Sobre “Destrazadero” de Gabriela Puente

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Alma Raquel Oidor reseña “Destrazadero” (2004), poemario de Gabriela Puente (Puebla, 1973).  Puente es autora de poemarios como Quejas y garabatos, El destrazadero, Necronología, Papel/era y Patadas bajo la mesa. Actualmente es becaria de poesía del Estado de Puebla.

 

 

Gabriela Puente es una poeta nacida en 1973 en la ciudad de Puebla. Ha publicado: Quejas y garabatos (2003, en colaboración con el grabador y artista plástico José Bayro), El destrazadero (2004), Necronología (2006), Papel/era (2006) y Patadas bajo la mesa (2008). En el 2005 fue becaria del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Puebla. Ese mismo año recibió el Premio Interamericano de Poesía Navachiste 2005. Su trabajo poético, hasta el momento, no pertenece a alguna tendencia estética concreta, pero está próxima a la poesía experimental.

El destrazadero (2004) es un libro de poemas dividido en 6 secciones, en cada una de las cuales maneja un tema distinto: los pequeños ya ni modos, de la serie grafimagen, el destrazadero, de la vieja necrología de  prensa sobre straza, drogas benditas (dios bendiga a las drogas), los bla, bla, bla (diálogos de Gestalone, la Loca y sus compadres). La temática del libro gira en torno al soporte  material, pues físicamente nos acercamos a la estraza ya que está impreso en este papel, una de las razones por las cuales (según la autora) es reutilizable. Pero El destrazadero no es sólo parte de la estraza sino de un juego de palabras que nos indica la destrucción de cánones establecidos en la sociedad, así se tiene acceso a la deconstrucción de canciones populares para formar un nuevo todo, pero tomando un carácter diferente; pero no sólo deconstruye y vuelve a construir, también elabora  imágenes cercanas al caos y la rabia. Por su velocidad, su poesía se nota caótica y ávida. Dentro de sus poemas se advierte el uso de metáforas, alegorías y comparaciones que le dan carácter poético. La poesía de Puente denota coraje, la fuerza que caracteriza a quienes no dejan a un lado el cuerpo, pero sí la doble moral y las apariencias de la sociedad. Este es el segundo libro Gabriela Puente, por lo cual aún no define a su autora totalmente.

La aportación que da al mundo literario lo hace por medio de sus temas y la manera en que los aborda y los muestra: está enardecida, rompe las cosas, las corta, arroja las imágenes con rapidez al lector. Retoma las reglas y las reconstruye. Desde la dedicatoria lo muestra refiriendo asuntos de la vida común, referencias claras de situaciones o lugares comunes para convertirlos en suyos.

El hecho de introducir varias secciones en el libro con temas diferentes llega a ser confuso, pero al mismo tiempo nos da referencias a lo que maneja en todo el libro: la reconstrucción por medio del juego, tanto de palabras como de frases.

Vale la pena revisar El destrazadero, es un libro que se lee rápido, comienza de manera suave para llegar al punto álgido en el medio, justo en el destrazadero y al final “mandar al demonio” todo. Es un juego de referencias, de enojos, de seres humanos que no comprenden las situaciones y las desaprueban, de los cánones que no vale la pena seguir pero todo tomado con un carácter risible. Se nota la agudeza para generar el juego entre el libro y el lector, de esos que agilizan la mente para retomar las referencias rápidamente y construir los tonos, el ritmo e identificarse en alguno de sus poemas.

Es un poemario breve, que ofrece poemas interesantes pero no llega a sorprender del todo. El uso de temas comunes y un lenguaje coloquial son un gran acierto pues de esta forma el libro puede ser leído por cualquier persona, sin embargo la rapidez y la reconstrucción pueden generar grandes confusiones. No es un libro propicio para conservadores ya que da la espalda a la doble moral de la sociedad, sobre todo de la sociedad poblana.

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