Un poema de Efraín Bartolomé

Leemos poesía mexicana. Leemos un poema de Efraín Bartolomé (Ocosingo, 1950). Ha publicado libros fundamentales para la poesía mexicana como Ojo de jaguar (1982), Música solar (1984), Cuadernos contra el ángel (1987) o Corazón del monte (1995). El poema que leemos pertenece a Cantos para la joven concubina y otros poemas dispersos (1991).

 

 

 

 

 

 

Noviembre

 

Yo tuve una mujer. Era noviembre: mes transparente, aéreo, delgado como un fino cristal,

como una laminilla del ópalo más frágil.

 

Teníamos una casa.

 

Nuestra casa tenía un patio accidentado donde brotaba una gran roca oscura:

tronco del tiempo, raíz de un gran dolor.

 

Patio de piedra negra y hiedra verde bajo la sombra de los robles.

Piedras con musgo en la estación de lluvias

y manchas ocres en el noviembre funeral.

 

Fue en un claro noviembre:

Yo tuve entre mis manos la urna y aún quemaba.​​ 

 

Nunca estuve más solo que en noviembre.

Nunca estuve más solo en los primeros aletazos del frío:

Solo la roca negra guardaba para mí un poco de sol pálido.

 

Anochecía.

Tras la cortina verdinegra veía arder la ciudad: la gran herida:

millones y millones de lenguas articulando billones de palabras:

ninguna para mí.

 

Yo quería mirar

pero del cielo fracturado se desprendían ya los primeros fragmentos.

 

Noviembre ya tenía la voz enronquecida.

 

Vendrá otra vez Noviembre.

Y otra vez.

Y otra vez.

 

Y yo seré un anciano de voz pausada y frágil

que guardará en su pecho

como una fruta seca

un corazón pequeño

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ ligeramente amargo.

 

 

 

 

 

 

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