Poesía peruana: Yohei Moriya Miyakawa

Leemos poesía peruana. Leemos poemas del nuevo libro de Yohei Moriya Miyakawa​​, La médula del silencio. Es un poeta​​ peruano-japonés. Ha sido el director de Fundación Biblioteca Virtual El Último Bastión​​ y​​ fundador de la Catedra Intercontinental Antonio Cillóniz De La Guerra. Es miembro de MCIERGO. Sus poemas han sido traducidos al italiano, francés, inglés, árabe y japonés. Su poemario​​ Memorias Evocables​​ fue publicado en Bilbao España.

 

 

 

 

 

 

 

 

Esencia de Dos: Un amor en plenitud

 

En el resplandor de dos almas entrelazadas,

el amor es la certeza que disipa la niebla.

Es el canto de la tierra, donde dos energías vivas se entrelazan,

nutriendo y otorgando aliento.

 

Originan la calidez en un mundo donde sembrar equilibrio es una batalla ganada.

 

Cierran los ojos en un beso sincero,

fusionándose como una enredadera fresca,

bajo la luna que solo responde al llamado de la cordillera.

 

Su amor es horizonte que crea días y un hogar,

con la fertilidad de sus manos, bendecidas por el tiempo.

 

¿Cuántos susurros para germinar con ternura cada semilla?

¿Cuántas vidas entrelazadas en los caminos de sus ancestros?

¿Cuántos kilómetros recorridos desde los albores del tiempo para amanecer junto al sol?

 

Ese amor que creció pausado, cuando las palabras se forjaron en el fuego,

se erige como promesa en la integridad del viento.

 

Ese amor donde las caricias son las únicas armas, sabe que las fronteras no tienen cabida.

 

Se entregan mutuamente con la orientación del sol, con luz antigua en sus miradas,

y así vuelan juntos hacia la abundancia de la vida.

 

La lógica del amor fractura lo imposible:

dos también es la esencia misma de ser uno.

 

Cuando dos se aman con sabiduría, todo está consumado.

 

 

 

 

 

 

 

XI

 

Más allá de las murallas se extiende el horizonte,

donde las amapolas tiñen de rojo los campos,

en un lienzo de trigo nuevo que se mece al viento,

allí donde las criaturas danzan con su inocencia desnuda.

 

En algún rincón remoto, oculto a esta mirada cansada,

donde el eco del exilio se desvanece en el aire,

se alzan paisajes de ensueño y libertad,

donde los recuerdos florecen como jardines olvidados.

 

Pero aquí, donde mi vista se detiene,

chocando contra las piedras del camino,

solo encuentro el eco sordo de mi propio destierro,

incapaz de retornar al hogar que una vez conocí.

 

Cada paso que doy, cada suspiro que escapa,

es un lamento por lo perdido y un anhelo por lo lejano,

pero sigo adelante, en busca de un destino incierto,

sabiendo que mi verdadero hogar vive en los recuerdos de mi memoria.

 

 

 

 

 

 

 

XXX

 

Con sus alas de ébano extendidas, desafían al sol poniente,

ahuyentando sus últimos destellos hacia los abismos profundos

donde las sombras se entrelazan con la oscuridad primigenia.

En sus ojos ardientes arde la llama de la rebelión,

mientras la tempestad que aviva se eleva desde las cimas más altas,

como un rugido de leones en la noche oscura.

 

En el crepúsculo, danzan al compás de los vientos salvajes,

tejiendo misteriosas auroras con sus movimientos erráticos,

como ecos ancestrales que resuenan en los valles olvidados.

Bajo el manto estrellado, susurran secretos al cosmos,​​ 

cuentan historias de batallas perdidas y sueños inalcanzables,

mientras el eco de su grito desgarrador se desvanece en la eternidad.

 

 

 

 

 

 

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