Poesía francesa contemporánea: Nathalie Quintane

 

Nathalie Quintane (Paris, 1964) es poeta y profesora. Fundó, junto con Stéphane Bérard y Christophe Tarkos, la revista RR hacia 1993, lugar desde donde se parodiaba y cuestionaba la tradición poética francesa contemporánea. Sus más recientes libros contemplan Que faire des classes moyennes ? (POL, 2016), Un hamster à l’école (La Fabrique, 2021) y La Cavalière (POL, 2021). El texto que aquí presentamos apareció recientemente en Lundimatin (número 426) a manera de denuncia contra la censura por parte del gobierno de Francia en torno las protestas contra el cese al fuego en Palestina. Tal y como la autora misma expresa: “Escribí un breve texto a principios de semana porque, en Francia, las cosas no van bien con respecto a lo que está ocurriendo en Palestina. Parlamentarios, periodistas y sindicalistas han sido convocados por la policía (por “apología del terrorismo”) puesto que están exigiendo un alto al fuego en Gaza…”. La traducción es de Gustavo Osorio de Ita.

 

 

 

 

 

 

EN LA FRANJA DE GASA/ZA

 

para Manuel Joseph

 

 

En la franja de Gasa, las carreteras no son intransitables y el bulevar que corre paralelo al mar no se encuentra derruido, aún corre paralelamente al mar.

 

Hay agua, agua potable, electricidad y sanitarios. Se puede ir a los baños en la franja de Gasa, no están abarrotados, hay productos de higiene y cada persona tiene su propio baño, no se trata a cada persona como basura.

 

El acceso a Internet no ha sido interrumpido porque los bombardeos se encuentran lejos de ser incesantes y prácticamente no hay cortes de energía. Por lo tanto cualquiera puede acceder a información vital e incluso solicitar primeros auxilios.

 

Asimismo se puede retirar todo el dinero que se desee ya que los bancos no han sido destruidos.

 

Los habitantes de la franja de Gasa no han sido desplazados, continúan viviendo en sus casas no destruidas, no incendiadas, del mismo modo que sus vehículos no han sido destruidos ni incendiados. Todo no ha sido puesto a ras de suelo.

 

Consecuentemente, tampoco se puede decir que se haya arrasado con los cementerios ni que los cuerpos de distintas tumbas se hayan mezclado unos con otros; y no se ha filmado a nadie mientras dedica la destrucción de un edificio a su hija el día de su cumpleaños.

 

Del mismo modo, no se han enterrado vivos a los heridos o a los enfermos en el patio del hospital donde estuvieron antes internados, ni se ha prendido fuego a lo que quedaba cual provisiones para los residentes no muertos de un barrio no devastado, no se ha filmado a civiles casi desnudos y arrodillados en la calle y cuando por casualidad se han exhumado algunos cuerpos de la banda Gasa, no se ha cavado una fosa común cerca de una playa, para después traer una excavadora para cubrirlo todo con arena durante los ritos fúnebres.

 

Hay nacimientos en Gasa: los hospitales no están hechos ruinas, hay medicamentos en abundancia y los recién nacidos no corren riesgo alguno de morir. A los niños no se les amputa sin anestesia y ninguno suplica que le vuelvan a unir sus piernas.

 

Cuando hace buen tiempo, uno puede ir a la playa y no para lavar su cuerpo sino para nadar y jugar a la pelota, ya que las tiendas no arden como los hornos y el aire no es como el fuego.

 

En sus oficinas, en el campo, en sus casas, en los campamentos, en sus coches, los habitantes comen: las panaderías no se han tornado objetivos y no queda nada más que una sola.

 

Por lo tanto, los niños no son obligados a errar sin conseguir pan y nadie se distrae amasando semillas o comida animal molida hasta convertirla en un sucedáneo.

 

Todos se alimentan de granos, de atún y frijoles de lata, por ejemplo, y si no hay más granos o atún o frijoles de lata, recogen hierbas para no verse reducidos a comer forraje.

 

 

 

 

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