Maestros del idioma: Roger Santiváñez

Leemos, en el marco de la serie Maestros del idioma, algunos textos del nuevo libro de Roger Santiváñez (Piura, 1956), La virgen de Guadalupe (Francisco León Editor, 2025). Es fundador del movimiento Kloaka. Libros de la resistencia publicó en 2023 la antología Comunión de los Santos I. Poesía reunida (1979-2018). Estos poemas están presentados por un texto crítico de Tania Favela.

 

 

 

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Ese estilo alado…

 

En varias ocasiones Roger Santiváñez ha comentado que para él la poesía está en relación con lo sagrado, es, por decirlo así, un don, una gracia.​​ Sagrado​​ se titula precisamente su​​ poesía reunida​​ que abarca​​ del 2004-2016.​​ Su nuevo libro,​​ Virgen de Guadalupe​​ (Manofalsa / Salto de Mata), sigue en ese sentido la estela de otros títulos con similares resonancias. Mencionaré algunos de ellos: su nouvelle​​ Santísima Trinidad ​​​​ (1997),​​ Santa María​​ (2001),​​ Eucaristía​​ (2004),​​ hasta llegar a​​ Santa Rosa de Lima / Alana​​ del​​ 2020, entre otros títulos.​​ 

Virgen de Guadalupe​​ se sostiene, al igual que sus otros libros de poemas, entre​​ la tensión de lo sagrado y lo profano: lo sacro-mundano en irreverente tejido de la lengua. El amor a la mujer y a la palabra, la búsqueda de la belleza, la potencia del deseo, la poesía como vocación y destino, son el trasfondo de la poética de Santiváñez.​​ 

Ya en su primer libro,​​ Homenaje para iniciados, en el poema, “La guerra de Chile”, ​​ Santivañéz escribió lo que sería su proclama, mantenida hasta el día de hoy: ​​ “Yo me niego / opto por el culo de mi amada / limpiamente / me encierro me entrego a mis delirios / sólo mi cuerpo bendito mi cuerpo maldito / opto por mi suave individualidad / narciso / Soy el loco de Lima el que más ama / a sí mismo y al cuerpo de mi amada”. Opción que lo acerca a esa línea de poetas propercianos, que tan bien ha trazado Mirko Lauer en su libro​​ Los poetas en la republica del poder. Santiváñez elige a la amada y se niega a participar de la guerra y del poder, pero la amada es también la poesía.

La dedicatoria de​​ Virgen de Guadalupe​​ reza así: A Ella, con mayúsculas; la ductilidad de ese pronombre atraviesa a todas y cada una de las mujeres amadas, soñadas, deseadas e imaginadas por el poeta, incluyendo a la Virgen, que es el centro y el pretexto de este libro. Pero también Ella es, en concordancia con lo antes dicho, la Poesía.

La poesía ha supuesto siempre para Roger Santiváñez un trabajo con la lengua que implica riesgo y libertad: el poema no reconoce ninguna autoridad más que la de la escritura misma. Esta actitud, osada e irreverente, rompe con cualquier retórica preestablecida. Lo que se impone en su obra poética es el placer de la escritura que bordea las profundidades abismales de la existencia y de la lengua. Es por esto que más allá de la carga simbólica, religiosa, autobiográfica u órfica de sus poemas, el eje de este libro recae precisamente en su sintaxis, en la combinación y relación entre las palabras, en su afán constructivo.

Santiváñez apunta, en el Milagro Segundo, al “estilo alado”:

 

 

Subsistir en la brisa de un estilo

Alado condimento intermitente consumido

Por frescas membranas / tensa claridad

Inusitadamente tácita al enigma revelado

 

 

No sé exactamente a qué se refiera con ese “estilo alado”, pero leyendo su libro, me parece que su manera de escribir simula una danza en la superficie de la lengua, hay algo también de elevación y caída en el ritmo que va trazando.​​ Las palabras encuentran, por decirlo así, el ritmo de su deseo: ese proyectarse para tratar de alcanzar lo inalcanzable. Los referentes se diluyen, se trastocan, toda mención nombra y a la vez se escabulle, alza el vuelo. El deseo sobrevuela su jardín interior:

 

 

Fruto que alivia mi jardín interior sobrevolando

La pieza levantada sólo al escuchar tu voz

En los vasos sanguíneos digitales

 

 

Lo fugaz y evanescente atraviesa todos los poemas: “Tersa tibieza esfuma la escasez”,​​ “Contracciones plasman volátiles evidencias”, “El sol de ponerse con una emoción volátil”, “una palabra tuya / Que se deshoja en el jardín de los cerezos”.

 

Las palabras, a partir de ciertos matices léxicos y de indicios fluctuantes de significado, encuentran nuevos lazos que no pasan necesariamente por los nexos convencionales entre la palabra y el objeto, sino que están teñidas de gran subjetividad y propuestas con toda libertad, remitiendo más a la textura del poema, a la gramática interna que se va tejiendo, que a una gramática normativa o a un afuera:

 

 

Atrevimiento predominante en el humo agitado

De tus vacíos florales proseguí exacto con el

Trato desquiciado & no sabemos el rigor

 

Licuado en torbellino que se me ansía entraña

Coronada en estas páginas desunidas incrusta

La gramática vencida

 

 

El epígrafe de Martín Adán,​​ ¿Mi constancia no es la de mi deseo?,​​ que Roger Santiváñez sitúa al inicio de su libro, pone en claro que lo que está​​ en el centro de su capacidad de invención es el deseo. El deseo en sus poemas se transforma en ritmo, cadencias, cortes, fusiones, oscilaciones, bifurcaciones de sentido, vibraciones del lenguaje. Lo ideal y lo material se entretejen en las texturas sonoras, en los giros semánticos que se generan en su escritura.

 

La desmesura del deseo y ese “estilo alado” de sus palabras, llevan a Santiváñez a practicar también la templanza:​​ desmesura y mesura tensan las cuerdas de su lengua. Roger encuentra su​​ mezura​​ en la forma del poema: mayúsculas al inicio de todos los versos, en general ​​ estrofas de tres y cuatro versos, (menos en “Gardesana”) contienen y le dan cauce al vuelo de su lengua. Así, a pesar de la proliferación, de la desmesura del deseo, propias del neobarroco (tendencia poética en la que se suele alinear al poeta piurano), la belleza mesurada se impone en sus poemas, en un sentido clásico, como ideal de armonía, como búsqueda de un orden nuevo.​​ 

Faltarían muchas cosas por decir, hablar por ejemplo de su insistencia en el enigma, en el secreto, en lo que se oculta y revela, para volver de nuevo a sumergirse en las raíces de cierto hermetismo; o bien, mencionar el acento puesto en la soledad, en cómo ésta genera angustia al tiempo que permite fundar un espacio interior. Ante la imposibilidad de decirlo todo, cierro mi lectura señalando otro de los gestos que se repiten en muchos de los poemas de​​ Virgen de Guadalupe: la conciencia de la escritura, de estar escribiendo el poema o canción en un momento particular y el registro de esa experiencia transfigurada:

 

 

Derrocha belleza que no olvido

Armas endulzadas acercan arre

cifes tornamesa transforma

 

El sonido de tu cuerpo esta​​ 

Poesía costado de la divina

Música mudas Gardesana

 

En la canción que aquí te toco.

 

 

Pensando desde Edgar Bayley, podría decirse que para Santiváñez “un estado de gracia poética es un estado de lenguaje. Y a la inversa: un estado de lenguaje poético es un estado de gracia”.

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Tania Favela

 

 

 

 

***

 

 

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 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ VIRGEN DE GUADALUPE

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

 

 

1

 

El sol es un sonido sobre el viento

Nada existe sino en mi mente desolada, cuando

Lágrimas de amor atraviesan el aire, surgen

En la esquina de tus pliegues secretos

 

Los días son trazos ocultos por las curvas

Que tu silencio oprime en el césped donde

Me tiendo a escribirte estos versos

 

En la luz invadida de la noche respiro la mañana

Que vendrá con los residuos del solitario afán

De sonreír enarbolando la nada de mí​​ mismo

 

La evidencia del destino se perfila en la humedad

Del espacio donde guardas a oscuras la dulzura

Cantada en tu ascenso a la poesía

 

Horas fluviales me circundan fulguraciones suceden

La alterada quietud del desplazamiento

Es la lúbrica & nocturna porción intuitiva

 

El sueño subxiste horizontal en la

Creación diseñada en las márgenes

Infinitas cuyo sosiego chisporrotea

En tu decisión más invisible

 

 

 

 

 

 

 

2

 

Sustitución del mimbre por el miembro

Armado e innombrado & elección de la

Más fina entrada, allí los bordes

Pueden ondular perpendicular & culear

 

Navíos desprovistos de todo anhelo se lanzan

Por las gotas reunidas en una oscilación

Perfilada por azar sin colocaciones el

Goce de la sustancia & el vértigo

 

En la membrana tu fisura se ensimisma

& el aliento entrecerrado en alabanza

Se recrea regocija la deriva

 

Fecunda es la curva con la gasa que

Empapa tu porción provocando esta ilusión​​ 

Evidencia del sino encendida arborescencia

Oh la frecuento carnívoro amoroso

 

Aquí la brisa viene de ti, sutil marino

Perfume exhala su misterio, levisimo

Aprendiz del viento me sostiene erguido

 

En la escollera donde tú eres la marea

& el azul con que escribo esta canción

Chapotean las bellezas, semejan amores

Extraviados ​​ 

 

 

 

 

 

 

 

3

 

En el estilo del mar vertical música me

Tiendes silenciosa con tu sonrisa diseñada

Por la calma de la ola en esta orilla,

Tiene tu fulgor de Virgen

 

Futo que alivia mi jardín interior sobrevolando

La pieza levantada sólo al escuchar tu voz

En los vasos sanguíneos digitales

 

Espejo donde admiras tu belleza & te tocas

Los cabellos derramados persuasiva siempre

A la hora del amor consientes mi boca

En la grieta que jamás se fatiga

 

Aroma del mar que allí portas asciendo al

Intersticio dulcísimo ante mi asedio & es una

Melodía atravesando los confites que

Sólo por ti he conocido

 

Así se desvanece el tiempo & se desborda un

Cielo de perfectas constelaciones sonámbulas

En el que reina tu cuello de cisne

 

Anillado conmigo en esta página

Donde no existe el deterioro

 

 

 

 

 

 

 

 

4

 

Color pálido uva del mar lo veo & lo adoro

Como tu silueta cuando me tocas la puerta

Del verano concesión de tu delicado vaivén

 

Adónde llegaría esa voz tuya en el vidrio de

Mis lentes presagio del noble movimiento

Vertiginoso, evocación

 

De tus cabellos resplandecientes ante mi desolación

Apagándose en el follaje secreto dibujo níveo

Cóncavo de ti misma enlace más elocuente

Hundido o fantasía prohibida

 

Horizontal despoblado se quiebra la perfección

Vas paciente al jadeante agujero intenciones

Abiertas de tu arraigada risa en la

Plenitud fulminada del deseo

 

Deslizas tu costado idéntico a la suavidad con que

Alumbras el prado de los parques limpios límites

Destinados a la summersión cuyos cimientos

En ti se ciernen

 

La tibieza susurrante dispara pasiones

Consteladas en errática sin razón que me

Desprende del mundo & así se gesta

Esta poesía

 

 

 

 

 

 

 

5

 

Arena iluminada me rodea el mediodía

Se explaya por la playa, semidesnudos

Cuerpos perciben la infinita tristeza de vivir

 

El océano espera mi zambullida el sistema

Epitelial cualquier instrumento musical

Es la gaviota que quiere combo & deambula

 

Una especie de infelicidad campea bajo los toldos

A pesar del recuerdo de las delicias gozadas calatos

Este cuaderno de poesía

 

Voy a abrirme a los cifrados códigos probetas de la

Plasticidad del amor que tú & yo tuvimos floresta

Entre desechos alhelíes que el mar me ofrece

 

Ligera silenciosa suspendida se agarra a mi

Escritura porque quería escuchar esa madrugada

Cuya luz apenas percibías me sacaba de onda

 

& doy de bruces a la calle ondular árido

En la blanca espuma de las bermas, emanación

Fracturada en surtidores anteriores a mi

Deseo por ti luces papilas de sopita peruana

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

***

 

Gustavo Pereira (Venezuela)

Jorge Pimentel (Perú) 

Piedad Bonnett ( Colombia) 

Rosabetty Muñoz (Chile)

 

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