Poesía venezolana: Isaura Duarte

Isaura Duarte (Caracas, Venezuela). Es poeta, actriz, promotora cultural y artista visual que a través de la performance, la música y la video-poesía experimenta un contexto de unificación artística orientado hacia la escritura.

 

Formó parte de la Asociación de Escritores Hispanos (AEHISP) y su revista Litterae​​ siendo parte de su antología poética “Por amor al Arte”. Es miembro​​ fundador​​ de la revista de difusión literaria Pulsión Poética, ha participado en recitales nacionales e internacionales. Con su primer poemario,​​ “Bajo el camisón sonreía una mosca”​​ publicado por el Fondo Editorial de Fundarte (Caracas, 2022) ha tenido presencia en la Feria Internacional del Libro de Bogotá​​ 2023, Feria Internacional del Libro de La Habana​​ 2023 y 2024, Feria Internacional del Libro de Venezuela​​ 2022, Feria del Libro de Caracas​​ 2023​​ y en La Feria Internacional del Libro de Zócalo en ciudad de México​​ 2023.​​ 

 

 

 

 

Ovillo Dorado.​​ 

 

 

Se me gastó la voz,

 

se me cayeron los párpados​​ 

desde sus altas torres de pupilas cristalinas.​​ 

 

Vi tu clavícula mojada pasar​​ 

por el río rojo.​​ 

 

Se me hirió la niebla,​​ 

 

la cara hinchada balbuceando​​ 

en la rodilla izquierda​​ 

del recuerdo,​​ 

 

el pelo seco de tanta soledad.​​ 

 

Ando olisqueando cual reptil​​ 

el saco que dejaste colgado​​ 

de ese horrendo perchero

 

Lleno / de peras / deformes

 

Sus bolsillos parecían​​ 

payasos obesos​​ 

a punto de estallar por​​ 

las paredes.​​ 

 

La abeja bajó de su panal,

un derramamiento de miel​​ 

sobre la fuente seca del jardín​​ 

 

hundió mis pies en un líquido​​ 

flotante y pegostoso.

 

Me volví un ovillo dorado,

comencé a tejerme​​ 

entre las piernas​​ 

de la tierra dura,​​ 

las hormigas me lamian,​​ 

las abejas volvían a cubrirme,​​ 

devolviéndome​​ 

al útero acuático de la muerte.

 

 

 

Cabalgata Nocturna. ​​ 

 

 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​  ​​​​ A Eva Blanco, acuoso viento de entrañas…

A ti: Mujer de Aguadillas Enamoradas.

 

 

 

 

 

«Mi bóveda de carne quemándose​​ 

 

en la nada sospechosa de una flor»

 

 

 

Construyo mi muerte debajo de esta carne

 

en donde no existo.

 

 

 

Soy lejanía, placer, polvo, fatiga…​​ 

 

Supresión y ruptura de un espíritu

 

tendido en la perpetuidad.​​ 

 

 

 

La tensión corpórea es hollada​​ 

 

por flujos en las células de mi sangre

 

reflujo de tierra y roca negra.​​ 

 

 

 

Manos de mi madre

 

–simbología perfecta–

 

Libertad cristalina​​ 

 

Opio, cocaína y heroína​​ 

 

de mi​​ Ser niño.​​ 

 

​​ 

 

Humos tiemblan y chocan​​ 

 

contra el pensamiento

 

de un mundo postrado.

 

 

 

Náusea y furia agujereando mi lengua​​ 

 

convulsionada de bostezos.​​ 

 

 

 

Gérmenes los hombres​​ 

 

que endurecen el absoluto​​ 

 

de un firmamento azul​​ 

 

devorando mis ojos cabríos.​​ 

 

 

 

Veo correr caballos testimoniales​​ 

 

compasivos

 

desconfigurando mis angustias​​ 

 

en su galopar perfecto.​​ 

 

 

 

Franqueza de mi vida​​ 

 

que me veo turbia

 

y​​ me desnuda la renuncia ​​ 

 

de una cabalgata nocturna.​​ 

 

 

 

 

C o n e x i o n e s.

 

 

Minutos portátiles, rígidos

 

escandalizados

 

curtidos de arterias y plomo.

 

Recluidos bajo el suelo​​ 

 

de los montículos regresivos,​​ 

 

del resto de la toalla diseccionada​​ 

 

en el ataúd del baño de huéspedes

 

donde se apiña el rasguño de la luz​​ 

 

que ya no se lava la cara.​​ 

 

 

Mi cuerpo rojo

 

La llaga

 

La acústica de la noche reposada

 

El cromático recuerdo

 

Espasmo

 

El crimen de la flauta

 

 

El último aviso de salida roído

 

en un ticket donde mis manos

 

arrojaron el adiós a su existencia.

 

 

 

Esta ciudad que se ha ido al borde

 

de unos ojos cartesianos,

 

de un cuerpo que se ha quitado el pecho

 

porque no le late y su mirada se acumula

 

en el vacío amansando el fuego vivo.​​ 

 

 

 

Enigma taciturno,​​ 

 

de nuevo llegas

 

con mi olor de tierra sacra​​ 

 

anclada

 

a​​ tu lenguaje mítico.

 

A tu voz inadvertida de hombre herido

 

tras la pared de otras que no

 

atravesaron tus puertas

 

Tus ojos

 

Tus arenas

 

Tus tiempos distintos

 

arrojados al tacto de la savia.

 

 

 

Mientras me ves

 

Mientras me veo

 

 

en este enlace acrílico

 

donde habitan las tecnologías

 

y​​ el verbo​​ amar​​ se ocupa del

 

derrumbarse ante la caricia

 

que penetra la distancia entre

 

Alma y Alma.​​ 

 

 

 

Y el silencio atardece​​ 

 

en las aceras que camino

 

con la sed de un nómada​​ 

 

que esquiva fronteras.​​ 

 

 

 

Con el sonido del borrador​​ 

 

de una máquina que ya no escribe

 

y​​ se ahonda el olor a tinta que

 

ahora está completamente seca.​​ 

 

Y jalo el gatillo

 

y​​ arranco las cintas y me veo

 

manchada de amarillos y verdes

 

de voces lejanas que se escurren​​ 

 

y​​ dibujan un nuevo rostro.​​ 

 

 

 

 

Y quedo tendida

 

Absorta

 

Penetrada

 

Callada

 

 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​  ​​ ​​​​ Callada en esta nada.

 

 

 

 

Pensamientos Parapléjicos.

 

¿Y qué? Si hablo con Chéjov y me jalo un pitín

Surrealista dentro de su boca.

 

 

 

Estás dentro.​​ 

 

Estás fuera.​​ 

 

Como un molusco.​​ 

 

Eyaculas una vez más en su boca.​​ 

 

Estás en otro lugar

 

donde el tiempo está perdido.

 

Los dedos de ambas manos​​ 

 

sobre la mesa,

 

otro sorbo de café, pálida sonrisa.

 

La descarga de un rayo.​​ 

 

 

 

[La recopilación del silencio

 

al parecer lo sabe todo,

 

yo debo confundirme en el paisaje,

 

un pequeño tren de vagones hundidos]

 

 

 

La voz escurridiza que engatusa la razón

 

el cenicero consumiéndose

 

ese gruñido entre los labios

 

un sofocante olor a lluvia

 

abreviando la entrada.

 

Envolviendo los testículos,​​ 

 

tapándose el sexo…​​ 

 

No vaya a ser un pequeño Edipo

 

—el hálito—

 

que exhala la habitación.​​ 

 

 

La obtusa opinión pintando

 

una expresión meditabunda

 

como si estuviera leyendo​​ 

 

un sueño parapléjico

 

una tonalidad lechosa

 

un artículo necrológico

 

mientras

 

se va acabando la caja de Marlboro

 

y​​ los libros arden en los tablones de pino,

 

dignos de mención;

 

como los sacos de la carne y los huesos

 

 

el paradero de un hijo

 

el mejillón en el plato

 

el padre de carácter agresivo

 

el periódico y la sección de los desplazados

 

(anonimatos de un semen duro y seco).

 

 

 

La puerta de entrada abierta.

 

La puerta de salida abierta.

 

 

 

Poco peso cuando la hipótesis​​ 

 

quiere

 

acostarse contigo, más allá…

 

No se acuerda de nada

 

en esa distorsión temporal.

 

Te envolvió cálidamente desde

 

su líquido amniótico

 

aún estando dentro de ti

 

agitando

 

un temblor en los párpados.

 

 

 

–¿Cómo murió?

 

–Respiró hondo.​​ 

 

–¿Cómo murió?

 

–No fueron mis dedos, reposaban juntos en la mesa.

 

–¿Cómo murió?

 

–En su punto de partida.​​ 

 

–¿Dónde?

 

–¿Por qué tengo que confesártelo?

 

–¡Para no matarte!​​ 

 

 

 

Señala la misma silla de ayer

 

 

 

Recuerdo un cuerpo inclinado ante el alféizar, repasando los botones de una blusa derramada en café, alguien corría haciendo sonar silbatos, Chéjov escribió​​ El Oso, ¿de quién era​​ La Señorita Julia? ¿Has leído dramaturgia? ¿Sí crees que existe la escritura, la vida, la fe, las cavilaciones, el orden simple, la manzana medio podrida? ¿Soy yo… una persona? ¿Una capilla sintoísta? ¿La sustancia? ¿El cerebro del viento? ¿Existo cien mil metros bajo tierra? ¿Existo?​​ 

 

–Supongo que no lo habrás visto, has sido inundada por la riada con las manos entre tu vello púbico, cálido y húmedo, el sauce lamía tus pezones, el campo visual de tu conciencia se amplificaba, tu lengua se olvidaba de tu nombre, los rumores se expandían en tu mente, las voces altas tendían tus manos hacia adelante, fuiste ojeando las páginas del mostrador, cada una de las páginas era una fotografía de cabellos canos mirándose las manos perplejas teñidas de blanco con una etiqueta y una apertura por detrás.​​ 

 

Eras un yeso muerto sobre un piano verde vertical, pronto llegará la tarde, los goterones de agua sobre el cristal, la vuelta de la llave en la cerradura, el volumen apagándose en el pulso de las teclas, el súbito recuerdo del beige de los botones de aquella niña a la que le derramaron el café, la fijeza del largo clavo en la pared, donde ha desaparecido la marca de nuestro retrato…​​ 

 

 

 

La puerta de salida cerrada.

 

La puerta de entrada cerrada.

 

 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​​​  ​​ ​​​​ Todo permanece igual…​​ 

 

 

 

 

Sans Cages.

 

 

«…Y quien se queme en las antorchas de mi cuerpo-invierno,​​ 

 

arrojará,​​ 

 

Suicida, gemidos de un Pájaro Negro a mis pies»

 

 

 

Sangre tibio-salitre.

 

Hebras finas anidando.

 

Frío huidizo de ufana piel.

 

Inmaculadas sombras.

 

 

 

Torsos de musgo fresco,​​ 

 

olor a humedad y sed.

 

 

 

Frágil testimonio:

 

 ​​ ​​ ​​​​  ​​​​ Confesas mis ansias.

 

 

 

Aguzas el zumo

 

de un naranjal que duerme

 

en la medianoche del

 

 ​​​​  ​​ ​​ ​​ ​​​​ Trueno​​ 

 

​​  ​​​​  ​​ ​​ ​​​​ Mediterráneo.​​ 

 

 

 

Recaen cobrizos

 

sobre mi rostro

 

 

Jardines​​ 

 

polinizados

 

Libaciones​​ 

 

Aliento fértil

 

 

 

Calas anudan al ciervo

 

cautivo a copioso placer.

 

Ruinas de mis ojos en tus ojos​​ 

 

–Oscuros Ojos–

 

 

 

«El cuervo vuelve a graznar»

 

 

 

Blanda Calma Alma Blanca,​​ 

 

Te bebes​​ 

 

Mis​​ 

 

Cortezas.​​ 

 

Castidad que sucumbe​​ 

 

En nuestros pechos​​ 

 

 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​​​ ```sin tocarse```

 

 

 

C o r t e //  ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

 

C o ​​ r ​​ t e  ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

 

Z a //  ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

 

D e s // p r e n d í

 

// i d a  ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

 

 ​​ ​​ ​​​​  ​​ ​​ ​​ ​​​​  ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Irrigando

 

 ​​ ​​ ​​​​ Abstracción​​ 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​​​   ​​​​ Mis labios violáceos.​​ 

 

 

 

Respiran hondo

 

Los compases de la lumbre

 

Llagando mis nombres.

 

 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ <<e c o s>>

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ ```Resuenan```

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ ​​  ​​ ​​ ​​ En el añejo

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ ```Palpitarte```

 

 

 

 

 ​​ ​​​​  ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Lumières de la nuit, et moi

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ [comme la pluie blanche

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Sans cages]​​ 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Cohibida

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Hambre:  ​​ ​​​​ 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​   ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Miras

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Mi espalda trémula

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Quebrarse

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Ante​​ tus-mis

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​  ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​  ​​​​ Espejos

 

 

 

 

D i s o l u c i ó n.

 

 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Él…​​ 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​  ​​ ​​​​ Ave

 

 

 

 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Desde el inicio de la tierra oculta,

 

 

 ​​​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​  ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​  ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Como la suspensión​​ 

 

 

 

 ​​ ​​ ​​​​  ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​  ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​  ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ De un todo eterno.

 

 

 

 

 

 ​​ ​​ ​​​​ Y qué es

 

 ​​ ​​ ​​​​ Estar

 

 ​​ ​​ ​​​​ O no estar

 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​  ​​ ​​ ​​​​ Si en ti

 

 

 

 ​​ ​​​​  ​​ ​​​​  Me disuelvo…

 

 

 

 

Éter.  ​​​​ 

 

 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ A ti…

 

Indagante siempre

 

En mis memorias

 

De Niebla y Arcilla.

 

 

 

De viento piedra y pájaro,​​ 

 

Blanco árbol de ceniza.

 

Años cincelando​​ 

 

la voz oblicua / aguas.

 

Piel sobre piel / giramos ciegos.​​ 

 

Grano fértil desierto / amaneces​​ 

 

sin vendas no más vendas ​​ 

 

Solo la brisa y lo que somos​​ 

 

rompiendo cántaros / labios​​ 

 

Rojiza bohemia / velas /​​ 

 

Te leo en el espacio que me menciona,​​ 

 

Añil pecado​​ 

 

Ocre infierno

 

Tus manos / filos arenosos

 

Suicidio abrupto​​ 

 

de un ritmo epicúrio​​ 

 

arrancando una ferocidad​​ 

 

[sin cuerpo]​​ 

 

 

 

–q u e r i e n d o e n s i l e n c i o–

 

 ​​ ​​ ​​​​ EL CANTO DE LAS AVES

 

 

 

Absorto nocturno eres:

 

Éter.​​ 

 

Escarpelo gris, sorbo de mi sangre

 

Champagne lluvioso entre mis dedos.

 

–Me tomas–

 

Tácita vinculación que no muere

 

Subir / bajar / soltar /

 

Atajarte y liberar

 

Verte abierto​​ 

 

Desbocado epitafio.​​ 

 

Hojas secas / deslizándose ​​ 

 

en tu rostro abstracto​​ 

 

[Contraluz y sombras]​​ 

 

 

 

|E R E S|

 

|I N M E D I B L E|

 

|P U N Z A N T E|

 

 

 

Mirada adentrada de nieblas

 

 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ ​​ 

 

 ​​​​   ​​ ​​​​ Silencias.

 

 

 

 

Pétrea Dilatación.

 

 

Negro zumo,

 

saliva de naranjas pululan​​ 

 

en el retorcido norte de las convulsiones.

 

El trueno descuartizando al viento.

 

Presos.

 

 

 

El pecho se quiebra

 

​​ ante la pesada sombra.

 

Miro sobre el muro

 

​​ el orificio es un pozo​​ 

 

de agua pétrea y carcomida.

 

 

 

Un desierto suspendido

 

flotando entre los astros,

 

calcinantes cavernas​​ 

 

de irrealidad girando​​ 

 

en el pulgar del hombre.

 

 

 

Y el escombro

 

donde se gestan las mentiras,

 

el amor ligero.

 

Los perros desnutridos y con rabia

 

La miseria que va…​​ 

 

C a y é n d o s e

 

 ​​ ​​ ​​ ​​​​ como baba.

 

Baba SIDERAL.

 

 

 

Y están allí, justo enfrente

 

alzando sus púas:

 

 

 

[Los Hombres]

 

 

 

Y esa flor flotando

 

Casi inconsciente

 

Casi celeste

 

 

 

Entre el amor y la

 

 ​​ ​​ ​​ ​​​​ AGONÍA

 

Entre el amor y lo

 

 ​​ ​​​​ COBARDE.

 

 

 

Busco en mi garganta el corazón perdido,

 

el llanto que romperá este zumbido falso,

 

la desintegración

 

 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​​​ Del viejo

 

 ​​ ​​ ​​ ​​​​ Agujero

 

 ​​ ​​ ​​ ​​​​ Cautivo

 

 

 

en las mentes caídas,

 

como los imperios “descarnizados”

 

Cansados

 

de

 

Morderse.

 

 

 

–Quiero ver el desvanecimiento–

 

 

 

Polvillo sobre los vientres

 

Humos de tarde-noche

 

 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​​​ CENIZAS

 

 

 

El labio que tiembla

 

El cuerpo que choca

 

contra otro cuerpo

 

engendrando el retorno.

 

 

 

La vida…

 

Esa dilatación vegetal

 

anidándose

 

en

 

los fluidos esféricos

 

de la oscuridad

 

De un útero que bulle

 

mientras

 

Lo amargo,​​ ARDE.

 

 

 

 

Amnesia.​​ 

 

 

Soy amnesia.

 

Mi memoria se ha cerrado de golpe.

 

Mi retrato yace como espectro​​ 

 

en el chillido de un niño.

 

 

 

Se me han clavado

 

en el alma mariposas desesperadas

 

Las veo…​​ 

 

Negras, rojas, verdes;​​ 

 

ciñéndose a mi córnea.​​ 

 

 

 

Nos hemos quedado atrapadas.​​ 

 

Ellas y yo.​​ 

 

 

 

El espacio es sofocante aquí dentro.​​ 

 

Me he encontrado,​​ 

 

soy investidura​​ 

 

de un lago hecho de cristal.

 

Floto dentro,

 

pálidas niñas me ven,​​ 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ [y callan.​​ 

 

 

 

Soy una estatua de mármol.​​ 

 

No hay espacio que recorrer.​​ 

 

El frío de mi aliento me eriza,​​ 

 

he visto a lo lejos un clavel azul

 

como mis labios.

 

 

 

Se me ha ido y lo llamo en soplos

 

pero no tengo oxígeno.​​ 

 

 

 

Soy de mármol salpicado de olvido.​​ 

 

Me han sido dados​​ 

 

dos brotes de bondad

 

pero ya no tengo alma.

 

Solo soy un reflejo infinito

 

un arrojo de lluvia

 

luminosa y suicida.

 

 

 

Olmo permutante llevándome lejos. ​​ 

 

 

 

 

Narcóticas Memorias.​​ 

 

 

Murmura manso su flotante lamento

 

el frío de un viento, enfurecido viento.​​ 

 

 

 

Sordo pesar de la azucena despojada.

 

 

 

Pureza atormentada​​ 

 

Roja mancha violada

 

 

 

El agua recoge flores​​ 

 

cándidas y lejanas.

 

Fémur roto de amor​​ 

 

un difunto cielo agita​​ 

 

Callado​​ /

 

El silencio.​​ 

 

 

 

Viscoso recuerdo

 

irrumpe mi calma,​​ 

 

arranco los tendones​​ 

 

que hoy me ahogan​​ 

 

y​​ entrecortan​​ 

 

sucumbiéndome en asfixia.​​ 

 

 

 

He perdido la laberíntica​​ 

 

estrechez de mi cordura

 

se ha diluido en surcos​​ /

 

de polvo​​ /​​ en el vacío.​​ 

 

 

 

Escarchados ojos,​​ 

 

veo la tinta lanzada al espejo​​ 

 

en donde escupí​​ 

 

la última píldora amarga que tenía…​​ 

 

 

Revivir las horas de una jaula rabiosa​​ /

 

De una usurpación prematura​​ /

 

De un resplandor que se apagó a la fuerza​​ /

 

 

 

Narcóticas memorias.​​ 

 

 

 

El hielo se hunde tragado​​ 

 

por un aliento lento​​ 

 

de madrugada oscura.​​ 

 

Me fugo al ahora​​ 

 

—en donde tampoco estoy—

 

 

 

El sueño reposa desnudo

 

Dulce néctar de abejas​​ 

 

cubre mis heridas.​​ 

 

 

 

El viento profesa silencios.

 

Y aún, la noche se me hace antojo.​​ 

 

 

 

Soy retoño bajo la nieve.

 

Soy un alma despeinada al alba

 

Vagando…​​ 

 

Vagando cubierta por ríos dorados​​ 

 

de miel en mis venas.​​ 

 

 

 

 

Silencio, inagotable enigma.

 

 

 

 

“De todo lo que no existe

 

solo el pasado es verdad…

 

Fantasmas cuya maldita virtud

 

es reaparecer y borrarlo todo

 

en un instante”.

 

 

 

Javier Guzmán.

 

 

 

 

 

La azulosa frente…

 

[Serpentino cadáver del silencio].​​ 

 

La medianoche sorbiendo la luz.​​ 

 

Pupilas

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ (vertientes de nuestras sombras

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Vírgenes en púrpuras adyacencias)​​ 

 

Afán de

 

Un destino entelerido.

 

 

 

Inmortalidad​​ de los huesos:

 

 

 

Anhelo el atajo​​ 

 

Del inagotable enigma.​​ 

 

 

 

Hereje ruge, vida…

 

El rumiar

 

De los tumultos.​​ 

 

 

 

La poesía

 

Prosigue a solas su largo dolor

 

De linajes difusos en

 

Esta subterránea lumbre

 

De verbos.​​ 

 

 

 

Tolvas alimañas danzan

 

Sobre los rastros

 

De un rostro con hambre.

 

 

 

Y a un lado el seguir

 

Y a un lado el estar

 

Y a un lado el prorrogarme

 

Cantando el coro

 

De un himno infantil

 

Que se resiste al

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ DISFRAZ.

 

 

 

Llamamiento:

 

Prosigo sin periferias

 

Estas calles

 

Proféticas.​​ 

 

 

 

Multitud​​ 

 

De hilos​​ 

 

Rotos

 

Remando el​​ 

 

Derrumbe

 

Para dejar​​ 

 

[escrita]

 

La orfandad​​ 

 

Del no sabernos.​​ 

 

 

 

Revolver​​ 

 

Una bandada

 

De pájaros​​ 

 

Y empuñar aguas

 

En los suburbios​​ 

 

Del vuelo.​​ 

 

Exiliarse al mortero​​ 

 

Que ennegrece

 

El tiempo pasante​​ 

 

En esta antigua

 

Cobija de lluvias.​​ 

 

 

 

He de irme de los días

 

Al reposo de mi viejo jardín

 

Vacuo y modesto.​​ 

 

 

 

Al silencio que corre suave

 

Y que sin fin he sido

 

[siendo esto y nada].​​ 

 

 

 

Ese jardín

 

Enterrado en mis párpados

 

Donde pinto la memoria​​ 

 

De los dioses desposeídos.​​ 

 

 

 

Esa víspera que me abre

 

A la mixtura…​​ 

 

 

 

Sobrevuelan los signos

 

Recordando el lenguaje de​​ 

 

Las gaviotas que frasean

 

El canto de un culto hecho​​ 

 

Metástasis​​ 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ [Abriendo mis puertas].​​ 

 

 

 

El punto inmóvil del silencio​​ 

 

Que enviuda la voz.​​ 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​  ​​ ​​ ​​ ​​​​ <<Luz negra:

 

Me sirves callada​​ 

 

Tus últimas palabras>>.

 

 

 

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