Poesía colombiana: María Alejandra Buelbas Badrán

Leemos poesía colombiana. Leemos algunos textos de María Alejandra Buelvas Badrán (1995). Es ganadora del certamen Nuevas voces de poesía escrita por mujeres en Córdoba 2019 y del Premio Nacional de Poesía Tomás Vargas Osorio.

 

 

 

 

 

 

 

 

María Alejandra Buelvas Badrán (1995).​​ Es antropóloga e integrante de Calicanto, una apuesta de poesía y sonido. Parte de su trabajo poético figura en algunas antologías y revistas de su país y del​​ extranjero:​​ Altazor (Chile), otras inquisiciones (Alemania), El Humo (México). ​​ Fue ganadora del certamen Nuevas voces de poesía escrita por mujeres en Córdoba 2019, y del Premio Nacional de Poesía Tomás Vargas Osorio con su primer libro​​ Y ahora qué hago yo con esta cuchara​​ que edita Alcanfor editoras. Vive en Cartagena.

 

 

 

 

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El mar es siempre todo junto


Las olas un recoger continuo
de lo que sobra hacia dentro.


Las embarcaciones parten el agua
y el agua vuelve a juntarse.

Una gaviota levanta el pez
y ahí donde ya no hay pez
ahora hay agua.

Alguien disperso de pensamiento, nada.
Avanza, y ahí donde hubo hombre comienza a haber agua
y donde hubo agua desde siempre
hay agua de nuevo.

 

 

 

 

 

 

 

 

Clara vocación 

La violinista se rasca la canilla.
Algo de su profesión abreva
en ese movimiento.


Mi rascada es un poco más brusca,
como de tamborero, aunque yo tambor no toque.

Sus movimientos
uñas tropezando poros
son una nota alta,
una cuerda restregada con arco
una delicadeza que no entiendo

Pero que reproduce la violinista
contra su canilla,
con una pequeñísima violencia
como si eso fuera posible.

Como alguien que llora callado
en un balcón.
Como el árbol
convirtiéndose
en su violín.

 

 

 

 

 

 

 

Algo de periodismo científico

 

Existe una polémica
sobre cuánto demoran los huevos enteros
en cocinarse.

Cada quien escoge su número
en minutos
que oscila generalmente entre
el ocho y el doce.

Observe usted que son pocas las opciones.
Los más parcos
se abstienen de polemizar.

Dicen:
Depende del huevo
Depende del huevante
Depende de la consistencia de la yema.

Hay quienes toman un número,
ocho, digamos
y apuestan con paciencia
sin apasionamientos
sin parpadear.

 

Y hay los que prueban
todos los huevos de los otros,
y hacen mala cara, así les encante.


Y aunque estén llenos se comen siempre
su propio huevo
cocido o sin cocer
y sonríen.

 

 

 

 

 

 

 

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