Sobre Li, nuevo libro de Adriana Tafoya. Texto de Daniel Téllez

Daniel Téllez escribe sobre el nuevo libro de la poeta y editora Adriana Tafoya, Li (Editorial Morgana, 2024). Ha publicado más de una docena de títulos de poesía. Recibió el “Galardón Líderes Transformando Vidas” (La Academia A.C) en reconocimiento a su trayectoría y labor social en el ámbito de la literatura (2022).

 

 

 

 

 

 

 

Subversión del orden simbólico:​​ Li​​ de Adriana Tafoya

 

En una clara línea de recuperación del cuerpo a través de la escritura, anclada en la subversión del orden simbólico,​​ apuntada​​ por Hélène Cixous en su célebre libro de 1975,​​ Le Rire de la Méduse et autres ironies, la poeta Adriana Tafoya (Ciudad de México, 1974), nos entrega una apuesta​​ notoriamente​​ disruptiva y altamente transgresora.​​ Li​​ (Ediciones Morgana, 2024, Col. Loba Madrina, Vol. 5)​​ es la condensación de un trabajo previo que ahora se cristaliza en una apuesta visceral que sacudirá hondamente la perspectiva feminista,​​ no solo de quienes escriben y leen poesía escrita por mujeres sino también un cambio en el modo de enunciación que pasa y zarandea el estilo literario propiamente.

Li​​ dice de la escritura escrita por mujeres;​​ escribe​​ de la escritura desde la poesía y desde ese terraplén alcanza y surca otros ámbitos, el histórico, el lingüístico,​​ incluso, el antropológico. La voz poética habla de la escritura y al hacerlo habla de la mujer, de su otredad, de su deseo de disfrutar siendo otro/s, de la ideología heteropatriarcal masculina que reprime.​​ 

La desautomatización del lenguaje​​ que opera en los poemas de​​ Li​​ se cimenta en la transgresión morfológica que sufre el pronombre personal​​ él.​​ Se despliega una​​ semántica femenina que “busca que el discurso de​​ él​​ se vuelva inoperante,​​ él​​ que condensa en dos letras el conjunto de símbolos de opresión”,​​ señala​​ Armando M. Morales en el prólogo. Pero también se desmarca de la nómina de autoras de voz genuinamente femenina,​​ como la perspectiva heteropatriarcal gusta definirlas desde décadas atrás. Que haya un “estilo” propiamente​​ femenino​​ -aparte de la polémica​​ que el término​​ despierta-​​ es​​ una cuestión no resuelta​​ todavía​​ en el panorama mexicano; la poesía​​ feminista” ha evidenciado​​ un problema que para resolverse requiere de la visibilidad y del análisis de sus temas nodales.​​ 

En​​ Li, Adriana Tafoya nos​​ comparte​​ la mirada de una voz poética que escribe como mujer no solo para las mujeres, sino que se decanta por una desterritorialización de los asuntos femeninos desde una realidad políticamente incorrecta e incómoda,​​ contada desde un proceso de cambio en el lenguaje que busca romper y por qué no, contraponerse -como anoté antes- al canon heteropatriarcal. Un planteamiento teórico-poético​​ que desde el título sacude mitos que prevalecen en el discurso falocéntrico y el sistema de lo simbólico y​​ acentúa​​ su llamado a una interlocución abierta, no sexista,​​ ni determinada por la concepción genérica binaria, para internarse en la escritura.​​ 

Con este libro de poemas, Adriana Tafoya​​ cuestiona y​​ sacude​​ el proyecto logocéntrico​​ que pretende​​ refundar​​ -persistentemente-​​ el falocentrismo, esto es,​​ asegurar al orden masculino una razón igual a la historia misma.​​ En​​ Huevo moteado​​ de 2021, su anterior libro, había​​ propuesto​​ esta​​ nueva veta​​ que ahora​​ en​​ Li​​ re-suscita, donde​​ todas las historias​​ pueden ser​​ contadas​​ de otro modo,​​ donde​​ las fuerzas históricas​​ de ellos y ellas, arrellanadas en un​​ status quo​​ en el que todos pretendemos sacar ventaja,​​ cambia,​​ trasmuta​​ de manos, de cuerpos, de voz:​​ 

 

 

 

 

AA​​ (fragmento)

 

…En espera de lis hombres lunares

esos nombres distintos

hijos​​  deli semen fresco de lu higuera

que estaban unidos

a nosotras​​  por li río.

Esos hombres​​  no invasores​​ 

pero comprometidos

con li agua

porque su erección crecía

a ritmo de lis olas.

 

 

 

En esta​​ sugerente​​ atalaya, la poeta​​ Adriana Tafoya​​ escudriña​​ el​​ presente desde otro lente, donde las mujeres vienen de lejos, de fuera, de debajo, del otro lado de la “cultura”, de las infancias que tanto cuesta a los hombres​​ reconocer y olvidar​​ y que condenan​​ a priori. Aprisionadas las mujeres en cuerpos “mal criados”, se les desea, por ellos, intactas a sí mismas,​​ frigidificadas.​​ Por ello, la voz poética​​ propone la necesidad de hallarse​​ desde otro​​ modo​​ más libre y más humano; una semántica​​ del deseo​​ que​​ entreteje​​ sacude​​ y transgrede​​ la presentista trama​​ sociológica​​ femenina anclada -incluso desde el púlpito de la poesía autodenominada femenina- al​​ artificioso esquema fálico.​​ Aquí no hay abnegación​​ ni falsos egoísmos, ni embuste,​​ hay un modo de decir abrupto​​ que altera​​ el orden lingüístico y la aparente calma​​ del orden indiscutible:

​​ 

 

 

 

000​​ (fragmento)​​ 

 

Por eso busco

que aliguien me ame por ti

que revuelva lis esferas de fósforo

que estallan a li más sencillo roce.

Necesito aliguien

que pase sus manos como lis tuyas

pero menos frías, pero más grandes

sobre estos senos, dentro

de mi fosforescencia interior.

Necesito recordarte

y que li recuerdo agonice

entre lis besos​​  en leche de nardos

y hambrienta

-con li voluntad delu deseo-

comer pececillos

de otros ríos lejanos

porque después​​ 

li corriente

-de esos mismos aguajes-

me llevará a ti.​​ 

 

 

 

En​​ Li, la cuestión de la filiación​​ masculina​​ oscila, cambia de orientación.​​ Jamás aparecerá​​ el pronombre personal​​ él, su​​ morfología y​​ discurso de vuelve inoperante; se advierte inoperante. La estructura heteropatriarcal​​ masculina desde la que todo se nombra se ve sacudida y​​ sustituida no por​​ elle,​​ estructura​​ lingüístico-espacial que abraza​​ a las personas no binarias, personas que​​ no se identifican como​​ él​​ o​​ ella.​​ Ese otro modo de ser y estar en el mundo, encuentra y elige​​ li, como errancia​​ y​​ diseminación​​ del habla​​ y de la pluralidad poética de​​ los otros rostros, cuerpos, símbolos y​​ feminidad. Ciertos artificios son​​ abolidos en su​​ naturaleza​​ cómplice y culpígena​​ y​​ se transmutan en su​​ decir​​ erótico​​ animal y aleatorio:​​ 

 

 

 

EEE

 

Un círculo es trazado​​  por li dedo​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​​​ con dulces movimientos​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ para inflamar li seda​​ 

 ​​ ​​ ​​​​ y lu satín​​ aperlado​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ de lis cortinas-nubes​​ 

en li tierra.​​ 

Una boca es trazada​​  por​​ lis dedos​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​​​ para darle vida​​ 

y hacerla gritar​​ 

como agua hirviendo.​​ 

Dos o tres dedos​​ 

con li suavidad​​ 

lábil​​  delu labial​​ 

con una erección infinita.​​ 

Dueños de un placer telúrico​​ 

deli trueno​​ 

en lis tormentas.​​ 

Agua micelar inunda lu todo​​ 

(Un pobre viejo escucha li radio)

​​ 

 

 

Con​​ Li, Adriana Tafoya​​ ha parido un continente lingüístico. El sujeto enunciativo/la voz poética es sometido a un renacimiento, motivo y eje de una mitología personal que sacude.​​ Mujer que cuestiona desde diversos rostros, diosa, madre, sacerdotisa, profeta, bruja, princesa, el orden simbólico.​​ Li​​ como​​ Huevo moteado​​ son la pulsación semiótica del lenguaje más reciente de la poesía mexicana escrita por mujeres.​​ Escritura que está en relación con la no-relación, de lo que la historia prohíbe, lo que lo real excluye o no admite​​ y​​ puede manifestarse.​​ Un libro​​ de​​ lo​​ otro​​ y del deseo vivo,​​ de lo femenino vivo; del​​ deseo​​ que desencadena una escritura virtuosa​​ y​​ perspicaz​​ que impone​​ su necesidad sin dejarse intimidar por el chantaje cultural y la sacralización de las estructuras​​ lingüísticas.

 

 

Daniel Téllez

 

 

 

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