Camila Eschmann Navarro (Punta Arenas, Chile, 1993) es educadora social infantil y juvenil, poeta y transcriptriz. Ha participado en recitales como No podrán mutilarnos la voz y Islas desoladas en el Estrecho de Magallanes, además del Encuentro Internacional de Escritores M.I.E.L. y la antología Luces Desoladas. También colaboró en la feria literaria Vendaval en Puerto Williams.
***
Hijas de la misma madre
Caminando al unísono,
El sonido de las suelas de zapato,
Y el silbido del viento,
Haciendo música en mis amígdalas,
Recorriendo las células más recónditas,
en vuelo me susurran...
Somos hijas de la misma madre
Somos hijas de la misma madre.
buscando protección en aquel árbol
Puedo sentir cómo la rama
Se hunde en mi vientre
Podría ser la extensión
De mi cordón umbilical.
Ga lo pe an do an do
Ga lo pe an do va mos
Fin
3 veces,
Miré tus párpados,
3 veces,
Miré tus párpados,
3 veces,
Te dormiste.
6 lágrimas
Voté.
Mi corazón se incendiaba,
Por mirar esa puerta,
Y saber que al salir
No volvería a ti.
Dormido sonreías,
No leíste el fin.
cruces misteriosos
Cuando las masas se mueven,
todo puede pasar.
Historias guardadas
en corazones curiosos
esperan su instante para despertar.
La vida, en su danza incierta,
traza cruces misteriosos.
Quien camina lento tropieza
con quien corre sin reposo.
Dos mundos chocan,
dos ojos se miran,
Catarsis destemplado
Un universo nace
sin palabras, sin esfuerzo.
boca, un eco dulce,
una armonía secreta.
El sonido más cercano
a la melodía del viento
cuando susurra en mis ausencias.
De vez en cuando,
para no olvidar que hay conexiones
que son inevitables,
que hay historias grandes
que quedan guardadas
como tinta invisible
en las páginas del tiempo.
A cualquiera que se lo merezca
El invierno dónde palpitaban mis manos
Olvidándose de sus raíces australes
Rojas y tambaleando suspiros
Tartamudeando desesperadas
Sin fuerzas para cachetear
a cualquiera que se lo merezca
El pasado desvergonzado
Me lo he llevado en carretilla,
Mientras el hielo traspasaba capa tras capa
Ja ja ja esbozaban mis palmas,
Cómo si la fuerza de la escarcha
no fuese suficiente para taparles la boca
Y ahora menos que nunca morirán,
Porque a quien le ha tocado ver
los dedos salpicados de escupos ajenos,
Podrá perdonar a cualquiera que se lo merezca,
La manta de supe heroína que he ido tejiendo
La sacaré a flamear, flamearemos nosotras y ustedes
A quienes pensaron enterrados en la nieve,
Pero que pudieron hacer fogatas
para calentar a cualquiera que se lo merezca.