2018.​​ Sus poemas y ensayos han aparecido en revistas de circulación nacional e internacional.​​ Libros:​​ Juntar los huesos, Editorial Pluma de Mompox, Cartagena 2011;​​ Antología​​ Músicas lejanas, Bogotá 2014;​​ Herida Antigua, 2019, Norte de Santander;​​ Herida Antigua, segunda edición Bogotá 2020;​​ Antología​​ Después de mi está la luz, colección Un libro por centavo, Bogotá 2021.​​ Algunos poemas suyos han sido traducidos al Alemán.

 

 

 

 

 

Impedida para escribir ni una sola palabra de amor

 

Porque amar​​ 

es hacer el nudo y apretarlo,​​ 

y soltarlo si te da tiempo.

Porque amar es poner a girar el reloj​​ 

que perdió sus manecillas.

Saciar la sed con una boca​​ 

que no es la tuya.

Alimentar a las arañas del insomnio​​ 

con tu propia sangre.

Porque me siento incapaz​​ 

de escribir una sola palabra de amor

cuando su fuego quema hasta mis manos.

Hago este último e inútil esfuerzo​​ 

ya que en tus ojos también veo​​ 

ese color que tiene lo fugaz.​​ 

 

 

 

 

 

 

 

Arte poética

 

Noche a noche me interno en esta casa

de corredores oscuros

donde es preciso aguzar el ojo para no caer.

La lluvia, como música, se despeña sobre mí

y de tanto cantar lloro como una niña extraviada

en mitad del bosque.

En la alta noche crujen los postigos de mi casa,

es el espíritu del árbol que ha despertado

reclamando toda su savia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Juro que este​​ poema lo escribí​​ mil veces

 

Es inútil nombrar lo que no tiene nombre,

para que un barco se hunda

no basta simplemente pararse sobre la cubierta,

es preciso invocar a la tormenta

o​​ nombrar al animal más grande de la tierra.

Intenté huir de este poema como de tu recuerdo.

Borrar el agosto lluvioso de tus palabras.

La inútil música que tocaron tus manos,

olvidar el temblor de mi cuerpo.

Quise esconderme de ti,

porque sabía que no ibas a volver.

 

 

 

 

 

 

 

 

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