Claudia Sandoval (México, 1993) Becaria en la disciplina de poesía del PECDA Hidalgo 2023, Premio Estatal de Poesía “Efrén Rebolledo” 2021 por Bitácora de mis entrañas (Secretaria de Cultura de Hidalgo, 2022). Diplomada en Creación Literaria por el INBAL. Máster en Género y Diversidad por la Universidad de Oviedo, España. Psicóloga y Maestra en Ciencias Sociales por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
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Vi a Saturno devorar a su hijo,
la sangre que rezumaba de la carne rota y los huesos caía a mis pies.
Cuando miré al suelo, vi mi reflejo bermellón.
Era mi boca la que arrancaba la cabeza de mi hijo.
Mi cuerpo está atrapado
debajo de un extraño.
Siento cómo su piel se deshace
y cae a pedazos sobre mí
dejan un rastro de sangre cuando resbalan chocando unos contra otros por el movimiento desigual de nuestros cuerpos.
Al final, estoy recostada boca arriba
en medio de la burbuja
que hacen las sábanas antes de caer sobre la cama.
A veces veo a los fantasmas
de mis-hijos-no-nacidos en las esquinas de mi casa.
Empezó con uno y, con el tiempo, vinieron los demás.
Sus imágenes aparecen en el rabillo de mi ojo y los veo pasearse por los espejos.
Estoy segura de que se están comiendo una a una mis memorias.
Cerca de la avenida encontré el cadáver de un perro,
las distancias entre palabras son extrañas, no sé si es un perro o es un cachorro.
Los cadáveres no descansan suavemente sobre la tierra
como en las películas,
el que yo encontré
se sostenía sobre los puntos más altos de dos rocas pequeñas.
Si esto fuera un programa policiaco el detective llegaría a la conclusión de que al occiso lo movieron de lugar después de muerto.
Me imagino a un hombre
cargando en sus manos callosas
el cadáver del perro,
dejándolo descansar
sobre los puntos más altos
de dos rocas pequeñas.
Después de la primavera
el cadáver del perro se escondía entre la maleza, en ese momento entendí la lluvia,
que la Tierra es redonda
y que los cadáveres buscan testigos
para que alguien los busque entre la maleza.
Yo también quiero testigos de lo que se rompió,
de lo que está muerto,
de mi propio cadáver.