Poesía africana: Affectio (Honoré Sitsopé Sokpor)

En el marco del dossier de poesía africana que prepara Mariela Cordero, leemos al poeta togolés Affectio Societatis, seudónimo de Honoré Sitsopé Sokpor. Tras publicar en facebook el poema "Haz tu parte", Affectio fue detenido en Togo el 12 de enero de 2025. Desde entonces está encarcelado. El 26 de febrero, el Tribunal de Lomé rechazó su apelación.

 

 

 

Affectio Societatis​​ (Togo)​​ es seudónimo de​​ Honoré Sitsopé Sokpor.​​ ​​ Es un poeta, activista y defensor de derechos humanos. Estudiante del Master de Ciencias Políticas en la Universidad de Lomé en el campus de Lomé. Se dedica a la agricultura para pagar sus estudios. Todos sus poemas los escribe directamente en redes sociales, especialmente en Facebook.​​ 

 

 

 

 

 

Un mercado quemado de más

 

Otra vez llamas, otra vez​​ cenizas,

un mercado reducido a defenderse.

Assiyéyé, Adidogomé, un grito de dolor,

cada puesto destruido rompe un corazón.

Nuestros padres, comerciantes, lloran su pérdida,

y nosotros, sus hijos, cargamos con​​ la pena.

Cada llama que danza​​ bajo este cielo gris

extingue una esperanza, un futuro construido.

El fuego consume más que bienes,

devora vidas, sueños, empresas.

Pueblo togolés, esto no es obra del azar,

sino un grito de alerta, una pesadilla siniestra.

Indígnate, el silencio es una traición,

frente a las brasas del abandono.

Porque cuando un mercado arde, es un pueblo herido,

una nación entera​​ que​​ pierde su orgullo.

Levántate, unido, por nuestros padres, por nuestros derechos,

y​​ que la justicia ilumine por fin nuestro camino.

 

 

 

 

 

 

 

Deudas infinitas

 

Más deudas, más cadenas que se sellan

sobre la tierra que sufre y vacila.

Cada firma, otro peso,

una pesada carga que nadie rechaza.

Endeudamos nuestros días, nuestras mañanas,

vendemos la lluvia, el pan de los nuestros

¿Pero por qué sueño? ¿Para qué esperanza?

cuando las arcas están vacías, negras de pesadillas.

Nacen niños, ya cargados

por contratos que nunca firmaron.

El futuro​​ malvendido, la vida retenida,

en un mercado donde todo se vende,​​ ​​ todo​​ se mata.

Dónde están los que hablan, que se atreven a decir,

que al final de estas deudas, es el futuro el que suspira

por qué este silencio, esta mirada esquiva,

cuando el país​​ se doblega, cansado, vacilante

Es hora, oh pueblo, de levantar la cabeza,

de romper las cadenas, de rechazar las deudas.

Que África marche, libre y orgullosa,

sin peso en el corazón, sin sombra de hierro.

Este es un​​ llamado, un grito, un juramento,

para que el mañana sea por fin diferente.

que nuestras tierras despierten, y que el viento

lleve un nuevo aliento, liberando a nuestros hijos.

 

 

 

 

 

 

 

El día llegará

 

No importa lo larga que sea la noche

cuando todo parece perdido, cuando todo huye,

las estrellas susurran en la oscuridad,

una promesa grabada en la esperanza.

Togolés, aférrate a tu corazón,

aunque el sendero esté hecho de dolor.

Las tinieblas​​ se extienden, pero recuerda,

Amanece​​ el día, no traiciona.

Las lágrimas que fluyen riegan la tierra,

los gritos apagados alimentan el relámpago.

Cada sombra que danza en la penumbra,

anuncia una luz, una llama que encumbra.

El día llegará, brillante y fiero,

llevando la paz como una plegaria.

Desvanecerá​​ cadenas y lágrimas

devolviendo la​​ vida a cenizas y colores.

Togoleses, mantengan​​ la fe, manténganse​​ firmes,

La noche no dura, es una lección.

El sol, fiel, siempre renacerá,

y el porvenir en ti se​​ esclarecerá.

 

 

 

 

 

 

 

Haz tu parte.

 

Desde hace cincuenta y ocho años, la sombra planea,

un reinado de padre a hijo, una historia profana.

La injusticia ha tejido su velo funesto

sobre corazones rotos, sobre vidas que quedan atrás.

No necesito ser amado, ni consolado,

llevo dentro de mí un grito, un fuego aislado.

Un grito contra la arbitrariedad y la opresión,

contra este estado anclado en sus ilusiones.

Mi lucha no es por la gloria o el esplendor,

es por la verdad, la justicia y el derecho

El difunto Monseñor Barrigah dijo con fe:

«Haz tu parte», y yo estoy recorriendo ese camino.

Haz tu parte, tú también, levántate sin miedo,

en​​ esta​​ larga ruta sembrada​​ de dolor.

Cada palabra, cada gesto, cada acción sincera

puede agrietar los muros de este poder austero.

Piensan que gobernaran por la eternidad,

pero la historia ha demostrado que nada es inamovible.

Las cadenas que nos atan acabarán cediendo,

si cada uno de nosotros se atreve a levantarse.

Haz tu parte, porque el silencio es una prisión,

un cómplice mudo de la opresión.

La libertad no se concede, se conquista,

por aquellos que se niegan a doblegarse ante la tormenta.

Así que ¡levántate! Que nuestras voces resuenen,

que nuestros pasos avancen hacia un alba que se ordena.

Togo, tu pueblo sueña con días más luminosos,

y yo haré mi parte, hasta mi último verso.

 

 

 

 

 

 

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