Foja de Poesía No. 044: Eduardo Chirinos

Eduardo Chirinos

Nacido en Lima en 1960, Eduardo Chirinos es uno de los autores más singulares y representativos de su generación. Su labor como ensayista, traductor, antólogo y autor de novelas para niños convive en natural consonancia con una reconocida trayectoria poética. En poesía sus títulos más recientes son El equilibrista de Bayard Street (1998), Abecedario del Agua (2000), Breve historia de la música (libro ganador del Premio Casa de América, 2001), Escrito en Missoula (2003), No tengo ruiseñores en el dedo (2006) y Humo de incendios lejanos, publicado recientemente por la Editorial Aldus (México, 2009).

Su poesía aparece después del salto.

DERROTA DEL OTOÑO

Aquí no es bienvenido el otoño.
Nadie lo espera
a la orilla de ningún río melancólico
que esconda en su cauce los secretos del mundo.
El otoño reina en otras latitudes.
Allá lejos, donde los ciclos se cumplen, allá lejos
donde envejecen y renuevan las metáforas.

(El sol se hunde en un verdoso charco
donde flota, solitaria, una hoja de laurel).

Pero esta tarde no ha llovido. Las hojas
se aferran a sus ramas,
heroicamente luchan contra el viento
y en la noche celebran la derrota del otoño.

No saben que las hojas que caen son las escritas
y el árbol un seco y callado poema sin estrías.

(De El equilibrista de Bayard street, 1998)

UNA VEZ MÁS LA ROSA

Leo una vez más sobre la rosa y una vez más un perfume de siglos invade mi casa. Rancio perfume con sabor a nombres, a símbolos que demandan la eternidad de nuestros ojos, a cuerpos cuyo hedor se disipa al menor contacto con los nombres. ¿Qué es la poesía sino el olvido de los nombres?, ¿qué es la rosa sino nuestra primera rosa, aquella que nada nos dijo porque nada sabíamos, porque éramos ciegos para todo aquello que no fuera su olor, su color, su efímera gracia adornando un jardín que pronto habríamos de poseer para mejor olvidar? Oigo de cerca y lejos a los vicarios que descreen de la inocencia. Desengaño dicen. Todo lo que puedes decir ya ha sido dicho y redicho en lenguas que jamás soñarás con aprender, en lenguas que ya no se hablarán jamás. Los oigo como oigo también a los santos inocentes. Dilo todo, dilo todo, tu palabra incendiará las anteriores, nadie recordará ese fuego que has convertido en ceniza. Lotófagos del símbolo y el verbo, ¿es posible vivir con un abismo que se abre constantemente a las espaldas? Leo una vez más sobre las rosas y leo pétalos verbales, espinas silábicas que pinchan y sangran los dedos. Leo una vez más sobre las rosas y las rosas se abren y se cierran como ojos. Como libros que son ojos, ¿es posible la contemplación de la rosa y cerrar por un instante los libros y los ojos? La rebelión de Alejandra Pizarnik fue “mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos”. La rosa de Blanca Varela “infesta la poesía con su arcaico perfume”. Infestación y rebelión. Deleite que anula y dignifica lo olvidos, incluso aquel que grabó para siempre la rosa en un oscuro y pertinaz alfabeto. Asesinemos entonces la rosa, devolvámosle como macabra ofrenda cada uno de sus símbolos. Digamos sin miedo y sin vergüenza la rosa, abrumémosla con viejas y nuevas palabras, cortemos la rosa prohibida del jardín de Ausonio, la rosa mística en la solapa de Dante, la humilde rosa que Darío regaló a sus hetairas. Ahoguemos sin escrúpulo las rosas, la asfixia las hará enmudecer. Así veremos la invisibilidad de lo otro.
Así veremos una vez más la rosa.

(De Abecedario del agua, 2000)

GNOSSIENNES

Tous mes ennuis sont venus de là

Burbujas lentas
como de hierro
tristes
lentas
tristes
mirándose unas
a otras
reflejándose
sin alegría
como quejidos
de hueso
envuelto en terciopelo
golpeando puertas
y ventanas
Mira
hacia adentro no
verás nada
sólo burbujas
lentas
como de hierro
frías
cálidas
frías
como lenguas
mudas
sobre un papel blanco
palabra silencio palabra

Las teclas
huyen del piano
se ocultan
en el horno
en el ropero
debajo de la cama

Las teclas
huyen
Nostalgia de árbol
y elefante
rebaños
de elefantes
y bosques musicales
como en películas antiguas

A lo lejos
un señor enmascarado
silba burbujas
de hierro
ordena filas
de ataúdes desdentados
y ríe
seriamente ríe
sin nada que decir
sin nada
que decir
sin nada
que decir
sin nada

(De Breve historia de la música, 2001)

PARA LLEGAR A MISSOULA

Hace algunos años
leí un poema de Bly sobre Missoula.

Todavía lo recuerdo.
Hablaba de un tren
(tal vez la vieja ruta del Pacífico)
en una mañana de invierno. Los durmientes
habían dejado atrás las sombras
y el cristal
surcado por la nieve
dejaba entrever el perfil de las montañas.
Era necesaria la nieve para llegar a Missoula,
para cruzar “la puerta del infierno”
como antiguamente la llamaban los colonos.

Nosotros llegamos una tarde de verano
en automóvil. Y hacía mucho sol.
¿Por qué nos perseguía el frío del poema?

Para llegar a Missoula
era necesario un tren
y una ventana escarchada y algo de nieve.

(De Escrito en Missoula, 2003)

PARA QUE NADIE LO LEA

Hay agujeros que arden.
Humo
que danza en el aire su alfabeto
y lo borra. Para que nadie lo lea.

Hay heridas que duelen. Aunque
no les hagas caso están allí,
con sus manos terribles y sus ojos
mirándote y mirándote. Hay amores

bajo el polvo del olvido. Polvo
que danza en el aire su alfabeto
y lo borra. Porque hay heridas

que duelen. Aunque no
les hagas caso hay heridas.

Y humo y viento y polvo.

(De: No tengo ruiseñores en el dedo, 2006)

TRECE INVIERNOS CON NIEVE

A blanker whiteness of benighted snow
With no expression, nothing to express.

Robert Frost

1

su mano de nieve saluda desde la ventana golpea de nuevo
la puerta es muy tarde le pregunto a qué has venido a vigilar
tu sueño me responde yo lo hago pasar le ofrezco chocolates
galletas de jengibre le ofrezco una taza de café sin ninguna
ceremonia se quita el sombrero los guantes la bufanda se
acomoda en el sillón ahora léeme un poema dice vengo
por la música desde hace trece años vengo por la música

2

el invierno son las agujas de una iglesia protestante un
cuervo sacudiendo la nieve en un poema de frost el lago
de hielo donde patinan las parejas no me dijo el invierno
son las olas del pacífico ballenas pudriéndose en las playas
pelícanos gaviotas y uno que otro pingüino en el perú
hay pingüinos ganas solemnes de no ir al colegio y un poco
de lluvia algo más un revuelo de zapatos escolares la tarea
pendiente en invierno los niños revientan ojos a los gatos
arrojan piedras a los perros

3

te cuesta trabajo no ser sentimental cedes fácilmente a
los recuerdos pero ésa no es la música debes concentrarte
un poco más mira el vacío de la página su densa y luminosa
blancura devorando sombras así cantaba mi abuela en su
patio caía la nieve blanco sobre blanco como un paisaje
de john cage como la sucia ventana de malevich toma
una piedra rompe la sucia ventana de malevich escucha
su canción su insoportable silencio de cristales rotos

4

sin mayor entusiasmo le muestro fotos de familia tu madre
es demasiado joven no la imaginaba así tu padre luce tan
serio tan lejano se llama igual que tú no sabía que hubiera
muerto dos niñas lloran al lado del triciclo el muchacho de
barba debe ser tu hermano pero tal vez me equivoco y tu
mujer ¿dónde está tu mujer? está durmiendo dije y clavó
sus ojos en mi pene en el café que nos mantenía despiertos

5

todavía no empezamos silba una canción la primera
que venga a tu memoria pero no abras los ojos la música
vendrá sola como el agua como un aullido de claveles
como un estruend0 de topacios

6

el tiempo se ha detenido no hay relojes no hay tampoco
calendarios qué más puedo decir no te preocupes soy yo
quien se traga los silencios quien hace las preguntas hace
años empezaste un poema no pudiste pasar del primer
verso en lima la niebla hace lo suyo destroza cualquier
página borra implacable las cenizas su blancura es ilusoria
la promesa del poema acabado la miseria del poema perfecto

7

aquella noche vimos el lago de hielo el paisaje holandés que
nos regala la muerte pasamos horas contemplando la iglesia
protestante la torva cruz de hierro la corona de flores todo
es tan emotivo tan conmovedor no es más que un cuadro dije
una torpe alegoría religiosa no sabía que fueras religioso vivo
en otra esfera relegado por los dioses jamás nos molestamos
yo les ofrezco ignorancia les ofrezco indiferencia a cambio
ellos se ríen me arrojan piadosamente sus palabras

8

es inútil le dije no entiendo por eso he venido a visitarte
a decirte que nunca te llamarás horacio que nunca fuiste
herrero en la cubierta del arca nunca equilibrista en bayard
street esta noche he venido a escuchar el alfabeto del agua
una triste canción de ruiseñores estás diciendo que soy
un impostor no me dijo es inútil nunca entenderás nada

9

no estás atento debes concentrarte un poco más escucha
la maleza despuntando en la nieve el temblor silencioso
de las hojas la mancha que arruina el pentagrama vacío
te regalo esa imagen la mancha que arruina el pentagrama
vacío ¿quieres escuchar el poema que pediste?

10

no me dijo bostezando ya es hora de irse y tú debes dormir
tu mujer debe estar preocupada

(De: Humo de incendios lejanos, 2009)

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