Foja de poesía No. 115: Ernesto Carrión

Ernesto CarriónA continuación una extensa muestra a la poesía de Ernesto Carrión (Guayaquil, Ecuador, 1977). Carrión ha publicado entre otros La muerte de Caín (conformado por cuatro poemarios). Ha recibido numerosos premios, ente ellos: Premio Nacional de Poesía César Dávila Andrade 2002 o Premio Latinoamericano de Poesía Ciudad de Medellín 2007.

                                                                                          

                                    

 

 

Desembarco en el país salvaje

hacia el progreso, atado, fijando el remezón del sueño sumergido en vinagre, las aguas milagrosas del cielo bajan por la cañada de la madre abierta, tensa, y temblorosa para que el día empiece. Para que encubra su equilibrio la vida con su juglar de luz, con su lagarto de sol, para que yo viviera. Para que yo enseñara el músculo a este público ausente, a este público urgente y maravillado por el miedo que protege sus recuerdos en el combate de leer o de posar la mano.

hábiles cenizas que han llegado creciendo contra el fuego y la piedra al hogar del silencio. A esta línea imprecisa donde la respiración se atrasa y todo tiempo pasado deja de ser mejor, deja de ser certeza.

concentradas las migas y el huso de la ausencia lustrada a diente, las manos viven tocando empuñando secretos para entender que la imagen no se detiene. Despeñaderos de sombras que adoran las cabezas que sólo se interrogan detrás de las palabras (único lugar donde se interroga).

y así, vamos de pie o de la mano bajo un cielo salivado por ese bronco lagarto que cancela sin quejarse sus devoraciones. Arrasando el conocimiento la transcripción de esta voz -sin torso- que prefiere la tinta suelta a su sangre-lava. Buscando el amo en la línea o el mayoral inclemente que nos deje fatigados hasta vagar placenteros en la equivocación peligrosa de olvidar qué somos. Hasta iniciar arruinados la mediocridad laboriosa de otros mundos, otras preocupaciones.

    

Y así,

yo me propongo a escribir

yo me decido a escribir

para mentirme que parto

– cuando no es cierto-

 

para escupir este sueño

de haber vivido.

 

 

 

 

Imperio

El cielo es agua que está en tiempo pasado. Que en piedra fugaz a veces vuelve para ser nombrada. Pero aquí el oficio de ordenar el mundo con palabras, de dar vida a las cosas, muchas veces de espaldas al oído, es sólo a ciertos hombres que tienen una alianza con los dioses. Que recobran sus cuerpos  en  el mensaje que decreta el vértigo y los sueños. La tierra entonces, extraña, indestructible, comienza a hacer su forma en un reflejo. Comienza a ser sitiada.

 

 *

 

 

Me dijeron que nuestras costumbres eran aves vigilantes. Que apenas caminamos nos cuidan del error y la fatiga. Pero una incertidumbre invade nuestras casas desde que hicimos el Imperio con las quijadas mojadas de la piedra; con la quietud de los declives, donde un puñado de sueños, echado al medio día, ardía como el madero golpeado por el mar en su intrusión sagrada. 

Y esta incertidumbre que ha tomado sitio. Que invade en silencio y a orillas de la fuerza. Que toma uno a uno a todos mis hermanos, es como el gesto aniquilado del rocío bajo nuestro viento. Es como un tajo invisible, moviéndose paciente bajo los amuletos de la guerra.

 

*

 

 

Sé que mi cuerpo sólo sirve para la libertad de otros. Pero el acero blande fresco entre las flores que inauguran la muerte. Y los cantos (que antes recogían las hazañas) debajo del follaje, parecen extraviarse por momentos. Ya el Jefe está más pensativo entre nosotros, con el rostro sobre el fuego, sin mirarnos.

Cesa el viento; y nos agrupamos alrededor de la noche como si hubiéramos sufrido una derrota. Como si planeáramos el día.

 

*

 

 

Por estos días, asombro y pesadilla son nuestros valores. Antes de asentarnos, volvíamos de cacería todavía fieros. Y nuestras mujeres lavaban nuestras pieles, aseaban nuestros miembros, con suma devoción; abriendo la hendidura del futuro para el placer mutuo y de la especie. Ahora murmuran y se ríen sobre lo que hacemos o no en secreto en nuestras casas. Y se llenan la boca de felicidad o de desdicha; al igual que la piel de adornos de metales que se doran tiernos.

Ya entre nosotros, una incertidumbre nos ha puesto a los unos contra otros. Y envidiamos a la mujer del hermano, por lo que dicen de ella, porque en el tiempo sobrante también hablamos. Y ahora son más peligrosas las palabras que ofenden, que seducen, que falsean al otro.

 

*

 

 

Me es imposible ver a mi mujer con otros ojos que no sean los de la astucia y del abuso. Ahora que veo a diario cómo consiguen todas el fruto predilecto, la piedra extraña, me es imposible distinguir cuando no fingen.

Dormir con mi mujer, aunque me rodee con sus brazos en el más profundo de los sueños, me causa desconfianza.

 

*

 

 

Ha habido aquí masacres por bienes, por mujeres. Y a pesar de que parecen aún obedecernos, son más sigilosas cuando están alegres, cuando quieren algo. Y cuando se descubren torpes en su anhelo, se dejan golpear por los hombres con la misma fuerza con que se apoderan de sus miembros.

Sospecho que, incluso detrás de los guerreros, son sus mujeres quienes trazan estrategias para la invasión de nuevas tierras. Para la expansión de nuestro Imperio.

 

*

 

 

La mujer posee todos los atributos como el hombre; aunque la tierra, copiosa por el semen, es sólo patrimonio de la fuerza. Quizás me equivocaba izando crueldades donde sólo está la paz de no morirnos. He oído incluso (decir a los profetas) que la belleza es una bestia con la cual ya son inútiles las armas. Cuando avanzamos entre la maleza, o cuando esperamos en las construcciones que se elevan hoy al sol como un plato de carne.

 

 

 

 

Billy the Kid se ha empecinado en envejecer

 

………………….

WANTED

………………….

 

Silver city: el cielo de Nuevo Méjico es una ballena sangrando sobre una playa de cactus mientras avanzo fardo tras colina árbol sobre frontera entre prados enteros con árboles y prados dentro • en chozas donde no vuelve ni la derrota ni el café hirviendo ni el hijo arrebatado llorando por su madre enferma • en ríos y pedregales y huertos blancos de peras brincando sobre la cresta de una iglesia donde vi una vez un gallo de madera una escalera deforme y a la muerte fumar largo en su caballo 

Lunas ha

mi ropa se guindaba suavemente como una joya arrancada a esa nuca peligrosa de los cielos • Yo era un sueño muy joven como para verme acabar de rodillas estrangulado bajo un marco de madera…     custodiado de aves peligrosas de bandidos empecinados en reír a tripa suelta de astros construidos por colillas • de botellas que aplaudían vacías alzadas en estantes       

Y a veces -por la tarde- tocar la pena en vitrinas llenas de humo ver los vagones de las casas que jamás partieron • buscar la infancia en mujeres de mandíbulas flexibles que aligeraban el ácido de mis copulaciones • cuidaban bien los burdeles adormeciendo caballos desmelenados y exhaustos sobre canchas de polvo • mesas ocres de teca donde jinetes vidriosos raspaban el whisky amargo atentos por la usura • estos son mis hermanos –me decía- animales agachados en montes de piedra • halcones encendidos en la hoguera de sus pillerías • homicidas hermosos que –acaso sin la ayuda de sus cuerpos- mantenían latiendo al niño en el adulto

Entonces acabarse era importante • saber que Uno era Uno y no los otros saboreándose la pulpa en los excesos • errando desde cero como un animal destrozado que no logra justificar cómo ha vivido pero que ha vivido. (Billy reapareciendo en el ojo enemigo • William H. Bonney limpiando su puñal sobre la  curvatura crespa de su lengua)

Y desde Lincoln City/ desde Tascosa, Texas/ desde Clifton, Arizona donde acampé montado al siseo de la serpiente hasta que oí una noche el siseo de la serpiente: afuera está el trabajo la casa por hacerse las deudas pendientes • y el Futuro triturándolo todo -que se paseaba también con un cuchillo en la mano- subió rápidamente desde las ramas en sombra que dejaban los coyotes sobre las colinas

Subió como visiones donde lograba por fin dormir comer hablar apropiadamente sin sentir como la carne se hinchaba en la raíz de su furia • masticar el tabaco • afeitarme rumiando el tiempo de los hombres sobre canteras fulminadas y campos de trigo 

Esperando el cuerpo que acabe con este cuerpo o el nombre que suplante mis nombres pendientes • que oculte al niño indigente -nacido en Nueva York- que aún me toma de las manos huyendo de las cloacas donde estrellas sepultaron sus huevecillos • donde las cucarachas lamieron el planeta cansadas de migajas y peldaños

Pero tornarse la criatura era difícil: cargar las manos crispadas -de aquí para allá- abrazando las sombras del mundo  las sogas del mundo • celebrando en alto la muerte en el cráneo del pescado y la púa del agua • colgado de este lenguaje que espolea en cualquier camino disfrazado de hombre • mientras mis muertos siguen centrados en sus rodeos esperando únicamente mi agotamiento • o que diga otra tarde –Adiós a todo esto- apoyado sobre un hombro que no siente • o vuelva otra vez el polvo a mi sombrero: las aguas arremetiendo contra los potros y los potros arremetiendo contra el horizonte • la manzana disputándole al sol su brillo las enaguas de las hembras y el idioma de mi revólver que sólo ha hablado en presente…

 

Y aún así me preguntan si aboliré la tristeza

Si buscaré entre dibujos la caída del árbol

La emigración de las nubes

perezosas en su terso

contrabando

El apetito del sueño

que hormigueaba en la noche

claveteado a la espina

Yo he de decir aquí aparece el cielo

Yo he de decir aquí araré el principio

Yo he de fundar mi casa

y no volver a partir

sobre terreno extraño.

 

 

 

 

Desconstrucción de Pessoa

 

        Tras las máscaras máscaras me acechan.

                                                                                                                     Álvaro de Campos

 

El comienzo es siempre una simiente que mejora el crimen y el silencio.

O sobre el pecho, esta escalera de mundos que no llegan a ninguna puerta,

a ninguna cerradura. Que demoran mi temor de no morir ajeno,

por no decir que el tiempo me visita.

Vivir consigo mismo es tan difícil,

cuando lo único cierto es un tambor de pieles que los otros rompen

para levantar sus voces. La majestad del hueso, que asienta su cardumen,

sobre el podrido eje de una tierra fría.

¿Pero sabrá el otro, que enarbola su canto desde las entrañas,

que yo también existo?                      ¿qué también yo canto?

Aunque la realidad no puede ser el otro,

porque sé que tampoco soy yo mismo: un espejo astillado bajo la luz caliente…

Y la poesía, obra pura que derrota mi lugar en este sitio.

HERMOSO MONSTRUO. Reflejo fiel del ser humano que no construye

ni destruye nada. Acaso tú, la más segura de las máscaras que tuve,

la más desvergonzada; no terminarás siendo otra cuando alguien

pase tus páginas sin entenderte.

 

Cuando alguien piense este canto, para todos.  

 

 

 

 

Adiós a la carne

 

I

 

me gusta pensar en una tierra no tan manoseada. Donde todos los árboles cultivan esos pájaros que un día arrancarán la máscara que acalla el bulto. Donde ningún viento azota el infinito, ni entra en las palabras para tambalearlas.

música de fondo cuando llueve.

o metáfora, que hecha  realidad, lava la sangre entretejida por las manos truncas.

la verdad es que no conozco otro lugar donde la respiración pueda advertirse a la distancia.

donde prorrumpan fantasmas, de cascadas lenguas.

 

 

 

 

II

y llegan las invitaciones del mar, desde los mástiles picados de ese barco, que no nos vio volver con el semblante hirsuto. Desde ese mundo de los sueños, que fue siempre una niña que saltaba la cuerda sin saber cómo.

¿quién será el capitán, entre nosotros, dispuesto a poner su dedo escaso sobre la eternidad más cierta?

¿arderá dios cuando lleguemos?

o arderá sólo el silencio cuando el mar retoque su aliento en cada mancha de aceite. Premeditando su experiencia, como esa mujer que ama decididamente, para no envejecer, para no morir…

y las gaviotas montan de pie su aldea de vigilancia. La arena se afloja, y los peñascos gritan un blanco golpe por el azul del mar que se rehúsa.

los barcos pasan lentos. Entran con la bruma.

 

 

 

 

III

los árboles, las piedras, las palabras; conscientes de la duración del día (los muertos, del futuro). A veces, una casa encendida a media noche, es una invitación a la indulgencia. Es un guijarro clavándose como gemido en este nudo de gestos. O en la resina de los robles, que deben soportar la hondura fugaz de un cielo que nos mira sin compromisos.

 ¡oh canto rapaz de media noche! La única postura que puedo tomar ante ti, es  siempre  esta.

 la de la ausencia, que tiene miedo de aprehenderse de la luz en el estallido de tus formas. La de la sed, que ama quedarse, observada por su dueño a media noche.

 ¿pero qué ceremonia de palabras puede remendar el estremecimiento?

 si todo sigue poblado de mujeres, que cuelgan por las avenidas como crueles lámparas. Si decir (siempre) la verdad es otra forma de tiranizar al hombre. Si la cobardía es solamente el camino más largo.

entro, y aún estamos en vela.

pero he conocido abstinencias más clementes.

 

 

 

 

IV

los arcabuces despiertan con nuestras manos encima. Casi siempre estropeados por un sol de plata. El campamento que hemos levantado, cerca de un río lento, se deja acariciar por los recuerdos del hogar caliente, de la mujer hermosa, y de los amigos que tenían por hombro izquierdo una sonrisa.

tanto tiempo ha pasado, que ahora mis enemigos se encuentran en mis ojos. Y ya no sé si el extrañamiento es una virtud, o una mentira.

a veces, por la noche, me descubro en el rostro que no tuve, o en el que tuviste.

el río únicamente sigue terso.

 

 

 

 

V

así, moviéndome, moviéndonos, la noche embadurna las aguas crispadas del estero largo. Y el lenguaje parece haber cedido ante el resplandor insostenible de una luna alta como una estaca.

las prostitutas que ocultan sus estrías, como ocultando el mayor de los pecados, avanzan en la oscuridad como los héroes…

y más arriba de la lava de la lengua (con que deshonramos los parajes) se halla dispuesto un sueño, con las pulsaciones del fulgor, a lamer su presa intacta entre nosotros.

detengo la poesía, para que nadie se sienta transitando esta calzada.

para que nadie llame…

pero el alba no sabe recordar más que las voces que no fueron suyas: la porcelana de los cuerpos, la luz frondosa.

ahí donde siempre nos movemos, para que no parezcan nuestras, nuestras casas.

 

 

 

 

VI

las flores, tan voluntariamente ajenas, en las manos entregadas al placer de las manos. Saber hermoso el cuerpo, pero sombra. Saber interrumpido el esqueleto que nos hace una promesa a la distancia. Saber, al cabo de los años, que la Tierra es el lugar donde debemos olvidar la tierra.

no promontorio, no destino, nacerá sobre mí en los excesos del amor que eleva lo signos que circundan.

(si como un Midas diferente –el poeta dice- sólo dejo destrucción en lo que toco)

ya la ciudad envuelta en trapos de ceniza,

por los hombres que no volvimos a amar en este sitio

crepita en las hogueras de las casas.

pero el imperecedero fósil de los sueños,

 

 

 

 

VII

sólo en la caña de azúcar tiene dios consistencia, por primera vez (¿quién mejor que él para endulzar nuestro sometimiento?).

pero ya hace mucho supe abandonar esos temores, que exhibían las mejillas como algún progreso. Esa luz acribillándome con hilos, a pesar de que cerraba las cortinas.

ahora que he dejado de creer en el amor y en el odio, en la riqueza y en la pobreza, en la compañía (que es otra forma de morir); no reconozco ese remordimiento que deshiela por las noches las pesadillas.

el hombre nace libre, miente Rousseau. Pero los árboles flotan en mi ventana.

enumerando las hojas, muy cerca de mi Bestia.

 

 

 

 

VIII

 las terrazas, donde el día husmea como un muerto invencible, la vida elabora con calma nuestra ausencia: lo único que poseo. Y un país repleto de mendigos, como un vientre poblado de ladridos amplios, fulgura vertical junto al follaje.

no seré yo quien detenga el ruido del motor que acampa en nuestros dorsos. La pureza de lo imprevisible que vuela silenciosa por un mar envidiable.

la aventura, pronta a acariciar a los ancianos, prefiere el escondite.

 

 

 

 

IX

el sol, consciente de su fuerza, oscila sobre los hálitos del río sin dejar su forma. Y las piedras, todas abrazadas, admiran el paisaje en la dureza del aire.

pero sólo llega la tregua en la obra concluida, reitera nuestra erranza, año tras año. Y sigue todo vínculo tratando de zafarse:

la flecha y el blanco.

la herida y la sangre.

el vértigo y la caída.

 

****

 

 

esto fugaz, cantaba el grillo entre las matas.

 

 

 

 

X

la usura es una expresión en esta oscura sala.

y el día más real de todos, que es siempre el día siguiente al de la muerte de uno mismo, apoya sus garras escaldadas sobre el ijar de dios.

mas oigo sobre el mármol (en ese otro movimiento sin premoniciones), mi nombre y mi fecha entre dos paréntesis. Sentado en los límites de las tostadas piedras, que en vano me piden volver sobre las huellas que me desconocen.

pero qué importa el silencio, o la gloria de la bahía que desnuda la piel de su paisaje; si nada quedará un día más por empeñar mi voluntad, por conocer mi aliento extremo, mi alcohol de hombre.

si en cada rincón (anzuelo de grandeza) el universo muda a solas su equipaje.

¿pero en qué verso, bajo qué luz volverá el abrigo?

el misterio abunda en todas partes; sin embargo, pace libremente en mi sudor sin ansias.

 

 

 

 

XI

amanece. Averiada fue la luz sobre nosotros. Y el estero espera quieto como un espejo calculando la ilusión de la existencia. En las casas del Sur, desde los techos de zinc quemados por la luz eléctrica, los gallinazos retornan a la práctica de Cristo, al apareamiento de esas llagas muy abiertas al sol. Y debajo de los techos, miles de rostros sueñan que duermen en pos de cada línea que arregla su degüello; en pos de cada rostro que cruza su mirada con la madre muerta. Y en las colinas, como soldados desarmados, como piedras preciosas, aparecen las últimas cabañas alumbradas (Y pienso en los amigos que no saben morir. En los primeros usos de la infancia que inhabilitaron nuestra prisa. En el poema que no fue nunca un plan ejecutado con rigor. En la vida que no fue nunca un plan ejecutado con rigor).

y escucho un ritmo inútil, esa vacilación que hacen las aguas a lo lejos.

 

 

 

 

XII

nada hay más hermoso que un hombre muerto.

retocando su rostro verdadero, bajo el inmenso árbol de la sangre. Y nada hay más honesto que un hombre muerto; callado por su condición de muerto, y no callado por temor al abandono. Y nada hay más hermoso que un hombre muerto; algo fláccido y de pómulos serenos, que ya no se enrojece por insinuaciones; o delicado como una servilleta que gira mucho antes de tocar el piso.

…en la ciudad desierta, detrás de los laureles, asoman las primeras sombras. (llueve).

 

 

 

 

Manual de los asesinos

 

ø

 esto que se abre sobre ti, ahora es el cielo. Podría pensarse es un cuerpo, con intenciones de instaurarse, entre el zarpazo del ojo y tu hoja tendida 0.25 de grama testaruda. Pero esto es una choza nipona donde aparece tu madre, de sólo 30 años, sollozando. El temblor de su silencio rayando las paredes/ formando rostros en las manchas de la losa. Su abrazo como un mantel enorme encendiendo tu fuego. Cerrándote en su torno. Cobrando un sentido extraño, pero completo, en todas las erupciones de lo confesado. Días hirviendo su acero sobre los párpados ávidos de cordeles. La piel trabada en los labios, moviéndose a la sombra.    

 

 

 

ø

sigue todo atrapado por su huella, en un papel insondable. Como esta ciudad de caucho que solamente te nombra cuando callas. Como tu éxodo que ahora es tu fatiga y te devuelve en silencio a la conmovedora tristeza de permanecer en ti. Algo entonces se incorpora y te indaga detrás de cada cifra que acomoda el espejo. Su líquido veneno ha viajado hasta la escritura. Juntas la puerta; esta misma puerta que ha logrado recordar tus abandonos, mientras mirabas pasar a los navíos, una y otra vez, enraizados a una lluvia que descendía pronunciada en el alboroto de las formas. Viendo cómo el óxido maquilla esos laureles, sin saber qué son.

 

 

 

ø

las galaxias, partidarias como son de la masturbación, se hinchan desmelenadas cuando te duermes. La evolución del mundo –para ti- es este árbol rojo abierto sobre la vereda cuidando la nada. Odias al prójimo que sueña que le pertenece tu alcohol de paso. El equilibrio triste en los corredores donde clasifican las nuevas formas de asentar la cabeza. Odias la geometría de tus modales, que parecen sacrificarse, entre tanto bullicio flotando en las carnicerías del mundo. No hay descanso en tus manos que saludan grotescamente para entrar en la violencia de otros cuerpos. Hoy tantos cuerpos. Vuelves a dormirte; y un Big Bang retumba furiosamente sobre los campos de Asia. Desde hace algunos años. Entonces, amanece. La luz acude a la luz; y tus manos siguen trotando sobre planicies curtidas y frases mal trabajadas por temor a la belleza que te trae a flote. La luz acude a la luz; y descubres, decepcionado, que eres lo más parecido a un hombre que conoces. Aquello que necesita aún completarse con tu derrota. 

 

 

 

ø

estás sucio y desmembrado todo el tiempo como formando un muro. Describiendo las armas. Participando como una máquina para la exploración de un nombre. Eres la boca dilatando su carcoma, negándose a volverse esta escritura. Negando en repararse. La alberca -con carteles- donde los sapos cavan tu infancia en un charco de luces. Las cuentas que no brinda tu madre. Tu propiedad privada. El Ávalon encerrado en este bloque de dedos que acaban por borrarse en un río de fósforo, innecesariamente. Un triángulo de tigres que amenaza la simetría de su lepra. La única ciudad que fue saqueada por la respiración de sus maderos, mas no por la venganza de sus habitantes. Las cuentas que no brinda tu padre. La ausencia de condena. Las aspas de los órganos tendidos sobre arenas industriales.

 

 

 

ø

con los ojos abiertos como animales blancos: has escupido en la boca de mujeres hermosas. Has escupido entre sus piernas cuando vuelven de la muerte y se desploman con la mirada incrustada en la cornisa. Has escupido en la boca de mujeres maduras, gordas y estropeadas. Has aceptado del mundo lo que ha querido entregarte. No has luchado por nada. Has recibido sus sobras/sus ofrendas con las manos agradecidas y manchadas de miedo. (La voluntad únicamente la viste en cada línea torcida como un pretexto.) Has dormido con mujeres por no sentirte solo. Vapuleado tu carne en autos/baños/zaguanes/calles y moteles llenos de tinta. Has sonreído ante la estupidez humana. Has abrazado amigos que clavan su música bajo las mantas más duras. Has callado ante la bofetada y el agravio. Has respondido también. Has golpeado, tropezado y bebido como un yute.

has olvidado tu nombre y apuntado sobre las sábanas “aquí habita algo”. Te has despertado llorando, a mitad de la noche, y rezado enceguecido por un sudor ya liquidado sobre espaldas liquidadas, igualmente. Has dicho: basta: la escritura no se acostumbra a nuestros modales. Has dicho: hoy cambiaré para siempre esta intención de perderme en los patios sombríos. De irme haciendo nada. De tratar de desvanecerme a fuerza de tumbos.

 

 

 

ø

tú eres lo más parecido a un hombre que conoces. Ningún rostro de ti. Ningún momento. Y tu fuerza se reduce -la mayor parte del día-  a no hacer nada. A no dictar palabra. Porque cuando no haces nada, el cielo es blanco y el sol vuelve al tormento de sus pilares. Porque cuando no dices nada, tu maldad es Rey.

 

 

 

ø

pero cuánta ingenuidad la de la muerte que interrumpe la ruina. Guardada en el silencio apacible de las escopetas. Fuera de este mundo. Tratando de extraviarte o doblarte en la proximidad y la ruptura de los ejes que se pudren al compás de las lenguas. Siempre prendiendo fuego a esos lemas, donde la multitud nos pasa su factura. [Se defiende]. Aquí –bien lo dijimos- se anulan las promesas y el orgullo para que el cuerpo hable. Se cubre apenas con un sueño el largo rostro de lo que una vez amamos, hasta presentir que la marea se esconde en los relatos de decenas de vecinos incapaces de testificar sus aventuras. Trajinando hacia una opacidad más grande que sus obediencias.

 

 

 

ø

el purgatorio en que vives también se mueve en ciclos: el bambú tan pequeño y parejo donde las estrellas heladas desmoronan sus témpanos de cuarzo// la humedad que, por la noche, raja tu escalera donde muchas veces te sentaste a planear un cuerpo// la ventana agitada por los surcos del vidrio donde la combinación de los colores orquestó el regreso de un albaricoque.

en tu purgatorio la ausencia es la felicidad entera. La llenura que pudre la comida. El cansancio de las formas en el coliseo del ojo. Las blancas hojas que logran ser navíos saliendo hacia otras playas. Y regresan.

 

 

 

ø

repite con nosotros: Soy mi credo y mi propia decadencia. Soy la posibilidad de un cuerpo. Su corte de amuletos. Soy la desintegración. La posteridad: su círculo lleno de hormigas. La letra que con sangre entra. Soy mi propia sociedad civil. Mi fin y mi comienzo.

la mancha roja de tantas estampidas feroces sobre otros cuerpos rotos.

 

 

 

 

De Demonia Factory

 

en casa bebíamos el vino del caribe nos desrielábamos de un tirón -canal adentro- y la muerte nos rastreaba en los espacios mudos A sorbos nos rastreaba en las conversaciones conmovedoras sobre la preñez de esa niña santa -que era ella misma- o sobre las familias arruinadas que vivían en caserones como el nuestro

en casa bebíamos el vino del caribe: chispa de tren que ponía en trance a los nativos para que soñaran con Oggún o con la posibilidad de una Isla sin máquinas sin muebles destartalados sin pócimas detalladas bajo permisos negros

                               

yo  arropaba en  dos versos  de  Lezama

todo el sueño                       del mundo:

nuestros   cuerpos    otra   vez    ese  obstáculo

donde      la           ajenía        se      revuelve

 

Ella      insistía        en        construirse

de mis indecisiones      de mis deslaves

como si un  sueño pudiera construirse

                                                       como una cordillera                      

 

en casa bebíamos el vino del caribe y los cigarros dejaban costras en nuestra mesa larga adornada decentemente con papel celofán El cerdo iba enseñando los dientes desde la cocina y los libros se retiraban hacia lugares descascarados por el polvo

no había hielo en la casa  Nunca había hielo en la Isla pero sus risas hacían más largo el desgastarse del vino que entraba por la garganta como un trotón incendiando la palidez de su cresta

desperdiciada la noche: un gato negro se arqueaba ante la estatua del sol  

yo empezaba a preguntarle –sin temores- acerca de esa herida que traía como un rostro sobre el rostro Esa herida que llevaba en sí a otro rostro y su leyenda

no quisimos quedarnos esperando hasta que las hachas de la lluvia fueran golpeando las puertas los viejos fords encurtidos y los techos despampanantes por la pobreza                         las ventanas apolilladas y las ropas raídas que colgaban en entrepatios donde provisionalmente el tiempo había huido Rodaba el ogro su hacha y los nativos charlaban sobre avenidas extensas para luego ir a esconderse en mataderos de lujo

nosotros decidimos entonar una canción mentirosa llena de historias de hombres que sí volvían Historias donde el amor se quedaba saltando doblado en nuestras manos como un sapito

ya en la oscuridad de la celda -metidos en la cama- nos rozamos las barbillas y lamimos nuestros párpados para estudiarnos

entonces toda promesa de luz fue mar adentro

 

 

 

 

Presentación de las mañanas sin importancia

 

sitio donde mujeres y hombres pedalean a toda fuerza sus máquinas escuálidas Ellos pedalean sus fords y ellas pedalean sus singers como si la vida misma dependiera de ello Sitio donde olfatea la memoria debajo de los vestidos y ternos almidonados por artesanos tristes que distribuyen su desesperación en los laboratorios de la sangre Cobrizas palmas de asfalto entre una humareda de casas y de hombres recortados por el trueno de Dios

sitio donde libero al gorrión sepultado por mi padre entre mis trenzas de infancia Donde las miradas de los hombres siguen ahogándose firmes en un cielo lleno de ramas donde un caballo fantasmal hunde a su amo Sitio donde mujeres cansadas protegen sus muebles blancos con abrazaderas oscuras para empollar a niños ingratos que se agitan con sus risas como castañuelas Donde ese vino volteado de los menstruos sigue escurriéndose a diario en una sala veraniega cuando fugan todos Oyendo el largo copular de las palomas sobre los tejados donde antes se agitaba el cuero

sitio donde sigo amordazada –hecha añicos- entrando en cada escena con muchísimo esfuerzo  Oprimiendo neciamente el hilo de las cosas Durmiendo bajo la plena pelusa de mi manta que construye túneles Despacio Sin lograr sonido Mientras un sol orina temblando otro arco iris hermoso contra las praderas

 

 

 

 

UN HOMBRE ES ESA LENGUA ADVERSA QUE TODOS RESPETAMOS// TÚ QUE ACASO HAS COMULGADO CON MI CARNE, BEBIDO HASTA SACIARTE EN MIS ESTRÍAS, APIÁDATE DE MÍ

 

 

*

 

NADIE TUVO COMO TU FUNERALES ETERNOS

UNA    SÁBANA      ARRUGADA    COMO   CIELO

Y UN CARTÓN DE ESTRELLAS

 

HIJO:           NO   TIENES  LÁPIDA:

AÚN PUEDO ENVIARTE FLORES

TODAS          LAS              NOCHES

SOBRE         CUALQUIER         RÍO

 

Baragán Hemos bebido ambos la sangre de tu espina mirándonos las manos porque cuando nuestros países no están en guerra nos tienen a nosotros enfadados Divorciados Vivos

hemos visto crecer a nuestro lado la mata de los muertos en las pestañas de los hombres que juran adorarnos Que mienten

eras tan hábil con las manos tan hábil con la lengua que siendo yo el carnicero: ese inútil alcoholizado premuerto terminé asistiendo al espectáculo de mi propio cuerpo: solo un trozo del paisaje de tu cuerpo

Milagrosamente

entonces te amé con las uñas

te amé con la enfermedad aquí sobre el frío pecho de mi madre muerta Te amé con las cuencas vacías con los libros ya incinerados y los músculos malolientes por tanto uso

te amé con los ligamentos podridos y con el cerebro vuelto carbón e incapaz de encenderse Te amé como un espejismo inquieto aferrándose a este sol y a otro y a otro

 

y mi cuerpo enmohecido fue el corazón de esta patria

-destrozada  por   canallas-     huyendo  con  emoción

a los valles de Chiapas

 

y mis sueños -peces en llamas- fueron la voz de esta patria

-destrozada por canallas-              huyendo  con  emoción

a los valles de Chiapas

 

y mi aliento ya  iba guerreando en los valles de Chiapas aprendiendo que el vacío también fabrica sus sueños sus claraboyas Que a veces un hombre destruido puede ingresar a su fiesta para soplar las cenizas Para iniciarse

no regresaría ya entonces a la casa derruida donde los cadáveres de mis padres gozaban del derecho del cadáver

yo tenía que encadenarme a cualquier casa del mundo a cualquier causa Olvidarme de los libros nunca escritos De mi tristeza infinita atrás del coito De tu joven Jesús recorriendo como dedo pintado y carnoso esas lecturas de amor después de los cafés De los cigarros

de tu agua bautismal que ennegrecimos ambos para perdernos de la luz Para escapar de esta mano que hoy logra reunirnos espantosamente   

y yo creo ahora  –te decía- los ríos van tiñendo el horizonte y existe una pieza oscura una canción cuajándose en la pálida marea de nuestro miedo En plena juventud Y detrás de los cristales que abotona con las uñas el robledal

yo creo ahora –te decía-  socorre tu incredulidad tú misma porque los hombres que tienen fe atraviesan a otros hombres sin visitar sus llagas más rojas Sin hallarnos

yo creo ahora –te decía- detrás de los revólveres hay otro incendio estuprando las pieles muertas

yo creo ahora –te decía- el ojo del dios que amas y que antes correteaba por todas partes decolorando los pergaminos -femeninamente- ahora está en el hombre que se mira con fruición frente al espejo Reparte por favor tú los recados sin intención de final Tus santos exhibidos como tela en películas largas La uva de las viejas raspándose la mugre nacional en baños turcos La cama con su mirada de reptil con una pata clavada en el pulmón del océano Los límites de la tristeza infinita atrás del coito Ese taller de un mundo que se interna vivamente en tu país sin culpas en tu país de muertos Esto que tu eras Esto que somos

 

SOCORRE TU INCREDULIDAD

TÚ MISMA

 

Y SÁLVATE

 

 

 

 

AQUÍ ME TIENES ENTONCES ANTE TI

CON  LOS  MUÑONES COMPLETOS/ CON LA SONRISA AVANZANDO VERGONZOSAMENTE COMO UNA TORTUGA/ CON ESTOS MIEMBROS DESHECHOS COLGANDO   INÚTILMENTE   HACIA   NINGÚN  HORIZONTE                                   HACIA NINGÚN MISTERIO

SIN BRÚJULA

SIN ROSA DE LOS VIENTOS

 

pero hay que levantar la careta ponerse una cabeza por debajo y salir a la calle Prepararse como el poema desde la indecencia o el incendio a la formalidad A la estructura

hay que levantar la careta rellenarla de besos por la mañana Abrazar a la esposa: esta mujer que escogí para sentirme vivo para saber que sigo tibio Echando espuma

hay que levantar la careta reconocer los modales traficar con la fantasía Resignarse: vivir ese suicidio cotidiano

repetirse: EL AMOR EXISTE EL AMOR EXISTE EL AMOR EXISTE EL AMOR EXISTE

morderse el dedo índice con ganas cuando pretende rasgar a ratos el panel de la duda Preguntarse acaso si somos tan humanos Si ha valido la pena este viaje hacia nosotros mismos: esa mujer o madre degollada con un espejo de bronce sobre sus rodillas mientras se pinta el labio

ahora el espectro de mi verdad acecha como un jaguar en cualquier desnudez roncando tras un cerebro

ahora el espectro de mi verdad escapa de los armarios de los cencerros y dura a la intemperie de la luz y de la sombra

ahora el espectro de mi verdad agita compulsa quiebra cada pequeña mariposa cada pequeña escalera donde mi corazón pueda dormirse donde mi corazón pretenda clavarse como un mapa

ahora el espectro de mi verdad grieta las risas audaces tumba todas las casas y pone en trono al Señor más castigado:

ese niño que soñando otro destino ha probado todos los venenos de los cuerpos Ha roído todas las palomas en un rincón de aire Ha masticado

porque el azul sólo es azul cuando llovizna y se derrama la materia y entonces sí podemos vernos Como un cuadro de Munch podemos vernos Hasta los árboles entonces prefieren incendiarse a cobijarnos

mi madre me había dicho: el mundo es bello Mi padre me había dicho: la tierra se trabaja el fruto es bello Mi hijo me había dicho: yo seré bello

Pura irrealidad

pero hay que levantar la careta ponerse una cabeza por debajo colgarse un cuello Salir a sacudir la longitud del cuerpo por todas las esquinas de este mundo Leer  bien los letreros Abrir bien las carteras los corazones Pegarse un Sí sobre la frente como un Jesús de ceniza Desvelado

evitar la caída o explicarla:

                                       a)  yo  soy  un  hombre  que no es un hombre           

                                         buscando    la   verdad   en   sus  cajones   de

                                         infancia    En   los     primeros     dibujos  de

                                         horizontes    En   sus    primeros   juegos  de

                                         baseball con los  niños   que   cuidaban   una

                                         araña   en   la   mano    como  si fuese un  sol

 

 

                                      b) yo  soy  un  hombre  que  no  es un hombre

                                         suelto bajo las  prendas  como  un   cuchillo

                                         Dispuesto a    herir    a  los otros que se que

                                         mienten       Dispuesto    a    asesinar    para

                                         tranquilizar      el     ritmo     tan  limpio tan

                                         inhumano          de       nuestras       cenizas

                                         que  se  mueven en círculos hasta  palidecer

                                         la página Hasta escaparse

 

PERO  LA  MATANZA  ES  MÁS  HUMANA  EN  MI CABEZA

repito:  TODA MATANZA ES MÁS HUMANA EN LA CABEZA

 

cuando hay fornicación hay casa limpia y plato servido en la más completa oscuridad Cuando hay fornicación hay amistad rencorosa y mis niños se pegan a mí se pegan a mí y no saben comportarse Cuando hay fornicación huyen de mí reflejadas en el semen todas las mujeres que amé festivamente hasta la caverna misma de la esencia Huye de mí la humildad sus tetas estrujadas sus tetas moreteadas como ciruelas Cuando hay fornicación huye de mí 

la desnudez de mi cuerpo y se posa un cadáver valiente un cadáver sublime que se ríe de tanta boca apresurada (entre un bosque de lápices y botellas vacías donde mi generación vuelve a orientarse Vuelve a rastrear su nervio)

entonces ella gimiendo contra ella misma Muriendo contra ella misma Muriendo por su costado logra dormirse Y yo torno a esta guarida a este recinto cuarteado como una vaca enferma donde la lluvia se filtra y hay poca luz de luna y poca tinta

regreso a la escritura A ese útero empeñado en disminuirse Regreso a  casa pero a esta casa donde mi padre soy yo y mi madre yo Y nos parece insuficiente el presentimiento Regreso como una vaca enferma a los establos más blancos que el hospital más negro Regreso y no soy yo el que vuelve Al mismo tiempo que nunca he sido yo el que se marcha

 

 

 

 

AQUÍ ME TIENES ENTONCES ANTE TI

CON  LOS  MUÑONES COMPLETOS/ CON LA SONRISA AVANZANDO VERGONZOSAMENTE COMO UNA TORTUGA/ CON ESTOS MIEMBROS DESHECHOS COLGANDO   INÚTILMENTE   HACIA   NINGÚN  HORIZONTE                                   HACIA NINGÚN MISTERIO

SIN BRÚJULA

SIN ROSA DE LOS VIENTOS

 

ahora mi casa es solamente un pardo sol cercenando las playas donde el tiempo se desploma Todos los sitios que recorrí se pudren tras las pestañas a flor de agua La Geografía nunca nos libera del hogar imaginado –te repites– La Geografía nunca nos libera del hogar imaginado

las  cabezas   que   no   tienen   dueños   siguen    hablando    de   amor  -preguntándose si es Mesopotamia o la Palabra ese territorio oscuro del que no se vuelve- Yo no quiero visitar más esta boca que mantiene moviéndose mis manos como metal llamativo

mi madre -ignoro si ella sabe que sus costras reaparecen en la profundidad de mis amantes- ha prometido este sábado tratar de limpiar mis ojos que siempre se están largando noche adentro

no se cansa de retirar mis costras a pesar de que está muerta A pesar de que su forma de hablar es la más básica La más encantadora

ya no me avergüenza decir que  tengo  fe  en  la  traición Que entrego toda mi vida al deterioro

que quiero sólo el rodar de esta fiesta macabra Abandonar mis huesos mordidos bajo esta carne  podrida  y  movediza   Olvidar  si  mis  muertos  emergen  sobre  azoteas hundidas a  desbrozar la luna Si ahora que no tienen máscara se sienten más conmovidos por los temores Por estas palabras tiesas como gallos de riña

nunca me gustó demasiado conservar ese animal cariñoso del recuerdo forzado a vivir en el patio de la casa Ahora he prometido ir a misa los domingos como cuando era pequeño Escribir un libro que relate la necesidad de no escribir un libro Ignorar la mala presencia de la poesía Sus gestos heredados del vacío

volverme el signo de un signo

repetible

moverme como si ésta fuera la última vuelta que embolsen mis cabellos Y estoy solo Moverme ahuyentando a las mujeres que tratan de amordazarme con su agua Y estoy solo Moverme empujarme contra los músculos reventados de las palabras Y estoy solo Moverme como si este final guardara mi comienzo

 

 

 

 

Presentación de los domingos de misa de gallo

 abril sin recordar demasiado la historia comenzaba con la silla vacía Mi abuela preparaba en grandes ollas de zinc el festín del domingo Ella emocionada Ella domesticando palomas sobre el patio verde El ajo sobre los tallarines El arroz inflamándose doraba la techumbre de los platos aplastados por el ojo Luego la vieja canción picoteando las mallas descosidas de una radio que dormía bajo la cama Disponíamos entonces de una pequeña compañía de teatro que realizábamos entre primos para finalizar el almuerzo Mientras mis tías se tinturaban el cabello se coloreaban las uñas y huían hacia el futuro a paso presuroso pero descalzo Ellas me abrazaban me cortaban el cabello me bañaban en el patio bajo un sol blanquísimo en un día de viento Mi primer sol brincaba sobre los fierros del tren y se colgaba en los techos pobres donde roncaba la lluvia a ratos como un fusil Yo no necesitaba levantar la cabeza para internarme en el festejo de lo desconocido Mi madre era una armadura marrón entre las cañas del sueño Una mariposa en bengalí atravesando la casa Yo no necesitaba levantar la cabeza para saber lo que era claro y lo que era oscuro

así es como marchaba entusiasmado hacia mi cuerpo por primera vez

 

 

 

 

De Monsieur Monstruo

 

se dice que venir al mundo es sostener una viga con la mano llena de callos sin soltarla un minuto como si se boxeara contra la hierba naranja     contra el paisaje     con un sol cercado de rosas se dice     se dice que venir al mundo es deslizar esta asombrada cabeza sobre pañuelos sucios y partes íntimas y uniformes privados de igualdad     se dice que venir al mundo es en cuestión de horas bordear el eco cazar a tirones el camino perdido desde siempre     se dice que venir al mundo es sacarse los dientes para hablar     se dice que venir al mundo es volverse a veces un ave de papel que va y viene y se estrella sin que alguien lo escuche     se dice que venir al mundo es descubrir cicatrices sobre una piel que no ha sido jamás cortada

sin embargo una cabeza es un cielo morado sobre la noche de Japón atando esos conjuntos de objetos donde amenaza el tiempo     es un entumecimiento de gestos echados bajo una puerta cualquiera     es fácilmente un enorme paraguas cubriendo el pavimento     una región cochina donde no hay espacio     una cabeza es: privación + interrogación = oleaje     es un zumbido de vidrios que no sabe en que momento se triza      es decir: enteramente agua suspendida en forma de relámpago

un pensamiento es una proa impermeable subiendo por la superficie del agua que ha arrumado el invierno sobre nuestra casa     sábana tendida sobre la tierra en erosión constante     enfermedad ciudadana     lombriz que lo devora todo     es antes del shock brazos innumerables tejiendo su alucinación en el borde     grandes viajes al Consejo de los Lobos del Este     turba de grillos amarrada a la mesa del sol     y a veces cuando se encuentra seguido de otro pensamiento un pensamiento es violación de la carne sin la carne     genitales que entran en el hueco invertido de nuestras partículas     eso que arde cuando miramos hacia el áspero horizonte pero que no es el cielo

haber vivido en el mundo fue     una pequeña bolsa de fatigas     un simulacro de cierto día caluroso     ser mi padre atrapado por la excitación de ser él mismo     polvo y anonimato en la construcción sólida de un hombre     un pequeño sobresalto en el corazón con todos al final de este viaje     un corazón (en largas vacaciones)     una gran fiesta en las fogatas de la mentira     ser mi madre desprevenida y llorando como un animal ablandado por su pudrición     coágulo del árbol     música persiguiendo su ortografía     pero también a veces haber vivido en el mundo fue toser entre las páginas de un libro     devorar las orillas sin subirse a un barco     ser dueño del agusanamiento de estos muebles     saber pintarle al insomnio una ventana     desnudarse ante un cortejo fúnebre de mujeres psicópatas     espiar sin la palabra     llorar sin la palabra     ser mi hija viendo desmoronarse a la inocencia como sello de fidelidad de nuestra especie     una puerta enterrada bajo cuatro llaves o una cabeza tendida en el cordel de los sueños para purificar el olvido

 

 

 

 

[cara a]

estos son mis 650 músculos de acción involuntaria     mis 250.000 plaquetas que taponan las heridas      que evitan que sangre     este es mi fanatismo equivocado con el que se descomponen los peces debajo de los muelles como perra materia     mi monstruo helado arrastrándose en medio de la gente ovulando una ternura primitiva     una señal de nacimiento en algún lado olvidado por los hombres     este es mi señor mestizo: mi negro mi indio mi judío     mi perfil como sable azotando el barro: su prótesis de maldad     esto yo soy ahora: un escritor mediocre que ha debido suicidarse si le queda decencia [2]     cayo reventado por cadáveres que van adelgazando     trago inevitable sembrado de cuchillos a las dos de la tarde    ascensos y descensos de una bragueta para no observar cómo se me va escurriendo la vida bajo el pantalón     miles de violentos chillidos de un violín multiplicándose en mis oídos cuando humeo en el cemento como un fantasma     pierna artificial     cautiva     el agua sucia arrumbada o nacida de un hombre y una mujer latinoamericanos

 

 

 

 

[cara b]

quiero mantener los ojos abiertos esta noche papá para no gritar     nosotros no hicimos este mundo    esta pena duradera     este rebaño de lobos con sobredosis de lunes     papá si se tratase de recordar a la primera persona que enterró en mí la soledad insostenible o el rostro sin historia viajando hacia la vieja fractura de no recordar mi habitación ni de entender la dificultad de cocinar la mirada sobre las cosas     el pájaro en la punta de la lengua asestado por venenos hasta reflejar en las sombras un robledal de papel     debo haberte dicho: llévanos contigo irrealidad porque nada de este mundo nos pertenece o nada puede ser nuestro excepto esta frontera de tiniebla/ esta ciudad oblicua/ estas aguas verdes de un mar segado por campesinos que se frotan las pelotas tan libremente     esos desdentados con una cresta de fusiles bajando montañas     esas manos cubiertas de cicatrices como rosas de campesinas que mean tan libremente mirando al cielo     quiero mantener los ojos abiertos esta noche para no gritar más papá     un jugo de pesadillas acude a cubrir mi frente dividiéndolo todo     debo haberte dicho: llévanos contigo irrealidad: región aquí inventada para el indulto     cementerio reservado para los exiliados pendientes     de cara a este papel

 

 

 

 

[cara a]

que griten esos cabrones en casa de Saturno porque cuando te dije desnúdate de una vez para que entiendas la piel: su acuario de raíces queridos humildes ya empinaban su muerte por estas cordilleras piel adentro     por estas marejadas demenciales     por estas praderas subiendo hacia aldeas donde no bogará el rock and roll en bárbaros idiomas     por estas playas donde el llanto atestiguó la carne     por estas ciudades cubanas guatemaltecas ecuatorianas chilenas ad infinitum como halcones perdidos     por estos desiertos bajo nuestro cielo iluminado por el peso de nuestra vergüenza     porque cuando te dije que aquí no hay paraíso queridos humildes salieron a imponernos su paisaje     y clavaron sus hijos a estos nevados como naturaleza sólida     porque cuando te dije que aquí estaba el infierno queridos humildes levantaron como un vestido sus cálidas montañas     y en lugar del horizonte pintaron largas marchas para romper el silencio     porque cuando te dije aquí ya no hay identidad aquí ya nos perdimos queridos humildes derritieron sus pastos y plantaron espejismos en lugares públicos     entraron a las tiendas a las casas saquearon las ciudades los parques los cementerios nada quedó sin ser tapiado por esos perdidos     todos de duelo haciendo polvo el universo hasta que mostrara su ubicación exacta

 

 

Datos vitales

Ernesto Carrión (Guayaquil, Ecuador, 1977). Es autor del libro La muerte de Caín, cuarteto formado por los poemarios: El Libro de la Desobediencia, Carni vale, Labor del Extraviado y La Bestia Vencida (CCE, 2007), que es, a su vez, el primer volumen de una trilogía única titulada: Ø. Del quinteto Los duelos de una cabeza sin mundo, volumen siguiente, ha aparecido hasta el momento el libro: Demonia Factory (Zignos, Lima, 2007/ Eskeletra, Quito, 2008/ Limón Partido, México D.F., 2009). Además ha publicado: Toma esta cabeza mestiza por donde rodará un dios judío (Santa Muerte cartonera, México D.F., 2009) y Contramano y Álbum de arena, junto al poeta peruano Maurizio Medo. Preparó también el libro Identidades a Plazo [Recopilación de textos de pacientes del Hospital Psiquiátrico Lorenzo Ponce] (CCE, 2008). Ha sido Premio Nacional de Poesía César Dávila Andrade (2002), Premio Latinoamericano de Poesía Ciudad de Medellín (2007), Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade (2008), Finalista del II Certamen Hispanoamericano de Poesía Festival de la Lira (2009) y Becario del Fonca y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (2009).

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