José María Pallaoro sobre Poesía ante la incertidumbre

Incertidumbre argentinaPresentamos el texto que el poeta y crítico argentino José María Pallaoro publicó en Argentina el día previo a la presentación de “Poesía ante la incertidumbre” en La Plata. Para la edición argentina se incorporaron los poetas Carlos Aldazábal (Argentina), Federico Díaz Granados (Colombia), Damsi Figueroa (Chile) y José Carlos Yrigoyen (Perú).

 

 

la poesía es enfrentarse al poder

 

 

Acerca de  “Poesía ante la incertidumbre. Antología de nuevos poetas en español”, el suri porfiado (Argentina) / Visor (España), 2011. 

 

 

 

En el mes de mayo de 2011 con ediciones simultáneas en España, Nicaragua, México, Colombia y El Salvador, nace esta antología que parte de un proyecto trasatlántico. A los ocho poetas originales, en la edición argentina de “el suri porfiado” se agregan poetas de Chile, Colombia, Perú y Argentina, cobijando, ahora, a un total de doce jóvenes poetas nacidos entre 1973 y 1982. Desde el prólogo-manifiesto se hace una defensa de la poesía como espacio-lugar de resistencia. Son tiempos de incertidumbre que abarca todo: la política, la moral, la economía, las nuevas formas de comunicación/ incomunicación, y donde las utopías parecen desmoronarse. Muchos autores de la antología parecen marcados por esta incertidumbre, pero ¿es comparable lo que ocurre en España con Argentina? Creemos que no, pero sí estamos de acuerdo en que la poesía puede arrojar luz que nos permita alcanzar algunas certidumbres necesarias. Y citan a Margarit: “El límite de la poesía es el de la emoción”, y en este punto están de acuerdo. Los poemas logrados conmueven, nos hacen pensar, llenan vacíos. Proclaman una poesía que se entienda, y las palabras deben acercarse, juntarse, unirse, para que conmuevan, para humanizarlas. Son poetas alejados de lo experimental que oscurece, del artificio sin sentido, de los que no tienen preguntas para hacerse y hacernos. Desconfían de aquellos escribidores subidos a un pedestal de aire y vacío, que viven, en realidad, desparramados en el piso sin saberlo, amparados por la frivolidad.

 

Son muchos los poetas admirados, incluso algunos nos generan dudas. Pero, ¿como renegar de los viejos maestros? Vallejo, Machado, Neruda, Hernández, Cernuda, Lorca…; a los que podemos agregar: Gonzalo Rojas, José Hierro, José Emilio Pacheco, Gioconda Belli, Benjamín Prado, Jaime Gil de Biedma, Piedad Bonnett, Luis García Montero, Claribel Alegría, hasta nuestro Jorge Boccanera. Prácticamente todos ellos escribieron una poesía cercana a los hombres, comprensible a hombres y mujeres, reflexionando acerca del mundo. Muchos no se sentían escritores sino poetas que escaparon a la irracionalidad como dogma y dejaron de lado el artificio abusivo, para que la poesía no sea la de unos pocos entendidos, hacedores de versos estériles e incluso histéricos. No quieren marginar la poesía, quitarle ideas y emoción. Piensan e intentan una poesía que se enfrente al poder, y el poder de hoy invita al silencio, al disfraz, a las máscaras de los que viven mintiendo.

 

Va a ser una buena oportunidad para dialogar sobre estos temas. ¿El poema debe entenderse?, ¿debe decir algo?, ¿el poeta posee una sensibilidad diferente, superior?, ¿es necesario el poeta artificioso, erudito e inmerso en un océano de palabras vacías?

Para generar el diálogo nos acompañaran los poetas Jorge Galán (El Salvador, 1973): “Bajo mis pies el mundo/ y bajo el mundo, los nombres de los muertos” (La adivinanza), “Quién confiaría su alma a una tormenta?” (Race Horse); Raquel Lanseros (España, 1973): “Huya yo del realismo encorsetado” (Invocación), “Aprende por tu bien el arte de marcharte/ siempre un segundo antes de que te hayan echado.” (Hit the road, Jack), “Sólo quien ha besado sabe que es inmortal” (Entonces me besaste); Carlos J. Aldazábal (Argentina, 1974): “Esta ciudad fue fundada por la poesía:/ primero sustantivos, después verbos/ y finalmente la gracia de lo anónimo.” (Tumbas en Río Grande), “Hoy no han traído flores a este sitio/ y la tristeza es tanta/ que uno se pone a escribir/ y así se pasa el día.” (A modo de conclusión); Ana Wajszczuk (Argentina, 1975): “…y llorabas/ porque toda tierra/ te era inhóspita.” (Stefania, 1943), “Ahora casi no habla/ en ningún idioma/ dice que todos los ha olvidado/ dice que el dolor es en polaco/ y todo lo demás sobrevivencias.” (Stefania, 1999); Damsi Figueroa (Chile, 1976): “Buscó la clave, la razón de todo esto.// Miró el reloj/ y entre dos brillos apagados/ destruyó su mundo/ tan pequeño,/ solitario y tan sencillo.” (Historia del hombre de occidente); Fernando Valverde (España, 1980): “Dentro de este poema pasa un lobo/ que deja sus pisadas en la nieve.” (Un lobo), “Y recorrer al niño/ que quiso parecerse/ al hombre que no ha sido.// Y cada noche verle/ llorar en los rincones.// Y cada noche oírle/ decir que lo sabía.” (Madrugada); Alí Calderón (México, 1982): “A semejanza y preciso reflejo/ no soy yo sino del otro imagen.” (Alguien que no soy yo), “Nada fui sino muerte entre las manos/ Nunca podré colmar este silencio” (poema sin título).

 

Y para cerrar este breve esbozo escrito simplemente para la espera del encuentro, unos versos de uno de los poetas antologados, Francisco Ruiz Uriel (Nicaragua, 1977-2010), que decidió, definitivamente, no estar físicamente con nosotros: “Algún día las palabras volverán a ser hombres,/ otra vez puentes,/ huellas contra el temblor de la vida, túneles hacia la libertad” (El poeta y los signos).

 

  

 

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