Círculo de Poesía Ediciones: Testimonio de Aleš Šteger

Leemos poesía eslovena. Leemos al poeta Aleš Šteger, una de las voces más reconocibles del panorama europeo contemporáneo, con su nuevo libro Testamento, publicado por Círculo de Poesía Ediciones, traducido por Florencia Ferre. Recientemente, en el marco del Encuentro Internacional de Poesía Ciudad de México, durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, recibió el Premio Nuevo Siglo de Oro 2023.

Aleš Šteger nació en Ptuj, en el norte de la ex Yugoslavia (actual Eslovenia), cerca de la frontera con Austria y Hungría, en 1973. Estudió literatura comparada, Alemán y Filosofía en la Universidad de Ljubljana. Es poeta, escritor y traductor (W. Benjamin, G. Benn, C. Vallejo, P. Neruda). En 2011 su​​ Libro de las cosas​​ (poesía) obtuvo el Premio​​ Best Translated Book Award, en EE.UU. En 2016 recibió el prestigioso premio Bienek a la poesía europea de la Academia de Artes de Bavaria, Alemania, y en 2022, el premio internacional Spycher (Leuk, Suiza) por su novela​​ Neverend, entre otros reconocimientos. Es cofundador del festival​​ Días de poesía y vino​​ y fundador del proyecto​​ Versopolis​​ para el apoyo de los poetas europeos emergentes. También es miembro de la Academia de Artes de Berlín y uno de los autores eslovenos más traducidos y reconocidos en el mundo

 

 

Wu wei, el hacer sin hacer, es uno de los principios de la filosofía taoísta. El árbol crece sin proponérselo, el sabio trabaja sin esfuerzo. El poema aparece sin voluntad de hacer poesía, o eso ocurre en este libro que da testimonio del viaje de autoconocimiento de su autor.

​​ La energía vital, el Chi, circula, se mueve, cuando dejamos de lado la intención, y así dejamos de poner obstáculos. La idea se acerca a la concepción del pueblo inuit del arte como liberación de una figura en la piedra, una figura que ya estaba ahí, encerrada en el trozo de piedra. Así también, en​​ Testimonio​​ de Aleš Šteger, la mano libera el poema que se escribe sin intervención aparente.

Florencia Ferre

 

 

 

 

Lo que escribo es muy simple,

Está en el plano de los meros hechos.

Quizá por eso no siento la escritura

Como extenuación o espeluzno.

Avanzo con cada palabra.

Diría que no participo en absoluto

De mi escritura.

Veo la mano que escribe, el aire,

Que entra y sale, pero mi conciencia

Está en calma, porque es y no es mía,

Así como el dictado escolar es y no es

Producto del alumno.

No oigo al maestro. No oigo

Voces divinas, ninguna voz exterior.

El cielo y el infierno están en mí.

Mi Dios está en la corriente, en el lento fluir de los saberes.

Donde todo es claro, nada

Puede romperse ni escribirse mal.

Mansas, en calma, las palabras entran y pasan

Por el abismo. Y el abismo no es abismo.

Es una montaña invisible dentro de mí.

El contorno de ella se va haciendo visible

Por la huella de las palabras.

Las mías y las ajenas.

Las mías y las tuyas.

El alumno deja su lápiz,

Abre la ventana del aula,

Se vuelve pájaro,

Sale volando a las montañas nevadas a lo lejos.

Las montañas sobre las que acaba de escribir

 

 

 

 

LA GRACIA

 

¿A qué han venido aquí?

Podrían estar en el mar, en Turquía o en Montenegro.

Escúdense en la ironía.

El chamán es a sus ojos un impostor

Las plantas, un chiste.

Temen andar el camino de lo abierto.

Con cuánta crispación hincan

En el mundo cuchillo y tenedor.

Dicen que trabajan 15 o 16 horas diarias.

Que la competencia les hace la vida imposible.

Ustedes se lo buscaron.

Se lo siguen buscando.

Con cada bocado.

Con cada ironía.

Insisten a pesar de todo.

Su lucha es mi lucha.

Me reconozco en ustedes.

¿Cómo despertarlos sin castigo?

¿Cómo ser padre de niños que han desviado el camino?

Me he desviado con ustedes.

No teman. No teman.

Veo el sentimiento de superioridad en sus ojos.

 

Me veo ver el sentimiento de superioridad

En sus ojos, que no ven lo que veo.

Por eso no estoy ni por debajo ni por encima de ustedes.

Dejen los cubiertos de la vida. Vamos.

Vamos juntos. Vamos ahítos a través de la hambruna.

Sopla el panadero del diente de león.

Que se extiendan las llamas por el cielo,

Que las cascadas se den vuelta y el agua corra hacia arriba,

Que se perforen los pesados chipotes de los vientres de las nubes,

Y caigan paracaidistas blancos de paz sobre la tierra.

Es la guerra total.

Es la guerra total del amor total.

No te aferres a lo que eras apenas antes.

Las constelaciones no vuelven jamás.

Cae. Cae. Cae.

Sopla el panadero del diente de león.

Cae. Cae. Cae.

Sóplame también a mí.

 

No intentes retener la verdad.

No intentes cortar su flujo.

Cuando muda entre las cosas.

Todo intento de retener es en vano.

El humano no puede retener nada.

El humano gotea por todos lados.

El humano sólo abraza.

Entrega su grieta.

No intentes retener los recuerdos.

No intentes retener el amor.

Deja que vaya por caminos

Imprevistos, inciertos.

No vaciles.

 

Luego, cuando en el gran sótano

Del Castillo de Scheinburg el chamán nos distribuyó

La siguiente pócima de plantas de los dioses

Que sólo crecen en la selva virgen del Amazonas,

Nos tendimos por el suelo.

Por las bocinas salían cantos de pájaros.

Las plantas me elevaron,

Me llevaron afuera,

Ante la puerta forjada del palacio.

Apenas ayer aquí reinaba el diablo,

Aquí durante siglos los campesinos tributaron diezmo,

Y hace 300 años aún era habitual la decapitación.

Me llevaron afuera, a otra selva, la selva Interior.

También ahí había algunos pájaros.

Posados en la penumbra.

Me enseñaron a cantar.

 

Me dice:

La vivencia del viaje

No debes traducirla en palabras

Al menos no de inmediato

Si lo haces, limitas lo abierto,

Las palabras clavan lo inasible a la pared

Y después ya no puedes

Integrarlo al todo

A tu futuro yo.

 

A esto respondo:

Las palabras no nombran, sólo abren un espacio.

Así como las nubes no limitan el cielo.

 

Después me dice:

Si tu camino es verdadero,

No necesitas palabras

Sino actos.

 

Y yo respondo:

Si mi camino es el camino de las palabras,

Voy a deshacerme sólo en alguna otra lengua.

 

Entonces se me ríe.

Y yo le sonrío a ella.

Y esta es esa otra lengua.

La lengua sin palabras.

Una lengua que no existiría sin las palabras.

 

Entre lo que llamas sueño

Y lo que llamas vigilia

Hay un borde de transición,

Hay una zona gris,

Dos colores que se funden.

Suave, suavemente.

El grueso muro de la fortaleza del castillo

(Los muros del castillo donde estoy miden hasta 8 metros de espesor)

Están para que yo los atraviese

En libertad

Suave, suavemente.

 

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