Poesía mexicana: Gerardo Almaraz

Presentamos una muestra poética del autor oaxaqueño Gerardo Almaraz (Oaxaca, 1996).

 

 

 

 

RESIDENCIA EN EL DOLOR

Ver sangre enciende mis plegarias

Armando Salgado

 

 

Los cuerpos lloran la vida. 

 

Dolor desperdigado,

desde donde santifican a la luz

hasta en las manos de trajes con corbatas,

arranca sombras a la sombra

para que muestren su cadáver de años.

 

Ante tanta cólera que gira alrededor,

llorar

(¿alma de la furia?) 

aqueja, mira con odio y rabia,

mientras en sus manos

cuenta los huesos de sus hijos muertos,

uno 

a    

uno

como el mismo amor

con que contaba los dedos

de su recién nacido.

 

II

 

Un cadáver en la noche podría ser el mío,

pero otro es enterrado ahora.

               

Como espejos quebrados al borde del barranco

son recogidos por un ciego viento

un suelo sin oídos

un monte de huecos

                               donde las raíces terminan.

                          

También la tierra llora a la una de la madrugada

mientras una mano mecánica tala los árboles.

 

Es triste cuando nada puede detenerlos:

una cicatriz se abreva para abrazar ese cuerpo sin nombre.

 

 

PICNIC

 

Tomar el sol con gafas oscuras

                              en Fresnillo

en su plaza central,

se reconocería a través del plástico

la sangre mezclada con diamantina

para quedar ciegos y huir.

 

Pero un buen turista

recordará La mancha roja

y dirá

es Joan Miró con un cuchillo

buscando un toro al medio día

 

           porque las casas salieron a respirar.

 

Dirá que es un pueblo fantasma

pero aún en las fotografías familiares

los habitantes sonríen.

 

 

 

ANTEPARAÍSO

 

 Proliferan pueblos abandonados

(Excélsior, 2022)

 

 

Cómo sería la vida en Tres Hermanas

se preguntan uno y otro,

sin embargo, escriben:

 

Sea La Colorada,

La Purísima,

mas los que viven cruzando la frontera

se fueron antes que las vacas y los puercos.

 

Ah, pero olvidaron decir

lo que escribió el último hombre que vieron por ahí:

después de este destierro

muéstranos a Jesús

el camino.

 

 

CARBÓN ROJO

 

 

He visto a mi padre

quitarse las alas

ponerlas a un lado del pozo,

bajar, encontrar agua.

 

He sabido que otros escarban

a sesenta metros para hallar las sábanas que envolvieron a Dios.

 

He oído que lo llaman carbón rojo porque va manchado de sangre:

días negros y noches sin amaneceres.

 

La cochinada gris que brilla y cobra luz arriba, en la tierra:

que son los residuos de su vestido,

que acaba con el paraíso subterráneo

mientras hunde los pies en las profundas aguas.

 

Si esto hacen tus vestidos      Dios mío

¿Qué no hará tu corona cuando la encuentren?

 

 

 

EL DOLOR ES UN BREVE ENSAYO DE LA MUERTE

 

De pronto se nos olvida durante largo tiempo

la sensación de estar bien

que el dolor nos haya dejado en paz,

                                no sabemos por cuánto tiempo, 

como si ese ensayo de la muerte

dolor de muela,

calambres o relámpagos sobre la carne,

dolor de uña o de dedo,

punzones en el estómago,

tos o diarrea

hasta la tela negra que se desprende para cubrir el cerebro herido,

solo fuesen pequeñas angustias hacia el total devenir

en la vejez indescifrable.

 

Olvidamos que en cuclillas los huesos van desprendiendo

su porción de sal cuantificada, 

que los pies tienen contados para nosotros

una cantidad de huellas sobre la tierra.

Y las manos, al final caducas, 

serán un caracol desprendido de su humedad inmanente.

 

Ay, la queja azul de un ala que envejece 

no podrá siempre sostenerse en vuelo

cuando la rama que cruje se rompa para ser su sarcófago.

 

Por un momento he olvidado aquel dolor 

que se adhirió a mí como un animal domesticado. 

Qué extraño pensar que prescindir del dolor 

fuera la forma más libre de sentirse vivo.

Cuando estaba en algún hospital muriendo, 

sí, porque esos punzones en el estómago 

que rasgan los órganos para expresar su inconformidad 

por la selección indiscriminada de llevarme el antojo a la boca, 

era una forma estúpida de morir.

 

Lo dijo mi sangre expulsada

por alguna de mis cavidades, lo dijo el líquido amarillento que gritó

“no, ya no hay sangre, ¡pare y obedezca, hombre!”.

En ese instante, con la poca energía que me quedaba,

canté una oración, que no me escuchó nadie más que el dolor.

 

 

 

Gerardo Almaraz (Oaxaca, 24 de septiembre de 1996). Sociólogo rural por la Universidad Autónoma Chapingo (UACh). Ganó el certamen poético “Emiliano Zapata” convocado por el Comité Ejecutivo Estudiantil (CEE) de la UACh, en 2017. Durante una estancia académica en la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina, participó seis meses en un recital poético en la Radio Estudiantil de dicha universidad, en 2018. Primer lugar en el Primer Certamen Poético convocado por la Dirección General de Difusión Cultural y Servicio de la UACh, 2018 por su obra “El olmo”. Algunos poemas suyos han sido publicados en la revista estudiantil Crisol, Librópolis y Punto de partida. Publicó su primer libro de poesía titulado Vestigios (Editorial Esténtor, 2022).

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