Poesía argentina: Natalia Schapiro

Leemos algunos textos de Natalia Schapiro. Además de psicoanalista es poeta. Vive en Buenos Aires.

 

 

 

 

 

Natalia Schapiro vive en Buenos ​​ Aires. Psicoanalista. Asistió al taller literario de Laura Devetach y de Silvia Jurovietzky, actualmente cursa Artes de la Escritura (UNA). Algunos de sus libros son​​ Lucía y la varita china, Cuentos callejeros, A la vuelta del mundo, A salto de cangurito, Diario de dragones, Una tertulia inolvidable, ¿Alguien anda ahí?, Dorotea cumple mil, 100% fútbol,​​ Cumpleaños a golazos, Bosque cotidiano.​​ Además de escribir, ama montañas y cheese cakes.​​ 

 

 

 

 

 

***

 

 

 

 

 

A veces el amor anda mal repartido
como en superficies desniveladas
queda de un lado solo

si no hay pecho que lo reciba
va y vuelve ​​ 

una carta rechazada
muerde la piel los huesos

el querer estancado
arde en la sangre.
El amor fue hecho para rodar.

 

 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

 

 

 

Quitarse del cuerpo un amor
arrancar sus alas frescas
desgranar sobras resecas.
Siempre sangra el filo del adiós.

 

 

 

 

 

 

 

El amor entra por distintos atajos

una voz, una mirada, una sonrisa​​ 

se cuela por una fisura
y ya nada es igual.

Anida en nuestros cuencos
como el agua
no sale una vez que entró.​​ 

Puse una verdad sobre la mesa

harta de la danza de tules​​ 

y el juego se pinchó de golpe.

Una puede planear casa y jardín

en una pompa de jabón.

 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

 

 

 

No sé si tengo que obligarme
a pensar otras cosas
sacudirme boca abajo

como un frasco de azúcar

hasta escupir los restos adheridos.
O quizás sin hacer​​ 
te vayas de mí
al estilo de los charcos de agua
en la vereda
que solos se van​​ 

respirando​​ 
hasta su extinción.

 

 

 

 

 

 

A veces las palabras

no son puentes

el misterio y sus noches

nos separan.

 

La oscuridad nos devora

a preguntas​​ 

creciendo en yuyos

el silencio envuelve al corazón​​ 

en un pañuelo​​ 

cielo sin estrellas.

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

​​ 

 

 

 

 

Un desgarro de amor
es una quemadura
la piel duele con el aire

poco a poco sus hebras sanan ​​ 
para ir por el mundo.
Me venía curando
pero escuché esa melodía​​ 
una navaja hermosa
otra vez en la piel.


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