Dossier de poesía africana: Theombogü

Porque los tiempos que corren requieren descolonizar el imaginario, la poeta y traductora venezolana Mariela Cordero prepara un dossier de poesía africana. Leemos aquí, en la segunda entrega, al poeta camerunés Theombogü (Douala, 1984), seudónimo de Théophane Mbogué. Ha vivido y trabajado en Chad. Su libro más reciente es Un refuge autre que l'exil (Cygne, 2023).

 

 

 

 

 

 

Theombogü​​ es escritor e investigador camerunés. Entre sus libros destacan​​ Demain ne viendra jamais​​ (La Crypte, 2014),​​ Un Végan chez les Pygmées​​ (Pétra, 2022),​​ Un Refuge autre que l'exil​​ (2023) y​​ Remember Kamerun​​ (Classiques Garnier, 2025). Ganador del programa PAUSE del Collège de France en 2019, es miembro del comité de la revista Po&sie, fundada por Michel Deguy.

 

 

 

 

 

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Curioso animal

 

Él espera, espera, espera.

Sus días pueden estar desvaneciéndose,

sus​​ expectativas pueden esfumarse

sus fuerzas pueden huir

él​​ espera.

Él siempre​​ espera.

¿A quién?

a​​ lo viviente

Él aguarda, aguarda, aguarda.

Su desilusión puede intensificarse

su angustia puede amplificarse,

Su miseria puede acentuarse.

Él​​ siempre​​ aguarda.

Sigue aguardando

¿A quién?

a lo​​ terrenal.

Él sueña, sueña, sueña.

Su cotidianidad puede perecer,

su abatimiento puede perdurar,

su aplastamiento puede acrecentarse.

Él sueña.

Él​​ siempre​​ sueña.

¿Con​​ quién?

con lo​​ existente.

Él quiere, quiere, quiere.

La ciencia puede colmarlo​​ de bienestar,

las​​ religiones pueden saciarlo​​ de optimismo,

las irreligiones pueden ofrecerle platos de duda,

Él quiere.

Él siempre quiere.

¿A​​ quién?

a lo humano.

Él, tiembla, tiembla.

La vida puede sonreírle,

la razón puede iluminarle,

la fe puede fortalecerle,

Él tiembla.

Él siempre​​ tiembla.

¿Quién?

el​​ mortal.

 

De​​ Demain ne viendra jamais,​​ La Crypte, 2014.

 

 

 

 

 

 

 

 

Contarse a sí mismo

 

Se necesitan​​ palabras, cualquiera que sea su tamaño, para hablar a estos seres olvidados, para decir a estos hombres, mujeres y niños que cruzan fronteras que lo​​ peor no está detrás de ustedes, sino delante.

Se necesita​​ el​​ aliento para hacer oír su voz en medio del espantoso​​ bullicio​​ del mundo, para decir a los afligidos por la enfermedad de​​ “Occidente”​​ que lo peor no está detrás​​ de usted, sino delante.

Se necesita​​ la memoria de los hechos para relatar lo sucedido durante la travesía, para decir a quienes caminan hacia Occidente que lo más​​ duro no está detrás de usted, sino delante.

Se necesita​​ el silencio para rendir homenaje a los valientes que han muerto en el camino, en prisiones inhumanas, en el desierto y en el Mediterráneo, para recordar a los aspirantes a cruzar que la muerte no está​​ ni detrás ni delante de ustedes, sino con ustedes.

Se necesita todo esto, pero no se tiene nada. Faltan palabras, aliento, memoria y​​ silencio para decir lo que se ha visto, lo que se ha vivido, lo que se ha perdido.​​ A veces se confunden con quienes aún tienen patria.

 

 

 

 

 

 

 

 

En tiempos de guerra

 

Es la​​ guerra... Aquí viene. Él gime. Llora. Mira al cielo.

“¿Qué se puede​​ hacer para ser útil a los hombres y mujeres que defienden las fronteras de nuestro país?”, se pregunta a sí mismo.

No tiene armas y no quiere ir a la guerra. Viene y va. Va y viene. Tras varias horas de reflexión, decide por fin escribir un poema y enviárselo a un amigo que está en primera línea, en una ciudad muy destruida por el fuego de la artillería. Pero no lo consigue.

“¿En qué idioma le escribiría?”, se pregunta. El poeta en​​ tiempos de guerra no tiene idioma. Su poesía no tiene voz. Su escritura​​ no tiene forma.

Está muy decepcionado por no haber podido​​ escribir ni una sola palabra. Él​​ mira​​ al cielo. Llora. Gime ¿Qué​​ hacer? Recuerda que su madre le decía que en las zonas de conflicto nadie oye el murmullo de los gusanos.​​ “Se gana una guerra​​ con el sonido de los cañonazos, no con la ira de las palabras”.

Se pregunta. Se preocupa. Mira al cielo. ¿Qué​​ hacer? ¿Ir a la guerra? Mueve la cabeza de derecha a izquierda, de izquierda a derecha.

“Los poetas no van a la guerra”, piensa.

De repente, oye extraños pasos y voces al otro lado de su​​ ventana. Alguien​​ llama a su​​ puerta. Permanece​​ en silencio, no se​​ mueve. De una violenta patada es derribada la puerta de su departamento. Lo atrapan, lo golpean, lo​​ atan. Quieren llevarlo a un​​ lugar de​​ tortura. Uno​​ de ellos saca una navaja del bolsillo y procede a​​ degollarlo. Todos​​ empiezan a reírse de él.

Él mira al​​ cielo. Grita... grita... grita... Nadie le oye gritar. Sus vecinos se han ido a la guerra.

 

 

 

 

 

 

 

El poeta y la poética

 

¿Su disgusto? Convertirse en poeta o ser presentado como tal. La poesía contemporánea le repugnaba.

Una mañana quemó sus manuscritos, sus poemarios publicados y los libros de poesía contemporánea que tenía en su pequeña biblioteca.​​ “¿Cómo se puede​​ enseñar poesía?”, se preguntó. Luego dirigió su mirada inflamada de cólera a las obras de los poéticos.

“Enseñar​​ poesía es un trabajo triste”, pensó.

Despejó su estantería de todas esas obras y​​ las hizo correr la misma suerte que los libros de poesía contemporánea. Desde aquel día siempre le resultaron extrañas las personas que se presentaban como poéticos.

​​ Una noche de abril, solo en su habitación, abrió la carta que le había enviado un lector:

“Aprecio su estilo, que ofende sensibilidades, trastorna costumbres y hace pensar. Pero, como poeta, dudo mucho que su lenguaje sea bien recibido por el público al que se dirige​​ principalmente”.

Sonrió con pesar al cerrar la carta.​​ “Escribo en la prisión de la lengua ajena”, dice en un susurro.​​ “¿Puede un escritor exiliado tener un público objetivo?”​​ se preguntó.

Decidió no leer más nada, no escribir nada más.

 

De​​ Un Refuge autre que l'exil,​​ Cygne, 2023.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Albert Aoussine (Camerún)

Theombogü (Camerún) 

 

 

 

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