Poesía canadiense: Sarah Moses

Leemos a la poeta y traductora canadiense Sarah Moses. Su libro Strange Water, que incluye los poemas en prosa publicados en Círculo de Poesía, habrá de publicarse este septiembre con 1366 Books/Guernica Editions en Canadá. Divide actualmente su residencia entre Toronto y Buenos Aires. La traducción es de Fermín Vilela.

 

 

Sarah Moses es una escritora y traductora canadiense. Vive entre Buenos Aires y Toronto. Como autora, ha publicado las plaquetas​​ as they say​​ y​​ Those Problems. Su libro​​ Strange Water, que incluye los poemas en prosa publicados en Círculo de Poesía, saldrá en septiembre de 2024 (1366 Books/Guernica Editions, Canadá). ​​ Co-tradujo la novela​​ Die, My Love​​ de Ariana Harwicz, que quedó en la longlist del International Booker Prize y la shortlist de los premios Republic of Consciousness y Vallé Inclán. Sus próximas publicaciones son​​ Head in the Clouds​​ de Rocío Araya,​​ The Unworthy​​ de Agustina Bazterrica y una co-traducción con Anne McLean de las cartas de Julio Cortázar. Actualmente cursa la Maestría en escritura creativa en la Universidad Nacional de Tres de Febrero.

 

 

 

 

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Sus palabras

 

Está enamorado de sus palabras. De las palabras que elije y de cómo las combina y de lo que esas combinaciones significan para él y de lo que espera que signifiquen para los demás. Acostado, despierto ​​ hasta altas horas de la noche piensa en ellas, se obsesiona con ellas. Siente que encierran geniales, misteriosas verdades sobre el mundo. Siente el impulso de​​ compartir esas verdades y, durante el día, en las esquinas y en los bancos de las plazas, dice sus palabras en voz alta a las madres que empujan cochecitos y a los abogados que almuerzan y a los​​ runners​​ en licra. Cuando ellos pasan toma​​ sus palabras, las hace rodar por su boca y después las escupe con cuidado como si fueran perlas preciosas que pudiera hilvanar con los labios.

 

 

 

 

 

His words

 

He is in love with his words. With the words he chooses and how he combines them and what the combinations mean to him and what he hopes they mean to others. Lying awake late at night, he thinks about them, obsesses over them. He feels they hold great, mysterious truths about the world. He is driven to share these truths and, during the day, on street corners and park benches, he says his words out loud to mothers pushing strollers and lawyers on lunch breaks and joggers in spandex. When they walk by, he takes his words, rolls them around his mouth, and then spits them out carefully as though they were precious pearls he could string together with his lips.

 

 

 

 

 

 

No se te pide nada

 

Bueno, quizás algunas cosas. Ser buenos vecinos, por ejemplo. Con esto quiero decir que cuidés el anillo encantado y las telarañas de tu propiedad. Que tengás cuidado de no tirar objetos domésticos, como espátulas u otros elementos de cocina, sobre la mía. Que cuidés tu galería y sus desagues, especialmente después de un chaparrón, o a principios de junio, cuando los chaparrones son frecuentes y contundentes. Los arbustos, no te olvidés de podarlos. Asegurate de mantener a tus cotorras bien alimentadas y de buen humor. Si tomás prestado mi monociclo sin que yo lo sepa, como sé que hiciste, por favor acordate de usar guantes. Acordate de cooperar con las fuerzas de la ley eterna. Cuando participés en la comunicación inalámbrica, tanto dentro de tu casa como fuera, hacelo con cuidado. Si estás fuera de casa y tenés algo para decir, tené especial cuidado al decirlo: proyectá tu voz, elegí las palabras justas, y asegurate de estar enunciando.

 

 

 

 

 

 

Nothing is required of you

 

Well, maybe a few things. Good neighbourliness, for example. By this I mean that you take care of the fairy ring and webbing on your property. That you take care not to throw household items, such as spatulas or other kitchen implements, on mine. Take care of your front porch and your gutters, especially after a downpour, especially in early June, when the downpours are frequent and forceful. The hedges, don’t forget to trim them. Make sure to keep your budgerigars well fed and in good spirits. If you borrow my unicycle without my knowing, as I know you have done, please take care to use gloves. Take care to cooperate with the forces of eternal law. When you engage in wireless communication, both within your home and without it, do so with care. If you are outdoors, with something to say, take especial care​​ when you say it: project your voice, choose the appropriate words, and be sure to enunciate.

 

 

 

 

 

 

La cena de mis vecinos

 

​​ Al atardecer, la cena de mis vecinos está​​ desparramada por​​ mi patio. Ellos están en su departamento, lavándose la cara y cepillándose los dientes. El departamento está un piso por encima del mío, su cena afuera de la mía, atrayendo moscas y cucarachas. Las moscas y las cucarachas están encima de​​ los bifes grasos, las cebollas quemadas, los limones exprimidos. Cuando sale, el sol está​​ naranja. Se cuela entre las hojas mientras los bifes empiezan a cocerse. Hasta entrada la tarde, el patio huele a churrasco. A la noche, mis vecinos vuelven del trabajo. Prenden la radio y se tiran un rato. Afuera, el cielo empieza a ponerse azul. Cuando está azul bien oscuro, mis vecinos preparan la cena. Abren sus ventanas y prenden el horno. El calor deja la ciudad iluminada, el humo de la carne cocida vuelve a llenar el jardín. Mis vecinos sacan al balcón cuchillos y tenedores, vasos y platos. Ponen la mesa y se sientan frente a ella. Tienen una​​ linda​​ charla. La charla se acalora. Hay gritos en un lenguaje extraño. Son gritos de enojo o de placer. Siluetas de vecinos de mis vecinos aparecen en las ventanas.​​ Nos saludamos. Entonces comienza. Todos miramos cómo las hamburgesas, las papas fritas y un salero con forma de vaca​​ naufragan​​ por encima de la baranda.

 

 

 

 

 

My neighbours´ dinner

 

​​ At dawn, my neighbours’ dinner is on my lawn. My neighbours are in their apartment, washing their faces and brushing their teeth. Their apartment is one floor above mine, their dinner outside mine, attracting flies and cockroaches. The flies and cockroaches are on top of, and underneath, the two fatty steaks, the burned onions, the squeezed lemons. The sun is orange when it rises. It sneaks between the leaves, and the steaks begin to steam. All morning, and late into the afternoon, the garden smells of barbecuing meat. In the evening, my neighbours come home from work. They turn on the radio and loll along. Outside, the sky begins to turn blue. When it is dark blue, but not yet black, my neighbours make dinner. They open their windows and turn on the oven. As the heat leaves the lit-up city, smoke from cooked meat fills the garden again. My neighbours carry forks and knives, glasses and plates out to the balcony. They set the table and sit down in front of it. They have a good chat. It becomes a heated chat. There are shouts in a strange language. Shouts of anger or of pleasure. Silhouettes of my neighbours’ neighbours appear in windows. We wave hello. Then it begins. We all look on as beef patties, French fries, and a salt shaker shaped like a cow sail over the railing.

 

 

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