Poesía boliviana: Marcia Mendieta Estenssoro

Leemos una muestra del libro más reciente de Marcia Mendieta Estenssoro (Bolivia, 1992) "qué más queda cuando" (Ed. 3600, 2022; Ed. Electrodependiente, 2025, con ilustraciones de Nicole Vera).

 

Marcia Mendieta Estenssoro (Bolivia, 1992) es poeta, narradora y docente. Cursó el diplomado en Escritura Creativa de la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra (UPSA) y la maestría en Escritura Creativa de la Universidad de Nueva York (NYU). Es docente de la carrera de Literatura en la Universidad Católica Boliviana, sede​​ Cochabamba.​​ Publicó los poemarios La casa que nos habita (Llamarada Verde, 2017) y qué más queda cuando (Ed. 3600, 2022; Electrodependiente, 2025, con ilustraciones de Nicole Vera), así como la plaquette digital El cuerpo es una válvula de destrucción (2019).​​ Ha participado en festivales de poesía y eventos literarios en Santa Cruz de la Sierra, Cochabamba, La Paz, Nueva York, Quito, Loja, San Cristóbal de las Casas, Buenos Aires, Moquegua y Rosario. En esta última ciudad, participó también en la Residencia FIPR para poetas jóvenes. Poemas y textos suyos se han publicado en antologías y revistas de Bolivia, Argentina, Perú, México, Uruguay, Ecuador, Estados Unidos, España, Brasil, Rusia y China; con traducciones a los idiomas de estos tres últimos.  

 

 

 

qué más queda cuando

 

era verano y amanecía

aun sin abrir los ojos la luz raspaba 

desde mis párpados hacia afuera

era esa una luz brumosa

denso ardor y destello y estocada 

sobre mi cuerpo horizontal

 

era verano y amanecía

y aun antes de abrir los ojos

la disposición de los objetos 

se revelaba con claridad

de los párpados hacia adentro:

la cómoda y el espejo

donde antes la cómoda y el espejo

la mesa y el librero y el cuadro

donde antes cada uno

 

podía decir al frente a un lado

a mi costado bajo mis pies

podía decir estoy cerca del borde

mis brazos pendulan a poco de rozar el suelo

 

no necesitaba abrirlos para saber dónde

 

pero ahí estaba

pensaba de pronto

la luz rasposa la bruma ardiente

persiguiendo los objetos

 

recordaba entonces

todavía con la oscuridad 

restante del sueño 

la claraboya y el asombro

cuando la noche anterior

y la noche anterior a esa 

vi mi cuerpo recostado ante el reflejo

 

al abrir los ojos ya sabía:

no había cómoda 

no había espejo 

no había mesa

ni cuadro ni librero 

 

o sí 

pero eran otros 

 

el borde y el suelo o más cerca o más lejos 

 

era verano y amanecía

era el primero de todos los veranos y amanecía

 

 

 

días

han pasado

cuarenta y cinco 

escucho 

mientras veo

por la ventana 

el brotar 

de los cerezos

 

cuando esto 

acabe

pienso

cuando

esto 

la amenaza la 

invasiva muerte 

velada

de viento

afloje el pulso y

revele sus costados

quizá entonces vea

por una ventana 

por otra ventana

el brotar de 

los tajibos

 

 

 

pero al menos 

tengo 

los rayos del sol

al menos la luz oblicua

que invade que

fulge la mañana

que me dice a mí

perdida todavía

hundida yo

en esta noche​​ de

sábanas

en esta constelación

respiración 

temprana 

me dice

despertá 

dejame entrar

entre tus pestañas

levantate   

afuera quizá llueva

quizá escampe o no

quizá fuera 

algo pasa

pero aquí 

los rayos del sol

pero al menos 

la luz 

al menos

 

 

 

y si queda para mí

un resquicio unas semanas

minutos o la más breve

de las vidas dentro de las vidas 

y si​​ esto​​ que llamo esto

como capricho por no encontrar

otra palabra termina encapsulado

y si después de todo​​ esto

que no es todo 

se viene 

la ranura el corte el precipicio

y se piensa de más la caída

(el violeta

que se extiende 

pintura abstracta 

sobre lienzo de durazno)

y de nuevo la caída vista

como caída

 

nada

me digo

 

si algo aprendí 

fue dándome toda

y si algo sé es 

cumplirme plazos 


So lovely the time between now and the next phase

Astropoets || Semana del 6/6 para Acuario

 

es tan adorable 

tanto

ver la botella de plástico 

que vibra en el marco 

de la ventana 

hacia el borde 

que encierra un río

y no cae 

que se deja pendular 

en su marea

y no cae 

retumba el piso 

hay piano 

hay tempo

y no cae 

hay un sol 

que todo lo empuja 

y se mantiene 

con la fuerza misma 

de una bebé que nace 

obstinada ella 

en destejer el cordón 

que rodea su cuello 

con la fuerza misma 

de la imagen de un sueño

que amenaza la mañana 

con borrar del todo 

y aun y todo 

persiste

con la fuerza misma 

de la palabra 

que ronda y queda 

después del ruido acunada 

en moisés de mimbre 

bajo un móvil de hilos 

pendiendo 

de un pájaro 

y luego se​​ 

recuesta 

exhausta​​ 

en un poema 

con la fuerza 

de esa respiración que 

de pronto

vuelve a ensanchar el pecho 

cuando afuera escuchamos 

que el aire apenas 

es tan adorable 

pienso 

pensarnos

pura raíz y pura fase

pura imagen y traspaso

puro latir que en sí mismo

plástico y marea 

que no cae no cae 

y aun y todo

el viento 

necesita​​ 

cuerpo


 

en otoño me deshojo

se me cae el pelo

derramo mis pestañas

las encuentro en la funda de la almohada

pido deseos apretando pulgares

las uñas se me rompen

se me quita el color a playa

la playa ha sido y será siempre un espejismo

se me oscurece el tinte

y ahora es naranja y ahora mostaza

y ya no es rubio

nunca en realidad lo ha sido

el sudor que de tanto caminar

derramé en el asfalto

se ha secado

el pelo vuelto a crecer

aunque ahora se caiga

y al cerrar los ojos

y al abrirlos 

ya no está el ocre

ya no el ladrillo

ni siquiera el rojo encerado 

el rojo de las baldosas de esa casa

y cuando cierro los ojos

se ha cumplido ya un año

se ha pasado el otoño

y yo aquí

por empezar el invierno

deshojada toda

toda vuelta a mudar


(quizá no entienda

el ruido de afuera

pero del silencio aquí 

germinó 

una orquídea)





estuve también atrapada entre las llamas

cuando se nos desintegró la tierra fértil

entre las grietas de la mano

cuando en los poros la grama ardía enquistada

cuando el humo en la lengua y la ceniza

 

quise entonces el pigmento de las hojas

incrustar mis pies en la serranía quise 

silenciar las aves en su exilio involuntario

soplar al incendio vientos huracanados

con todo mi soplar apagarlo

y se me desbarrancó el querer en millones de pedazos

en millones de hectáreas de greda calcinada

 

un poco de mí se fue​​ en esas esquirlas de fuego

que ascendían como ahora aquí descienden

los copos de invierno que envuelven la herida


 

 



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