Poesía mexicana: Conrado Zepeda Pallares

Leemos una muestra de poemas del poeta y académico mexicano Conrado Zepeda Pallares

 

Conrado Zepeda Pallares​​ (Puebla, México, 1980). Profesor de lengua y literatura en EE. UU., México y Puerto Rico. Poeta y ensayista. Autor y coautor de libros de texto y antologías​​ literarias (McGraw-Hill, Book Mart, Mx, Areté Boricua, Cundeamor). Ganador del premio PEN de Puerto Rico 2020 en la categoría de libro híbrido con​​ Mientras afuera llueve​​ (Ediciones del Flamboyán, 2019). Finalista del II Certamen Un poeta en Nueva York con​​ Trizas de viento seco​​ (Valparaíso Ediciones, 2022). Actualmente vive en San Juan de Puerto Rico donde se dedica al desarrollo de contenido educativo para estudiantes y profesores.

 

 

 

De​​ Mientras afuera llueve. San Juan: Ediciones Famboyán, 2019.

 

(1)

Escritura de sueño

 

Oigo batir las alas de una urraca.

Los semáforos están descompuestos.

Buscas mis manos.

Despierto con el cojín verde

entre las piernas.

 

Camino

por puentes rotos.

Oteas mi cuerpo

que germina en tu vigilia.

 

Soy el mismo.

 

¿Qué son los​​ sueños?

 

 

 

(2)

Llegar a tiempo

 

Me anido en la brisa del verano.

 

Observo

a ratos

mis traslados.

 

Amo la trama más que el desenlace.

 

Los jóvenes hablan en inglés.

 

El río es un conducto de aguas jabonosas.

 

Proceso los sistemas​​ 

que inducen al error del​​ 

pensamiento.

 

We will not bloom on the beach.

 

Contemplo las extremas privaciones

de mis ojos.

 

Miro la decadencia

de las proporciones.

 

La luz es un lugar​​ 

y un horizonte.

 

Camino sin sombras ni senderos.

 

¿Quién era yo antes de haber mudado de paisajes?

 

El huracán no me dejó ciego.

 

El gato negro recula.

El pardo sostiene el maullido.

El blanco me recibe sin opción.

 

Tengo hambre.

 

Olvidé mi abrigo.

 

En la biblioteca

escucho​​ 

una tecnología que no es mía

cada ondulación de los aires acondicionados

la tos​​ del doctor Córdova

el lápiz fino de Ernesto

la sabiduría​​ 

—que tampoco es mía—.

 

Elena escucha pájaros sin escribirlos.

Elena ve sus pasos sin darlos.

 

La espalda me truena

antes de llegar a la universidad.

 

Sonrío para los gatos.

 

Las Antillas nos​​ refugian a quienes vivimos en brumas interiores.

 

Guardo pimienta en la cintura,

sal y azúcar en las manos.

 

Detento​​ 

palabras sueltas

que siempre fueron mías:

hamaca y huracán, güiro y tatuaje.

 

Hay olvidos que son​​ 

imperdonables.

 

 

 

(3)

Ornitomancia

 

Una​​ señora teje con un punto​​ 

tan raro como viejo.

 

El autobús se marcha.

 

El tejido es azul con vivos púrpuras:

los hijos

el marido muerto

los amores de adolescente

la memoria

un carrusel y un perro

una vendedora de globos

un circo y unos tacos.

 

La​​ vendedora le sonríe a la niña.

El padre asiente.

La madre se va y no vuelve.

La tejedora suelta el globo.

 

El autobús frena.

Los ganchos se clavan

en los ojos del guarro imprudente.

 

Tejo.

Oigo batir las alas de una urraca.

 

Mi trama espera tu punzada.

 

 

 

De​​ Trizas de viento seco.​​ Granada: Valparaíso Ediciones, 2022.

 

(1)

¡Las precisiones de la memoria siempre serán un engaño!​​ 

Los detalles, un escape.​​ 

Las minucias, un pretexto​​ 

 

para evadir lo fundamental.

 

 

 

(2)

Para Angela Palmer1

 

Antes de darnos acupunturas y espejos​​ 

escribías​​ 

organizabas planetas con la letra​​ 

y la palma de las manos​​ 

que también estudiabas;​​ 

antes​​ 

de volverte piedra​​ 

y polvo de miles de millones de piedras​​ 

escribías​​ 

 

¿será que entonces hay que llegar tarde a la escultura​​ 

y pasar primero por el tamiz de las letras?​​ 

¿Cuántas cartas escribiste antes de cambiar de oficio?​​ 

¿Cuántos nombres memorizaste?​​ 

¿Cuántas cicatrices te salieron de las yemas,​​ 

las falanges,​​ 

los​​ corpúsculos de carne de tu mano diestra?

​​ 

-siniestra

 

¿Cuántas memorias se volvieron cristales​​ 

y amonio y azúcar y planetas?​​ 

 

Nos diste tatuajes de mundos​​ 

que habrán de habitar las otras cinco​​ 

posibilidades de habitar el universo.​​ 

Cinco.​​ 

Cinco​​ hasta 2015.​​ 

 

Vienes con más silencio

esculpiendo la noche​​ 

la verdad cubierta de preguntas​​ 

las dieciocho sábanas de aire​​ 

de repeticiones​​ 

gobiernos​​ 

silicios.

 

¿Será entonces que hay que llegar tarde?​​ 

Pregunto​​ 

 

En esto del verso y el polvo

nos vamos pareciendo más al telescopio​​ 

y al hallazgo

y a las respuestas que habrán de llegar​​ 

en formas de misterio

de hachas sepultadas​​ 

de artilugios sagrados​​ 

o simples indicios de huecos y grietas en el suelo desierto.

 

Llegarás​​ 

 

Callar parece que hace más que​​ la palabra viento​​ 

en vela

en turno

la palmera​​ 

los cinco exo planetas​​ 

Kepler-22-b

Kepler-69-c

Kepler-425-b

Kepler-62-f

 

145 000 estrellas​​ 

145,000 individual stars​​ 

250 años luz y ya está​​ 

uno termina por desconfiar de las palabras, de su luz, su fuerza,​​ su motivo

uno

más

uno

siempre

es

más que uno

 

¿ves las mismas retículas infinitesimales de mis anteojos? ¿me ves?​​ 

 

¿de qué sirve entonces la palabra ‘reflejo’ en un cristal antirreflejante?​​ 

¿De qué, el motor vibrante que hay en mi paladar?​​ 

 

Cinco​​ posibilidades de habitarme después de morir a solas o al lado de mi perro.​​ 

Cinco posibilidades de lluvia secándose en la palabra ‘viento’.​​ 

 

Sabes, bien sabes, que las misiones son las mismas:​​ 

descubrirnos copo a copo,​​ 

condenados a buscar el mismo tiempo.

 

¿Esculpir o escribir?, me dices.

Cocinar o callar, te digo.

Mirar pa’fuera de la casa me costará un planeta​​ 

completo y moribundo​​ 

se llama futuro.

 

-ninguno será Kepler, claro.​​ 

Yo no tengo el suelo ni la grieta ni el hueco.​​ 

Tengo apenas tu voz de viento seco.​​ 

Tu no-conocerte.

 

Tu reflejo​​ 

 

 

 

(3)

¿Se puede borrar el viento de una bocanada?

Yo sí pude.

 

En esta colina, una bicicleta es tan necesaria​​ 

como un par de zapatos

dices

los frenos, el ritmo, la automatización​​ 

digo

 

las estrellas son las​​ ruedas

que a la par me han de llevar

a esa mirada de huecos​​ 

arenas

pedregales​​ 

un acantilado de conversaciones punzantes

 

las

pendientes

 

copo a copo​​ 

en diciembre​​ 

para quedarme

me verás

 

volar ligero​​ 

como un gatito de felpa​​ 

descubierto en los​​ escombros

de salitre y de humo

me verás​​ 

 

apenas con un bulto

me verás

 

y Omara Portuondo

 

llover a las tres cincuenta de un trece de diciembre

con la piel dos tonos más clara

con luz y lumbre

con sabores de sémola y vainilla

de leche entera​​ 

y tú, de ti,​​ contigo

 

me verás

 

los rastros de hielo​​ 

me recuerdan a ratos que

más vale quitarse las canas de la nariz

cuando se puede

 

la piel también se horada

cuando se le cuida

 

me engolfo​​ 

en discusiones que debería rechazar​​ 

 

nuestras tardes se van quedando​​ tiesas

de tanto evadir

lo fundamental:

 

el viento

el alce

las cicatrices​​ 

 

¿me oyes?

 

 

 

De​​ Pedagogía del duelo.​​ Inédito, 2024.

 

(1)

Hierba maestra (Artemisa Absinthium)​​ 

Hay silencios de mate
para que la memoria se cimiente
y se llueva el recuerdo.​​ 

Hay​​ silencios de mentol para que el dolor se madure en un cubito de sal.​​ 

Hay, también, silencios de guayaba
días que se anclan en un grito,
una llamada, una madrugada, una escena imposible.​​ 

Días que se quedaron en los días
silencios que son de nuevo rumor y canto
canto que ha de volver a ser memoria:
la cena en que nos diste un colibrí
y que ha de volver a solas
en enero.​​ 

Te veo sin sal y sin grito,
sin el susto de haber nacido enredada.​​ 

Esta vez​​ 

en vez​​ 

me ves.​​ 

Estos días de verte en los jardines pesan menos
flotan
se parecen​​ 

a la espera
de verte partir a oscuras a las nueve de la luna.​​ 

Verte​​ 

Quiero verte​​ 

 

(2)

Granada (Punica Granatum)

Agua de arriba del monte de abajo del tiempo​​ 

agua de acequia, de aljibe, de alberca
agua mozárabe y morisca
agua pétrea de sándalo y jazmines
agua de azahar de azul de aceite azul

Agua vierto
para esperarte
hirviendo el té
se sirve como entonces.

Agua va viendo volar
los engranajes
de abajo llegan de arriba se crea
la salud y la limpia
siempreviva agua azul azúcar alarife
agua mansa surtidora de volcanes
agua y rostro dios luna corriente
agua brama el agua sin trazos de espera
agua sana corre busca a sus amigos
baja y sube el cerro rojo y de colores.​​ 

 

Desde aquí́ los colores han callado
es agua y agua zambulle la luz geométrica​​ 

agua cuadrada agua gorda dulce y perentoria.​​ 

 

Agua de boca de león desfigurado
agua fuente manantial patidifuso
agua de Juana la sabia y de Isabel la madre
agua que ha de seguir su rumbo sin historia
agua de libros de cuero y sal sin​​ miel​​ 

ni sortilegios​​ 

aguas de telas ligeras limpias​​ 

aguas sin pesadumbre​​ 

 

aguas​​ 

aguas​​ 

agua​​ 

 

la gracia se lleva dentro.​​ 

 

 

 

(3)

Manzanilla (Chamaemelum Nobile)​​ 

 

Jardinera a tu jardín,

de tu verde a tu verdor

surcas la mar terrenosa

y la conviertes en​​ pan,​​ 

fiestas de tierra y sigilo jardinera a tu jardín.

 

Siembras clamores y dichas​​ 

con tus vástagos alados​​ 

jardinera a tu jardín

tus hijos son voladores

y polinizan tu mar.​​ 

 

Ficus y truenos y pinos

oyameles y jazmines​​ 

jardinera, a tu jardín.

 

Tus​​ manos son las corolas​​ 

de las flores de tu boca.

Cuéntanos un cuento, Mara

y haz que aparezca la Lourdes​​ 

la Sabrina, la Martina,

la Soledad y la Aurora

para que la tierra seca

se transforme en un jardín.

 

Jardinera, a tu jardín

tu partida se me estrella​​ 

en helechos y en las rosas​​ 

pensamientos y bromelias​​ 

palos de sabiduría

del Brasil y de Castilla​​ 

son tus nombres, jardinera,

nombres

historias

hierbas

tajos de luz y de savia​​ 

tajos de tu mirada.

 

Jardinera, a tu jardín

todas tus mujeres juntas

las​​ sin-nombre, las sin-techo​​ 

las calladas y las brujas

las hermanas y las madres

las vecinas y enemigas

todas volaron de noche,

también a las nueve en punto​​ 

después de que Pedro y Pablo​​ 

les dieran fin a sus cantos.

 

Jardineras, sus jardines​​ 

¿son posibles​​ de borrar?

 

 

 

(4)

(re) nacimiento

 

recurro a una luz matricial

renazco

la agitación desaparece​​ 

es hora de aquilatar el silencio​​ 

 

perduro en el aire​​ 

predigo mi respiración en el agua nueva​​ 

mis dedos se desplazan sin remordimiento​​ 

¿qué más puede darme​​ esta piel?​​ 

 

¡¿qué superficies rasposas han lacerado estas diez yemas?!,​​ 

exclamo

 

los primeros pasos siempre son los más torpes

nos reímos, cierto,​​ 

las rodillas saben doblar el cuerpo todo​​ 

para aprender a caminar

 

recurro a esa luz

para salir,

de nuevo,

a respirar

 

la enfermera​​ 

hace música con mis nalgas originales​​ 

la partera​​ 

compone un nuevo ciclo:

hora de nacimiento

diecinueve horas

lunes

diez

de noviembre ​​ 

 

bailo​​ 

mis dedos reconocen

lo que viene:

un trozo de caftán​​ 

un pie de árbol

un terrón de​​ arena​​ 

dos ramitas de hinojo

y una máscara de jade

 

recurro a una luz matricial

 

madre​​ 

arena

tierra

vientre

padre​​ 

viento

tiempo

 

es hora de encender la dicha

1

​​ Angela Palmer,​​ artista plástica escocesa y experiodista.​​ 

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