Poesía de Macedonia: Josip Kocev

Presentamos una muestra poética del autor macedonio Josip Kocev (Jосип Коцев) que nació el 25 de mayo de 1985 en Skopje. Se graduó en Derecho y actualmente trabaja en el campo del márketing y las comunicaciones. Es autor de cuatro poemarios. La muestra presentada forma parte último de ellos, llamado  titulado El museo de los sentimientos (2019). Ha sido premiado en diversas ocasiones: en el festival “Struga Poetry Evenings” (2017), y en la Casa de la Cultura Kocho Ratsin (2019), entre otros. Ha participado en diversos festivales internacionales de poesía, entre los que destaca Svetski dan(i) poezije en Belgrado y Stih u regiji en Zagreb. Su poesía ha sido incluida en diversas antologías y revistas de diferentes partes del mundo. Vive y trabaja en Skopje. La traducción de los poemas está a cargo del poeta y traductor español Marco Vidal González.

 

 

 

 

El museo de los sentimientos

 

El museo de los sentimientos
abre también los lunes.
Aunque en verdad él nunca
cierra.
Puedes permanecer un buen rato
ante cada obra poética
preguntándote si
la grieta a través de la que ves
es parte de la obra
o si ésta simplemente ocurrió
al transportarla al
museo de los sentimientos.

 

 

 

No estás

 

No estás en aquella tarde de mayo
cuando el día cierra sus puertas relucientes
con el pestillo de las tinieblas.
No estás en la brisa inundado por
el incesante grillar de los grillos,
bajo los talones de las sombras tú no estás,
en el fatigado golpe de la hoz de la luna,
en el paso decidido de un ejército de sonámbulos
tú no estás…
No estás entre los caídos en el campo de batalla
por las tranquilas latitudes conquistadas de la oscuridad.
No estás en el libro de los recién nacidos
que gestionan las flechas de la madrugada.
No estás cuando los ciegos
hacen el amor mejor que nosotros,
no estás en ese instante en el que los búhos
se posan en mis ramas
cansados de esperar añorando.
No estás en el abrazo ensangrentado
del atardecer y del amanecer,
en los campos de estrellas
que han sido abandonados por el sol,
testigos de lo que es cielo,
de lo que es tierra…
Tú no estás.
En un sueño ajeno estás.

 

 

 

Todo lo que yo crea, de ahora en adelante correrá hacia ti

 

Cada ciudad en la que caigan
las células muertas de mi cuerpo,
átomo tras átomo me coserán la carne
en la ciudad que tú habites.
Cada tallo que se haya despedido de sus hojas
raíz tras raíz cubrirán las nubes
del árbol celestial bajo el que te halles.
Cada soledad que haya vencido a la noche
alma tras alma darán lugar a pueblos
en los días en los que tú sigas aguantando.
Finalmente, paso tras paso,
vendré hacia ti
vendrás hacia mí.
(No se sabe
quien llegará primero.)
Nos encontraremos
como un suspiro y una burbujita de jabón,
seremos dos, en infinidad existiremos,
efímeros,
vulnerables,
maravillosos.

 

 

 

Desamor

 

Eh, silencio, si para cantarte
debo vivirte
¿debo entonces empezar a escribir desde la muerte?
Dejemos que pasen todas las tormentas, todas las creencias
aquí apaciblemente habita la palma de la mano
aquella que apacigua tu forma.
Mira,
tú abriste una ventana celestial
para salir a la ciudad
que se hilvana de desamor.

 

 

 

 

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