Hilda Hilst nació en Jaú, São Paulo en 1930 y murió en Campinas (SP) en 2004. Fue una de las más importantes escritoras brasileñas del siglo XX, publicó una obra vasta y versátil en los géneros de poesía, ficción, crónica y dramaturgia. Autora de más de 15 libros de poesía, entre los que destacan: Presságio (1950), Balada de Alzira (1951), Sete cantos do poeta para o anjo (1962) y, Cantares de perda e predileção (1980). Recibió numerosos reconocimientos como el Prêmio PEN Clube de São Paulo, el Prêmio Jabuti, entre otros. La siguiente muestra fue seleccionada y traducida por Indira Díaz.
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No hay silencio que baste
Para mi silencio.
En las prisiones y en los conventos
En las iglesias y en la noche
No hay silencio que baste
Para mi silencio.
Los amantes en el cuarto.
Los ratones en el muro.
La niña
En los largos corredores del colegio.
Todos los perros perdidos
Por los cuales he sufrido:
Mi silencio es mayor
Que toda soledad
Y que todo silencio.
Não há silêncio bastante
Para o meu silêncio.
Nas prisões e nos conventos
Nas igrejas e na noite
Não há silêncio bastante
Para o meu silêncio.
Os amantes no quarto.
Os ratos no muro.
A menina
Nos longos corredores do colégio.
Todos os cães perdidos
Pelos quais tenho sofrido:
O meu silêncio é maior
Que toda solidão
E que todo o silêncio.
Me mataría en marzo
si te parecieras
a las cosas perecederas.
Pero no. Fuiste casi exacto:
dulzura, calma, amor, amigo.
Me mataría en marzo
de no ser por esta nostalgia que tengo de ti.
Y la incertidumbre del descanso.
Si yo sobreviviera casi nula,
Inerte como el silencio:
El verdadero silencio de catedral vacía,
sin santo, sin altar. Sólo yo misma.
Y si no fuera verano,
Y si no fuera el miedo de la sombra,
el miedo de la lápida en la oscuridad,
el miedo de que sobre mí
broten plantas y entierren
sus raíces en mis dedos.
Me mataría en marzo
Si el miedo fuera amor.
Si marzo, junio.
Me mataria em março
se te assemelhasses
às cousas perecíveis.
Mas não. Foste quase exato:
doçura, mansidão, amor, amigo.
Me mataria em março
se não fosse a saudade de ti
e a incerteza de descanso.
Se só eu sobrevivesse quase nula,
inerte como o silêncio:
o verdadeiro silêncio de catedral vazia,
sem santo, sem altar. Só eu mesma.
E se não fosse verão,
e se não fosse o medo da sombra,
e o medo da campa na escuridão,
o medo de que por sobre mim
surgissem plantas e enterrassem
suas raízes nos meus dedos.
Me mataria em março
se o medo fosse amor.
Se março, junho
IV
(fragmento)
A Vinicius de Moraes
A la hora de mi muerte
estarán a mi lado más hombres
infinitamente más hombres que mujeres.
(Porque fui más amante que amiga)
Sin duda dirán cosas que no fui.
O entonces con gran generosidad:
No era mala poeta la pequeña Hilda.
Tendré rosas en el cuerpo, en las manos, en los pies.
Lo sé porque hice un pedido cursi
A mi madre: “Quiero tener rosas conmigo
A la hora de mi muerte”.
Y habrá rosas,
Son todos tan delicados
tan delicados…
A la hora de mi muerte
estarán a mi lado más hombres
infinitamente más hombres que mujeres.
Y uno de ellos dirá un poema siniestro
a modo de balada en tono menor...
tiene tanto miedo de la tierra
la muchacha que hoy entierran.
Hizo un poema, hizo un soneto
mucho más mío que de ella
Lá, lá, ri, lá, lá, lá, lá.
IV
[fragmento]
A Vinicius de Moraes
Na hora da minha morte
estarão ao meu lado mais homens
infinitamente mais homens que mulheres.
(Porque fui mais amante que amiga)
Sem dúvida dirão as coisas que não fui.
Ou então com grande generosidade:
Não era mau poeta a pequena Hilda.
Terei rosas no corpo, nas mãos, nos pés.
Sei disso porque fiz um pedido piegas
à minha mãe: “Quero ter rosas comigo
na hora da minha morte”.
E haverá rosas,
São todos tão delicados
tão delicados…
Na hora da minha morte
estarão ao meu lado mais homens
infinitamente mais homens que mulheres.
E um deles dirá um poema sinistro
a jeito de balada em tom menor…
Tem tanto medo da terra
a moça que hoje se enterra.
Fez poema, fez soneto
muito mais meu do que dela.
Lá, lá, ri, lá, lá, lá, lá.