Poesía chilena: Aldo Alcota

Leemos poesía chilena. Leemos algunos poemas inéditos de Aldo Alcota (1976), pertenecientes al libro Telúrica. Además de poeta es artista visual. Fue uno de los fundadores del grupo surrealista Derrame.

 

 

 

 

 

 

 

 

Aldo Alcota​​ (Santiago de Chile, 1976).​​ Artista visual, poeta, periodista y gestor cultural. En Chile participó en la creación de la revista surrealista Derrame y fue uno de los fundadores del grupo homónimo. En Valencia, España, animó la aventura poética del Simultaneísmo y formó parte del equipo de la revista Canibaal (arte y literatura). Actualmente es parte del consejo de redacción de la revista valenciana 491. En 2013 publicó su primer libro de poesía​​ Guayacán / Virgen Bacon​​ por Ediciones Contrabando de Valencia. Colaboró en el movimiento Phases, animado desde París por Édouard Jaguer y Anne Éthuin. A expuesto sus dibujos y pinturas en Elías Gallery y Fundación Sebastián (Ciudad de México); Fundación Eugenio Granell (Santiago de Compostela); Perve Galeria (Lisboa); Espacio Valverde (Madrid); Pratt Institute de Brooklyn (Nueva York); Galería Imprevisual (Valencia); London Art Fair (Londres); Scope Art Show (Basilea); Galería Taller de Rokha (Santiago de Chile)…​​ 

 

 

 

 

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Se miran y se miran. Hablan. No se escuchan. Estrategias de no solución ni diálogo. Miran a cada rato el reverso del espacio, siempre de pie, aunque les cueste. Desean bailar para dejar la tristeza. No pueden. Zigzaguea la terracota y la pared comenta algo. Otro zigzagueo con afán de reventar un contexto hilachento. Tantos ecos extraviados en el parque de los devaneos. Se oyen a cada rato.

Una geodinámica pírrica sale desde el ombligo de la pared. Es el espasmo. ¿Qué hablaba la pared? El idioma erróneo. Pared, cuéntales sobre ese arnés en un paradero de autobús. O de esa gorguera en el contenedor de basura.​​ 

La mano con gorguera, huesuda y larga, les pregunta cosas. ¿Sabrán responder?​​ 

Jadea la noche en el zamarreo​​ de adoquines.​​ 

 

 

 

 

 

 

 

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Pared, muéstrales un temblor salido de tu inmovilidad. Ahora las palabras son fragmentos rocosos bajo un​​ palacio que flota en el aire. La huella del seísmo, sus minutos de fama, su presión en la tierra congestionada por discursos lóbregos. ¿Vieron los salones sin asientos? ¿Dónde están los sillones? ¿Y las mesas?​​ 

Un olor a verano y sus pejerreyes en el agua.​​ 

Grifos mudos.​​ 

Fuman cigarrillos del miedo tras una columna neoclásica. Mucha tos idiomática. El neumático mojado pasa sin saludar a la cocina. Un puente parido por la pared. Ya era hora que se dieran cuenta de su acracia.​​ 

Afuera el hambre come hierba y transgrede sus códigos. Come con desparpajo. El mar se concentra en un banco de plaza y espera que desde las ventanas de los edificios arrojen kilos de ansiedad. Se habla fuerte. Se crea otro eje de la noche.​​ 

Pared eres madera mojada. Te quejas. Unos de estos días te morderás a ti misma. Será un acto de amor.  ​​​​ 

 

 

 

 

 

 

 

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A pesar de su pasividad

la pared padecía de movimientos neuróticos​​ 

de murmullos constantes.​​ 

Las metamorfosis​​ dificultaban su respirar.

Se movía se meneaba se pulverizaba

en espera del algún misterio.

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Misterio hogareño que daba alas por unos minutos.

Si la pared pudiera separarse del suelo, consecuencia privilegiada​​ ante la​​ desdoblada belleza…

Aunque el desahogo pasaba rápido.

Las alas pesan mucho.

El desplome cyborg.

 

 

 

 

 

 

 

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Pared digital. Películas donde reviven los muertos. Toda esa fantasmagoría desfila por historias pasadas y escenarios de pixel. Aparecen Pascale Ogier, Dominique Laffin y Lupe Vélez en sus motocicletas, síntesis de una revelación, a la espera de signos encendidos por el mito. Intimidad citadina con niebla, elegante y serena.​​ 

El celuloide hace la vida imposible al semi-esqueleto que fuma en el café de la rue des Abbesses / avenida Peris y Valero / calle Aldunate / avenida Cuauhtémoc. Tormento de bohemia en Pascale Ogier, Dominique Laffin y Lupe Vélez. Miren, acaban de besar la pantalla, desde​​ ese​​ otro lado.​​ 

El amor se diluye sin llegar a una forma fija.​​ 

Ellas viven en esa repetición de escenas, diálogos, en ese acento que sale desde una fina garganta. Rompen el aburrimiento a este encierro, ustedes lo saben​​ porque​​ vuelven a ver la mismas películas todas las noches, porque es la cita que tienen con​​ 

Espectralidad / Teatralidad.​​ 

Pascale Dominique Lupe. Las tres son una sola actriz de la sobrevivencia. Un yokai como ficción transparente, dando protección a su público fiel. Tres en un rostro de perfil. Crecen azucenas y girasoles en su cabello.​​ Ellas respiran en cada fotograma con un corazón hecho boca pintada. Eterno arrebato a gran velocidad. ​​ 

El cinema es el arte de los fantasmas…​​ Derrida.​​ 

Relidá. d. ​​  ​​​​ 

 

 

 

 

 

 

 

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El desarraigo en el pan, en su desorientación geográfica. Todo es mañana no existe. Solicitud de sol en soledad. Un Inti Raymi termina con la tos. Beben en la Plaza de Armas del salón. La noche y sus templos cantan a la peineta pariente de la espina.​​ 

Aquel pez gigante les mira a cada rato. Es una manera de lanzar un cohete tiempo​​ a la concavidad del cansancio.​​ Afonía por un rato.​​ 

Hablan.

Ahora con la máscara del inca serán invencibles.​​ 

“Tatatatatatatatayayayaya”

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ LOS SAICOS

YesNot​​ descubre unas sombras irreconocibles

 

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