El milagro en Gargano
En el monte Gargano, frente a la gruta, milagrosamente
encontró un toro que había escapado.
Fue necesario arrancar su arcángel
de sus callosidades. Masticar en los días laborables,
tragar en los días de fiesta. Todo va a parar a las cloacas
en el misterio del gran lavado.
Se rompe una sola vez: en el crujido de los anzuelos,
escapando del transporte, en la galopada por la ciudad,
vadeando el río, surcando los enredos,
con incredulidad en la Gran Nevera.
Atacama
Arena en una barcaza, un arbóreo somnoliento,
en una parada culebras de collar, un momento calentado
y giro.
Rescatamos los erizos del asfalto caliente y por eso
no llegaremos para el primer semestre.
Sólo una zamarra hinchada del planeta
y el vientre acampanado de un asteroide me detienen
por más tiempo. ¡Un delgado abrigo azul!
Inclino ligeramente el bioprocesador y empiezo a
babear.