Nuevxs Maestrxs: Mario Meléndez

Para pensar la poesía escrita en estos primeros veinticinco años del siglo XXI, el dossier "Nuevos maestros de la poesía panhispánica" nos acerca a algunas de las voces más representativas y sólidas de la poesía contemporánea. Leemos aquí al poeta chileno Mario Meléndez (1971). Círculo de Poesía ha reeditado su antología El mago de la soledad.

 

 

 

 

 

 

Mario Meléndez​​ (Linares,​​ 1971)​​ ha publicado libros como​​ Vuelo subterráneo, El circo de papel, La muerte tiene los días contados, Esperando a Perec, Jardín de escombros​​ y​​ El mago de la soledad. Parte de su obra ha sido traducida a más de 15 idiomas. En 2012 fija su residencia en Italia y al año siguiente recibe la medalla del Presidente de la República Italiana, concedida por la Fondazione Internazionale Don Luigi di Liegro. En 2015 es incluido en la antología​​ El canon abierto. Última poesía en español​​ (Madrid, Visor). En 2017 algunos de sus poemas aparecen traducidos al inglés en la mítica revista​​ Poetry Magazine​​ de Chicago. En 2018 regresa a Chile para asumir como editor general de la Fundación Vicente Huidobro. En 2022, RIL editores publica su obra poética reunida bajo el título​​ Apuntes para una leyenda​​ y la antología​​ Réquiem para frutas suicidas.​​ 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ars moriendi: La poesía de Mario Meléndez

 

“La muerte tiene los pies helados” nos dice un verso de “Abrígate, Gladys,” poema que escribe como una elegía a la profesora y política chilena Gladys Marín. Los gusanos de la muerte aparecen y reaparecen en sus poemas. El título de su libro de 2010 afirma que​​ La muerte tiene los​​ días contados. “Nadie nos enseña a morir…” anuncia el poema del mismo título que sirve de epílogo para el libro​​ Jardín de escombros. Leer la poesía de Mario Meléndez es ser instruido en el arte de la muerte. La ironía, claro está, como nos dice en “Oveja negra,” es que nunca podremos despedirnos de Dios ni tampoco de la muerte que nos acompaña en todo.

 

Traducir la obra de alguien es llegar a conocerla de manera profunda. Llega su voz como visita a los sueños, sus frases salen a pasear con uno por las calles y los jardines –los cuervos ya no son cuervos, ni son esa ave que le trajo el mensaje de​​ nunca más​​ a Poe, sino son también aquellos pájaros que vienen a comerse los ojos de Van Gogh– entran sus palabras a dialogar con los versos de uno mismo. Por lo tanto, se podría decir que sólo conocí la obra de Mario Meléndez al traducir su cuarto libro,​​ Esperando a Perec, poemario en el que los gusanos exclaman “Presente” al pasar lista en el entierro de Cervantes. Esto significa que conocí a Mario como maestro artesano ya avanzado en su trayectoria, como artista que ya había realizado su Grand Tour–ese viaje al exterior que por fuerza hace que el “yo” tenga ese encuentro con la enajenación y la soledad tan necesaria para cristalizar una voz original–, como poeta con una vasta biblioteca a la mano y una visión poética ya bien desarrollada. De ninguna manera quiero desestimar los poemas preciosos de su juventud, aquellos con que ganara el Premio Municipal de Literatura en el Bicentenario de Linares a los 22, ni tampoco ese primer librito​​ Autocultura y juicio, que sacara apenas a los 20 años y que fuera tan bien recibido y elogiado en su momento. De hecho, en esos poemas de mocedad se encuentran las semillas que darán su fruto en su madurez, los destellos de los rumbos que tomarán su poesía. En esto se parece tanto a Vallejo y esos heraldos negros que le visitaron en el primer poema de su primer libro y lo acompañaron a lo largo de su obra. 

 

Decir que Mario es lector voraz es caer en lo más obvio y es no decir nada. Decir que es una persona generosa que abre puertas a muchos y que, pese el rigor absoluto de su propia práctica, es acogedor y celebra la poesía donde sea que la encuentre sin importar si la estética comparta afinidad con​​ la suya o no, es ya decir algo de él como persona y también como poeta. Hay quienes no pueden ver más allá de sus propios gustos y hay otros, como él, que entienden que la poesía no tiene que ver con movimientos ni con lo que está de moda, sino con una práctica que busca llegar a lo esencial, llegar a decir algo tan verdadero que no importa si es invención pura o la mismísima verdad, que llega como un gato que quiere ser poeta. 

 

“La muerte vive entre esa raya / y el paréntesis…” comienza el brevísimo poema de Mario que figura como el último texto de​​ El circo de papel​​ en la versión más reciente de su poesía reunida​​ Apuntes para una leyenda​​ que sacó RIL en 2022. Curiosamente, el poema no aparece en la versión del libro que publicara Linajes editores en 2009. De igual modo, el​​ Vuelo subterráneo​​ que aparece en 2002 bajo el signo de Palabra Virtual, y que recoge poemas de cuatro libros anteriores, se organiza de manera diferente de la versión recopilada por RIL. De hecho, el título de su poesía reunida,​​ Apuntes para una leyenda, toma como título uno ya usado unas dos veces anteriores. ¡Qué fastidio!, el mío, de enumerar diferencias entre las versiones de libros, ¡qué cosa de fama frente a un cronopio! Pero no lo mencionaría si no fuera porque en este reciclaje constante de títulos y este barajar y rebarajar poemas entre libros, no se oteara algo de lo que hace en sus mismos poemas.

 

¿Qué es la literatura sino una casa de espejos? ¿Qué es sino una partitura inconclusa en la que los sueños, los temores, la vida y la muerte, los amores, los rencores y todos los fragmentos contradictorios de una vida cualquiera cohabitan? ¿Qué es sino esa caja llena de palabras, frases e imágenes que hijos, padres y abuelos usan y reconfiguran para intentar comunicarse? 

 

Los temas de la literatura son pocos: el amor, la locura, la política, la muerte y algunos más. El poeta diestro en su arte sabe cómo tomar sus obsesiones y convertirlas en prismas que refractan los otros temas. He dicho que la poesía de Mario es un ars moriendi. Efectivamente, la muerte​​ es su stella maris, su cruz del sur y bajo ese signo saca las palabras de los grandes maestros de su cajón y los baraja con las suyas. Luego las baraja de nuevo. De esta manera su poesía se convierte en un ars poética. ¿Qué hacer frente la muerte? Sentarse a barajar y rebarajar poemas en el interminable juego de carioca que es la vida. 

 

 

Jeremy Paden

 

 

 

 

 

 

 

***

 

 

 

 

 

No hay pájaros en el árbol del lenguaje

sólo palabras que saltan al vacío

como frutas suicidas

 

 

 

 

 

 

 

Arte poética

 

Una vaca pasta en nuestra memoria

la sangre escapa de las ubres

el paisaje es muerto de un disparo

 

La vaca insiste con su rutina

su cola espanta el aburrimiento

el paisaje resucita en cámara lenta

 

La vaca abandona el paisaje

continuamos escuchando los mugidos

nuestra memoria pasta ahora

en esa inmensa soledad

 

El paisaje deja nuestra memoria

las palabras cambian de nombre

nos quedamos llorando

sobre la página en blanco

 

La vaca pasta ahora en el vacío

las palabras están montadas sobre ella

el lenguaje se burla de nosotros

 

 

 

 

 

 

 

 

La hija de Rimbaud

 

La niña del vestido abierto

se levanta a la hora

en que las palabras están de fiesta

porque ella misma es una fiesta

cuando tiende sus muslos al sol

y el viento la recorre

con sus dedos infinitos

Un triciclo de cristal la espera

junto a las flores del patio

y un nido de mariposas ciegas

se desnuda entre sus huesos de miel

Y en su lecho de plumas azules

ella cuelga sus trenzas de trigo

y cuenta sus abejas muertas

hasta quedarse dormida

mientras la tarde la envuelve

con sus labios amarillos

La niña del vestido abierto

se despierta a la hora

en que los relojes sueñan

porque ella misma es un sueño

cuando abre su vestido

y los gorriones se amontonan

locos de amor

sobre sus pechos de papel

 

 

 

 

 

 

 

 

Pedagogía inconclusa

 

El niño le pregunta al padre

si las palabras envejecen

El padre le responde al hijo

que las palabras siguen tan jóvenes

como en el primer día

El niño corre donde el abuelo

para llevarle la buena nueva

Y el viejo abre de golpe

el cajón de las palabras​​ 

para que estas le cuenten el secreto

 

 

 

 

 

 

 

 

Mi gato quiere ser poeta

 

(Basado en una historia real)


Mi gato quiere ser poeta
y para ello revisa todos los días mis originales

y los libros que tengo en casa

 

Él cree que no me doy cuenta
es demasiado orgulloso para dejar que le ayude

 

Lleva consigo unos borradores
en los que anota con cuidado​​ 

cada cosa que hago y que digo

 

Ayer no más, en uno de mis recitales
apareció de incógnito entre la gente

vestía camisa a cuadros
y mis viejos zapatos rojos que no veía hace tiempo

 

Al terminar la función se acercó con mi libro en la mano
quería que lo autografiara

y para ello me dio un nombre falso

un tal Silvestre Gatica

 

Yo le reconocí de inmediato
por sus grandes bigotes y su cola peluda
pero no dije nada y preferí seguirle la corriente

 

Luego me deslizó bajo el brazo uno de sus manuscritos
“Léalos cuando pueda, Maestro”, me dijo
y se despidió entre elogios y parabienes

 

Y sucedió que anoche y como no lograba dormir
levanté con desgano aquel obsequio para darle una mirada

Era un poema de amor
un hermoso poema de amor dedicado a Susana
la gatita siamés que vivía a los pies del sitio

 

Parecía un texto perfecto
tenía fuerza y ritmo e imaginación
y todos los elementos necesarios
para decir que era un gran poema
y sin duda era un gran poema
un poema como pocas veces había leído

 

Entonces me entró la rabia y la envidia y la cólera
y me pilló la madrugada con el texto entre las manos
sin atreverme a romperlo o hacerle correcciones

 

Que Dios me perdone por esto pero no veo otra salida
mañana echaré a mi gato a la calle

y publicaré el poema bajo mi nombre

 

 

 

A Yashin, inolvidable sujeto peludo

que ahora viaja hacia otros cielos​​ 

y amaneceres sonámbulos

 

 

 

 

 

 

 

La playa de los pobres

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 1

 

Los pobres veranean en un mar

que sólo ellos conocen

Allí instalan sus carpas

hechas de mimbre y celofán

y luego bajan a la orilla

para ver la llegada de los botes

curtidos de adioses

En la playa

la miseria se broncea boca abajo

el hambre toma sol en una roca

los niños hacen mediaguas en la arena

y las muchachas se pasean

con sus bikinis pasados de moda

Ellas tienden sus toallas de papel

y se recuestan a mirar el reventar de las olas

que les recuerda la forma de un pan

o una cebolla

Mar adentro nadan los sueños

Y ellas ven al vendedor de helados

acariciando sus pechos

o a ellas mismas en un viaje hacia la espuma

del que regresan con vestidos nuevos

y una sonrisa en el alma

 

 

 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 2

 

Los pobres veranean en un mar

que sólo ellos conocen

Y cuando cae la tarde

y el horizonte se desviste frente a ellos

y las gaviotas se desclavan del aire

para volver a casa

y el crepúsculo es una olla común

llena de peces y colores

ellos encienden sus fogatas en la arena

y comienzan a cantar y a reír

y a respirar la breve historia de sus nombres

y beben vino y cerveza

y se emborrachan

abrazados a sus mejores recuerdos

Mar adentro nadan los sueños

Y ellos ven a sus hijos camino de la escuela

cargando libros y zapatos y juguetes

o a ellos mismos regresando del trabajo

con los bolsillos hinchados

y con un beso pintado en el alma

Y mientras ellos sueñan

el hambre apaga sus fogatas

y se echa a correr desnuda por la playa

con los huesos llenos de lágrimas

 

 

 

 

 

 

 

 

La invitación


Mis funerales serán mañana, no te los pierdas

trae a los niños si quieres

habrá números para todos los gustos

habrá mimos y magos y payasos

y una cantante como nunca has escuchado

Vendrá gente de todas partes a celebrar este día

Los estudiantes llegarán con sus globos azules

los pobladores alzarán sus banderas a un lado​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ de mi tumba

las hojas bailarán al compás del viento

que también estará presente en este sencillo homenaje

y una mujer desnuda como nunca has visto antes

entrará en mi ataúd y lo sellará por dentro

Qué más te puedo contar

Los vendedores gritarán sus ofertas apostados​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ en las cruces

y ofrecerán retratos míos que no me favorecen

y también mis originales que no son originales

sino copias que algún vivo imitó con cuidado​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ para enriquecerse

Te pido no compres nada​​ 

más bien disfruta el momento

porque a las quince en punto un coro de grillos

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ dará inicio a la fiesta

Entonces se apagará el cielo de golpe

cuando las nubes lo cubran en señal de respeto

y las palomas dibujen mi nombre en pleno vuelo

y las abejas llenen de miel los recuerdos​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ y las lágrimas

Y hacia el final del día

cuando todos estén cansados y borrachos

un niño que no sabe leer pedirá la palabra

y dirá el más bello discurso que jamás has escuchado

Ya sabes, no faltes a esta cita

no hagas que me levante de mi tumba para tirarte​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ las orejas

o que esconda para siempre las llaves del cementerio

y no tengas a quien llevarle flores

 

 

 

 

 

 

 

 

Cicatrices de guerra

 

A veces

cuando me emborracho

las palabras me traen a casa

en un viejo triciclo de madera

Y lejos de quitarme los zapatos

y acostarme

como ocurre en estos casos

me dejan tirado en el jardín

lleno de hormigas

y con la cara pegada

al foco del alumbrado

Eso te pasa por escribir malos poemas

me dicen

y se marchan cantando y riendo

abrazadas

a mi última cerveza

 

 

 

 

 

 

 

Abrígate, Gladys

 

a Gladys Marín

 

Abrígate, Gladys

que la muerte tiene los pies helados

y una lágrima en la sien

No bastarán tus rojos huesos para este viaje

ni la saliva de tu corazón

Date trato

que hay lombrices añorando tus entrañas

tus axilas luminosas

tus rodillas que adivinan el país de los enanos

Ve despacio

no te olvides de marchar entre las tumbas

no te canses​​ 

y ojo con las hormigas que te deprimen

con aquéllas que presienten tu color desde lejos

tu color sin maquillaje, tus encías de viento

tu cabello enjaulado que crece cuando ríes

compañera de las horas golpeadas

todo vale en esta noche sin orillas

donde la eternidad pasa descalza entre tus muertos

y tiene hambre de abrazarte

porque sabe que tus gestos resucitan

y se echan a volar sin despedirse

y se pierden en la patria de los sueños

y ya no vuelven

Qué harás ahora sin ti

sin tu esqueleto de pan mojado  ​​ ​​ ​​​​ 

sin tus pechos que ladran de orgullo

sin tus sábanas heridas

ahora que la ausencia se desviste para otros

qué harás bajo la tierra sin conocer a nadie

Abrígate, Gladys

y amarra bien tus cenizas por si te arrepientes

 

 

 

 

 

 

 

Cámara lenta

 

El señor del chaleco triste

ya no da de comer a las palomas

los domingos por la tarde

 

Ahora ha encontrado una viuda joven

con la que espera pasar sus últimos días

tendidos en el lecho y comiendo manzanas

 

Los domingos por la tarde

vuelve a aquella plaza

del brazo de su amada

 

y se sienta en el mismo banco

a contar la misma historia

que antes repitiera a las palomas

 

La mujer escucha embelesada

cada palabra que asoma​​ 

por la boca de su héroe

 

El paisaje se cruza de brazos

el viento cabecea y bosteza entre los árboles

la tarde sale a estirar las piernas

 

las palomas lo miran con nostalgia

 

 

 

 

 

 

 

Oveja negra

 

Nunca nos despedimos de Dios

tampoco lo hicimos de la muerte

 

Éramos arrogantes hasta decir basta

creíamos que al final

las musas se pondrían de rodillas

 

Pero estábamos equivocados

nadie nos esperaba en ninguna parte

ni siquiera en el más allá

 

 

 

 

 

 

 

Acción de gracias

 

Día 1

 

Enterró el cuchillo en el cuerpo de Cristo​​ 

lo cortó con la pericia de un viejo cirujano

y lo dejó sobre la mesa junto al plato​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ de ensaladas

Oremos / dijo / mientras entraba en un éxtasis​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ anterior al deseo

Pero los niños ya habían devorado las orejas​​ 

Los padres se peleaban los intestinos

La abuela mordía un riñón en la cocina

El perro huía con los huesos al cuarto​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ de invitados

Sólo quedó la cabeza girando sobre sí​​ misma​​ 

La muerte​​ los miró con infinita clemencia

limpió el cuchillo en la barba de Cristo

y volvió al cementerio con la cabeza bajo​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ el brazo

 

 

 

 

 

 

 

 

Louis​​ Armstrong​​ / Neil​​ Armstron​​ / Dos héroes de USA​​ 
T
rompetas que vencieron la fuerza de gravedad

 

El jazz es una brújula para aquellos astronautas​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ que vuelven a casa​​ 

Una frase repatriada en los archivos del Times

 

Alguien olvidó mis anteojos en la luna ​​ 

Eso dijo Thelonious a su sicoanalista​​ 

 

Y aquel viejo contrabajo flotando en el espacio​​ 

como una lágrima del Misisipi envuelta para regalo​​ 

sudor de negros en la frente de un cometa​​ 

saliva de ángeles en el ombligo de Dios

 

Un minuto de silencio por el compañero Gagarin​​ 

Un minuto de silencio también por mí​​ 

dice la muerte sentada en la batería​​ 

Estas baquetas se las robé a un demonio llamado​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Cozy Cole

 

Debemos lavar los pies a las hormigas​​ 

no pueden andar así adentro de la nave

La NASA es estricta en esto (Neil Armstrong

Otra frase desempolvada del Times)

 

O esa foto de Louis en Los Campos Elíseos  ​​ ​​ ​​​​ 

El niño que aparece de espaldas se asemeja a Rimbaud

Las ranas cantan mejor que usted / le dice

son más afinadas a la hora de hacer el falsete

 

Un balde de agua fría para Louis​​ 

que ahí mismo improvisa una ráfaga de grillos​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ malhumorados

 

Sería un mimo perfecto / le recomienda​​ Marceau

su rostro evoca ciertas nubes que amenazan desangrarse

 

El jazz es una brújula para aquellos eternautas​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ que vuelven a casa​​ 

Eso dijo Thelonious a su sicoanalista​​ 

 

Pero el silencio es una fosa clandestina​​ 

que amontona epitafios en el vacío

(Miles Davis / Otra frase estrangulada en los archivos ​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ del Times)

 

 

 

 

 

 

 

Nadie nos enseña a morir

 

Nadie nos enseña a morir

Un día nos apagan la luz y despertamos solos​​ 

en un jardín de escombros

entre gusanos que nos miran con desprecio​​ 

y arañas que pasan todo el tiempo de mal humor​​ 

Despertamos con miedo en las axilas

oyendo pájaros que desafinan bajo la lluvia​​ 

y hormigas que se aferran a nuestros pies​​ 

porque no tienen dónde ir

Despertamos para volver a morir​​ 

escondiéndonos​​ del viento que regresa​​ 

con las rodillas rotas

olvidando nuestros gestos​​ 

frente a un espejo sonámbulo

colgando de nuestra sombra​​ 

para no caer a un pozo ciego​​ 

donde flota el cadáver de Dios

¿Sabrán nuestros juguetes​​ 

que la infancia no tiene patria​​ 

y el recuerdo es otro espectro​​ 

en un desierto sin sol?​​ 

 

 

 

 

 

 

 

Mario Meléndez​​ (1971 - )

 

La muerte vive entre esa raya​​ 

y el paréntesis

 

No tengo apuro, me dice

Tómate tu tiempo

 

 

 

 

 

 

Dos poemas inéditos

 

 

 

 

Yo no soy Bob Dylan

 

Veníamos de la Autopista 61 sin encontrar lo que​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ buscábamos​​ 

No estaban las puertas del cielo quemadas al borde​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ del camino​​ 

como nos había dicho el viejo Woody

tampoco el revólver de Huracán Carter​​ 

humeando en la guantera de un Dodge color albino

Solo hallamos postales del ahorcamiento​​ 

que un ciego vendía a la salida de un​​ McDonald´s​​ 

un disco de Billie Holiday cantando​​ Frutas extrañas​​ 

con una voz que le paraba los pelos hasta a las​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ hormigas

pero esas puertas y ese revólver habían desaparecido​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ sin dejar rastro

Los verán en la calle de la desolación / nos dijo​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ el capitán Ahab​​ 

mientras lanzaba su arpón contra las nubes creyendo​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ que eran ballenas

Nos marchamos de la Autopista 61 como un canto​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ que rueda sobre una lápida

La quinta hija del primer padre nos dio las llaves​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ de su ambulancia​​ 

Llevo el cadáver de​​ George Jackson​​ en una camilla

nos dijo​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Es mejor tomar un atajo​​ 

así evitarán al sheriff y a la patrulla antidisturbios​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ que sale de las alcantarillas

He visto en mis visiones que no llegarán a esa calle​​ 

Pero hallarán a la dama de las tierras bajas portando​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ a Noé del brazo​​ 

son dueños del motel en la Autopista 61

Allí pueden pasar la noche hasta que Joan Báez ​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ toque a su habitación​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ para hacer la limpieza

Si oyen disparos / no corran​​ ni recen al altísimo

son Garret y Billy the Kid agujereando las puertas​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ del cielo

 

 

 

 

 

 

ES LO ÚNICO QUE PUDIMOS CONSEGUIR

 

Un maniquí con la cara de Rimbaud​​ 

eso pidió Desnos como último deseo

Le trajeron uno con la cara de Dios​​ 

Es lo único que pudimos conseguir

dijeron los guardias muertos de risa

Entonces se echó el maniquí al hombro​​ 

y deambuló por las barracas recitando​​ 

El barco ebrio o el poema a las Vocales

Cuando llegó Una temporada en el infierno

ya tenían abiertas las fosas de Terezín

Cavamos una para ti y otra para el muñeco

dijeron los guardias muertos de risa

Pero los guardias ignoraban que esas fosas​​ 

eran para ellos y que Desnos moriría​​ 

noches después abrazado a su fantasma

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nuevos maestros de la poesía panhispánica

 

Marialuz Albuja Bayas

Álvaro Solís

Raquel Lanseros

 

 

 

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