Si el río abriese los ojos: Antología de la continuidad. Jesús Montoya (Venezuela)

Juan Lebrun, Bolivar Pérez y Zorian Ramírez construyen un dossier de nueva poesía venezolana, Si el río abriese los ojos: Antología de la continuidad, título en homenaje a César Panza y Caneo Arguinzones. Leemos aquí a Jesús Montoya (1993). Además de poeta es traductor. Su libro más reciente es Transandínica (hochroth Verlag, 2021).

 

 

 

 

Si el río abriese los ojos: Antología de la continuidad.​​ Es una selección que reúne voces de poetas venezolanos nacidos a partir de 1990. La muestra nos invita a reflexionar acerca de​​ las diversas identidades que se presentan en la poesía​​ actual venezolana. La escogencia del título rinde homenaje a dos voces que dejaron una huella fundamental en el panorama más reciente de la vida literaria del país: César Panza, con su verso​​ Si el río abriese los ojos qué viera, y Caneo Arguinzones cuando dice que​​ Haber retrocedido al abismo ha convertido la continuidad / en una festiva alabanza. César nos devuelve la pregunta de la identidad sin pretender abrirnos los ojos, sino buscando que habitemos con él la pregunta; defiende lo auténtico mientras nos habla de la impermanencia.​​ Caneo plantea una​​ vivencia corporal que enfrenta a la muerte, pero que, en un detenerse, busca la continuidad de la vida como una “festiva alabanza”. Estos autores y referentes, por siempre jóvenes, son voces desenfadadas, discontinuas, navegantes de lo incierto en el río identitario, vitales, como las que presentamos a continuación.

 

 

 

 

 

***

 

 

 

 

 

Jesús Montoya​​ (Tovar, Mérida, 1993)​​ es​​ poeta, traductor y ensayista. Doctorando en Estudios Literarios en la Universidad Federal de São Carlos. Es Licenciado en Letras mención Lengua y Literatura Hispanoamericana y Venezolana por la Universidad de Los Andes y Magíster en Estudios Literarios por la Universidad Federal de São Carlos. Ha publicado los libros​​ de poemas:​​ Las noches de mis años​​ (Monte Ávila Editores, 2016),​​ Hay un sitio detrás de los incendios​​ (Valparaíso Ediciones, 2017),​​ Rua São Paulo​​ (Fundavag Ediciones, 2019), obra con la que obtuvo el II Premio Franco-Venezolano a la Joven Vocación Literaria, y​​ Transandínica​​ (hochroth Verlag, 2021), libro bilingüe español/alemán, con versiones del poeta y traductor Léonce W. Lupette. Tradujo el disco de poemas​​ Catecismo salvaje​​ (El Taller Blanco Ediciones, 2021) y​​ Paubrasilia alucinata: historia natural de mi patria​​ (Hanan Harawi Editores, 2024), del poeta brasileño Wilson Alves-Bezerra, como también la antología​​ Trato con el viento. 22 voces​​ de la poesía​​ brasileña contemporánea​​ (Editorial Escarabajo, La Noche Agitada, 2024). Pertenece al comité de redacción de la revista POESIA de la Universidad de Carabobo. Participó en la residencia virtual Looren América Latina “O que estamos traduzindo?” (2021), con el apoyo de​​ Specimen​​ –​​ The Babel Review of Translations​​ y la Fundación​​ Pro Helvetia. Actualmente se desempeña como profesor de español.

 

 

 

 

 

 

 

 

Mudo nudo

 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Con escalofrío, la lengua se levanta a barrer la casa.
 ​​​​ Cepilla su desganado cuerpo, pintarrajea su músculo

 ​​ ​​​​ ausente de vértebras.

 ​​ ​​ ​​​​ 

Hoy es lunes clarividente, y hay que barrer la casa,​​ 
 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ piensa ella.
 ​​ ​​ ​​​​ La casa de la lengua no es robusta,
 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ sus paredes son blancas y verdosas,
 ​​​​ su sala cristiana nos mira, nos mira girar

pasillos delgados como sombras.

 ​​​​ Simbólica no es, herbívora de luz, ¿é?

La lengua, ¿una máscara vaciada?,
 ​​ ​​ ​​ ​​​​ ¿una cáscara neurótica?

 

La lengua tiñe cosmética su atareo,

¿ustedes le dijeron algo? Díganle la verdad,
porque estoy tan solo, quiero decir, tan sola la lengua está
 ​​ ​​​​ que inventa una deshabitada acentuación,​​ 
un oportuno corte.
 ​​​​ 

 ​​ ​​​​ Barre la casa y escucha canciones de su tierra.
La tierra de la lengua es exterior a su cuerpo​​ 
 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ pero la realidad le impone.​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ ¿Le impone?

 ​​​​ La realidad turbulenta le impone sucesos.

Su bisabuela, por ejemplo, murió el martes pasado.

Y la lengua lloró solitaria en unas escaleras
 ​​ ​​​​ frente a los árboles.
Lloró lágrimas peculiares, casi históricas,
 ​​ ​​ ​​ ​​​​ lágrimas que trémulas cayeron por sus aftas.

Quiero decir, lágrimas como luceros, como perros ladrando.

 

Este mes pretende ser exageradamente ningún lugar
 ​​ ​​ ​​ ​​​​ para la lengua.
Pero hoy, lunes, con su escoba amarilla
 ​​ ​​​​ empuja el polvo, empuja inconsciente viejos restos,
materias estiradas por el suelo.

​​ 

Hace días que la lengua no barre.

Hace días que no ve a nadie, que no habla con nadie.
​​ Pero hoy es lunes de imágenes sumergidas,​​ 
 ​​ ​​ ​​​​ de objetos desmoronados como sonidos vastos.

​​ Pastosa está ella, cada papila camina por un vocablo diferente,​​ 
 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ fracturado.​​ 

Cada una recorriendo surcos, descifrando grafías en los escondrijos.

 

Se asemeja a lo que empuja.
 ​​ ​​ ​​​​ Empuja el barro al aire.

Empuja, empuja su raíz delicada, diría transparente.

 ​​ ​​ ​​​​ El aire es la semilla de la lengua.

 

Barre y barre arañas encantadas.

Les dice:​​ quiero ser destejida por la oscuridad.

Y todo esto nos confunde
porque primero va la sombra, luego la lengua.

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Primero va la sombra arrastrada por la luz que filtran las ventanas.

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ La sombra de la lengua no es un racimo
 ​​ ​​​​ pero es una cosa.
Una anquilosada cosa,​​ 
una cosa que tiende su espectro,
 ​​ ​​ ​​​​ su macabra desnudez en las superficies.

Superficies, superficies camuflan su presencia.

Ya no viste igual.

 ​​ ​​​​ Sus trapos descansan como esqueletos en urnas.
 ​​ ​​​​ O eso imagina cuando los ojos la suturan entera,
 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ torpe al trabarse sin justificación.

 

También imagina que es una multitud muda,
 ​​ ​​ ​​​​ que un panteón celeste aguarda en la profundidad de lo que barre.

Allí el sol como una luna cortada nace de la tierra,
 ​​ ​​ ​​​​ paciente para el mirar.

 ​​​​ 

Luego olvida.

Luego fisura la mañana con ociosas preguntas,
 ​​ ​​ ​​​​ 
¿soy una piedra?, ¿soy una piedra escrita
en un libro?,

¿soy una piedra ladrada en una página?,

¿soy una piedra repetida?

Ninguna piedra es igual a otra.

 ​​​​ ¿Acaso, tan siquiera, he entendido
a la piedra?

Al vagarla la he vuelto un crematorio de enigmas.

Parla, parla cuando desplaza por sueños al fumador
 ​​ ​​ ​​​​ en la boca de la puerta.

¿Con quién habla?, ¿qué le dice? ​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Este lunes hay tanto silencio.

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 
Recoge tímida sus dudas.​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ La lengua, como una tortuga, se esconde en sí misma.

 

 

(De​​ Rua São Paulo, 2019)

 

 

 

 

 

 

 

Trapecista

 

en la terapia​​ 

el traductor retrasa los días.

 

Sabio se teje de sí como la araña​​ 

que trabaja.​​ 

 

La terapeuta trata de apaciguarle​​ 

el espasmo del habla.​​ 

 

La terapia es lenguaje, le zanja,

y menciona a Lewis Carroll,

y bífida salta la rana que pernocta​​ 

aquí sentada, dada la perplejidad.

 

Nómada silencio de mutaciones​​ 

que transitan su nonsense,​​ 

nadador de sillas que pellizcan​​ 

y garabatean, por ejemplo, yesca,​​ 

yunque, o yo; yo ya no lloro,​​ olá,

tudo bem?​​ Yo ya me anulé

na linguagem, decía, yo ya

jugué al yoyo y leí a Susana Thénon,​​ 

ova completa en lenguas-viajes:

 

“vetusto oís vosotros

¿veis?

arriesgarse con ‘choto’ o ‘chacabuco’

es pasaporte a la marginación

¿queréis ser presa de antólogos chiflados?

¿tener una verruga en el currículum?”.

​​ 

Arriesgarse con “luar” o “vaga-lume”,

brillante por la “errância”,

decía, de esta norma partida,

plumífera de garzas,​​ 

y más allá de grillos,

variopinta animalía,
musga al compás de la vía,​​ 

esta matéria que nos faz

por todo o río flutuar.

 

(De​​ Sales, sais, 2021, inédito)

 

 

 

 

 

 

Trasandina

 

a Marylena Omaña

 

Abuela Gregoria memorial montaña lleva como arteria Gregoria cafetal baña caseríos los ríos de tigres dale una madre al translenguado hazle una tarde risueña de visitas una espuela pela con él la mandarina Gregoria la historia escoria patria noria Gregoria kilómetro de la trasandina adentro alborada origen gentío germinal de nuestra abuela Gregoria gregaria doña Goya oye los gallos las gallinas abuela Gregoria tus hijas descalzas como la pepa de un mango de un zapote chorreado en la tierra nacerás Gregoria en las cayenas que comía mi tortuga animal interior de lagunas laberínticas raíces rayas cáscaras entre El Vigía y Zea cálidas las púas las vacas trastabilladas las piedras que hablan que murmuran abuela Gregoria tu bata de puntos azules boca tejida de pan mojado en peltre la fábula de los comedores vacíos Gregoria el humo del tabaco entre las plataneras lamidas por la lluvia trapezoidal del trópico venezuelano la cordillera levantándose en tu iris una lagartija una migaja que nos dieron abuela que nos plantaron en la lengua de 1920 de 1935 de​​ 1958 de 1993 de 1999 de 2013 de 2015 de 2019 números​​ efluvios por la vía los vendedores de café de lagañas los Omañas y Duques los cuatreros silenciados por la verba ficcional de la nación Gregoria orla sin olas que bracean los patios partidos misericordia con los idos con los alacranes hoscos los bachacos que cargan sus míticas canoas en espaldares abanderados de nadie abuela de nunca Gregoria la abertura de hacer tu nombre tronco bucal tu nombre dimensional de diccionarios desaparecidos en los pupitres partidos esa tirria que la tiza de esta tierra enseña clavándonos abajo la escritura como un mandato testarudo de creyentes abismales pero Gregoria dónde estaba entonces tu lengua salida por el porche cuando rezaba la verbena y doblaba la cruz de paja solitaria en la ventana para que arrinconados los fantasmas las ausencias fuesen pudriéndose en la madera del comedor generacional: Yoleida la española Franklin el peruano Alexis el chileno Carlos Ignacio el bogotano Jesús o brasileiro a tientas se sientan sin verte renacer en las fotos de antier sancochan las hojas milimétricamente cortan la pita toman un palo los pelados corren se cascan se cuecen en la masa qué caspa qué risa qué ramificadas se nos hacen las vocales los doctos modos de decir del otro usted sabe tú sabes você sabe vosotros sabéis las maletas van abriéndose con aceite con ampollas blancas con harinas preñadas de billetes imperiales que la frontera lava en susurros mancos que traemos sin estar nem ouro nem prata polisémica la gata echada en los pies de Helena los loros abren sus rejas y nos cantan nos ven con sus rabos emplumados como lengua-bruma Gregoria olha el gallo que le mete el pico a su tierra y saca la lombriz la menea la rapea en la muérgana verba con ella se echa senda pea qué Gregoria qué agria está la mierda a no sé quién también la preñaron y a muchachito lo mataron y allá sigue el marrano y uno empieza a escribir por atrás como dicen las epidemias académicas los seminarios nunca agrarios nunca fulías transliterales toscas las que se hincan en este lenguajear ardido que perfuma la mesa el trigal hurgar curucutear el curruchá de las puertas que eran cortinas el avión aterrizando en las cantinas el churro​​ el pastel en la mano desnuda todo se arrejunta Gregoria en tu vientre matinal la líengua macilenta naciendo en ti en la nación sin ão sin argots sem margens abuela Gregoria mi ranchito mi analfabetismo peregrino entre los malandros de Santa Elena Gregoria mi mañana sin símbolos Gregoria el guardia que el coñazo me dio Gregoria la noche en Canaima varado Gregoria la traducción Gregoria las botas agrietadas de mi vieja vagando por el centro de San Cristóbal por un verso de pimentón por este son de bachilleres tragados en el remolino que Gregoria que a la valletana a la paulistana a la andina a la globalizada ché de las pantallas capitales del sigloveintinunca del século XXI me dará a razão se tudo não explodir antes del sigloveintipartida do siglo ido pela trasandina.

 

 

 

(Publicado originalmente en​​ Hostos Review/Revista Hostosiana, dentro del n° 18 “Nepantlas contemporáneos: escritura y cruce de fronteras en la literatura de las Américas”. Keila Vall de la Ville y Octavio Quintanilla (Editores) - LAWI Latin American Writers Institute – CUNY)

 

 

 

 

 

 

 

 

Escuro

 

A mi león de piedra debo darle con el fuelle. Se levanta conmigo al mediodía en la desnudez del pueblo, abre la boca y se encorva, cerca de la plaza, a observar la lárica procesión de lo igual. Es esclarecido porque algo lo​​ magulla. Brebaje debo darle a su dureza para que se asiente. Ambidiestro a mi gesta es mi animal. Y algo lo magulla. Lo borroneo para derruirme padre al lacrimal de la simiente carmesí por la que subimos. Una avalancha disímil nos dibuja el mundo. Como lo que tuve antes hurgarme, así de solo, un personaje en la abstracción timorata de las hormigas nos cuenta. Nunca vimos más al grandilocuente que llamó a las ocho de la hiel para decirnos que no tiene cómo darle de comer a sus crías en la pequeña Venecia. Estaba arrebatado, como la zanja por la que chorrea petróleo en la cáscara del prócer. A mi león debo atarlo en crisis. A las afueras, en la lectura de Teillier en segunda lengua, nos dicen que vayamos a la doctora de nombre túnico, para explicarle que del otro lado del charco estamos tan escuros. Mi león y yo somos máculas de estrellas errabundas que desesperan por darnos una señal. A mi sacristán debo cortarle las uñas, peinarle la melena y cubrir su desespero con una larga cobija que compré en mi primer invierno brasilero. Los nombres propios hemos de pronunciar mientras nos despachan como tristes globos bajo la tormenta. En el soliloquio, acariciado por las ánimas, leeremos con temerosa gracia las parodias de Adília Lopes, y alrededor del volumen, la siguiente frase de Pablo de Rokha:​​ soy el hombre casado que inventó el matrimonio. Inmóvil, mi león castrado contempla los cortes de todos los volúmenes que desvariamos. El incorruptible del lar. El loco el pueblo nos ha visto pasar y no he podido, en la suma del oleaje, mostrarle mi lengua mutilada. Pero todos han visto a mi león verde, nuestro alquímico trino de olivar. Todos lo han visto como una atracción voraz del pensamiento. El taller de su tino. El dictamen de la polaridad. La ida que nos dieron, que nos diagnosticaron, que nos atraganta de pastillas.

 

 

 

(Publicado originalmente en​​ PASILLO, revista literaria de los estudiantes de Letras de la Universidad Central de Venezuela)

 

 

 

 

 

 

 

 

Ilhas

a Arturo Desimone

 

Ele sorri numa ilha
sua por trás​​ 
do pescoço do galo
sorri pela palma
que aponta as ondas
sorri em papiamento
úmido olha
longe os pedaços
de outra terra

mastiga a massa branca
rum que destila

a árida força​​ 
dos espinhos
e algo se levanta
pela história
como um jacaré
para roer sua pele
cheia de verbos
mal conjugados

uma lancha
que atravessa a luz
do branquial
que a gringa​​ 
ignora
essa viking sensação
de ser o corsário de chinelos
moídos – com a língua
torta pela outra
que descreve
uma morada vazia
uma sinagoga gélida
onde engatinham​​ 
as aranhas nômades​​ 
de escolhas​​ 
na escuridão – farinha
sabor de Falcón
no céu da boca​​ 
venezuelano
o manguezal
que anseia

o furacão
distante da brisa publicitária
que destoa

somatizado
onde a iguana beija​​ 

onde deixa

no colo minutar

ao ilhado – travando

o trânsito

invisível dos insetos

sua infância

entre rochas

frente à​​ 
polis
na política mutação​​ 

de costurar um livro-papelão

que recria a vida
dum mototaxista

peruano

desnudez dada às
patas do burro​​ 

que lojas iates

choros do Caribe

engole

(pó pá são palavras​​ 

por exemplo

pá pó são palavras

que sempre achei

polvo pala
que sempre achei​​ 

esquisitas

iguais a túnicas​​ 

balsâmicas

para dorso dar

ao isolamento estrangeiro

à capital das árvores​​ 

que de lã abrigaram​​ 

meu pai

ele veio à ilha​​ 
quando tinha
22 anos – em maio de 1995
não soube me dizer
ele não lembra
mas trabalhou de segurança
entrava nos cassinos
dos hotéis
se fazendo passar
por turista
para roubar restos
nos restaurantes

o imagino
como um adolescente
com a língua cravada
nas xícaras
com a língua
estéril ilusão
com a língua
de dólares
esgarçados
meu pai​​ 
que sempre
quis que eu​​ 
aprendesse
inglês – ato falido até agora –
meu pai que sempre quis​​ 
que eu tivesse um visto
americano​​ 
mas só no caminho
consegui atravessar​​ 
uma fronteira contígua​​ 
e como um pirata​​ 
furtei essa língua – a mesma​​ 
que meu pai
enterrava para sobreviver​​ 
com outra fantasia)

agora​​ 
longe​​ 
no caderno (di) Aruba
abraço meu filho
que nítido lambe​​ 
uma tangerina
nos meus braços

e de repente​​ 
não esperamos​​ 
mais
vamos descendo​​ 
até o braile dos caramujos
contemplamos os pacotes
que matam a saudade
os barcos
os pedaços em San Nicolás
docemente peregrinamos
um aferrado ao outro
e por um instante
meu filho e eu
deixamos de ter dois corpos
de ter mãos
pés pusilânimes​​ 
e na beira da praia
cristalinos como pedras​​ 
que se amam
viramos um só

um som que sorri
perto da noite
ouvindo as línguas
de madeira
que explodem lá
na faísca das guerras
fora dos ares-condicionados
das bexigas sedentas
das babosas
fora como fofocas
como o fôlego
do pirata linguístico​​ 
meu filho e eu
sós numa onda
que esconde o peito
leve da maré

sós numa onda funda
além da fuligem
da noite alugada
só areia que se incrusta​​ 
na pele​​ 
que some quando sopra​​ 
o vento inóspito

e a nossa língua alucina
pássaros poliglotas

gaviões e urubus

ônibus lotados​​ 

de olhares ancestrais​​ 

como abismos​​ 

sânscritos

onde as catacumbas​​ 

marinhas nos bebem

em fluxo fino

só pólen recém roubado

à memória anestesiada

duma abelha

à memória rastreira

de ovos cujo volume

vaga embaixo​​ 

do ventre das tartarugas

sós numa onda

só uma onda ​​ 

só um o

só uma

vogal
só o

pronome


a costura

dos​​ 
seseos
meu

filhinho

e​​ 

eu.

 

 

 

(Publicado originalmente en​​ The Hare (A Lebre - La Liebre)​​ -​​ SPO's literary magazine, del Princeton University Department of Spanish and Portuguese.​​ Compilación de poesía venezolana: escribir la migración. Oriele Bevavides, editora)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Pamela Rahn / Luis José Glod / Milagro Meleán / Carlos Katán / Jesús García / Érika Manoche Barreto / Yéiber Román / Ana Mirabal Mujica / José Mestre Michela Lagalla / Kaira Vanessa Gámez /  Ricardo Sarco Lira /  Sofía Crespo Madrid / G. Galo / Alejandro Indriago / AnCe Jesús Zamora Maneiro / Hamid El Sayegh

 

 

 

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