Mexico City Poetry Festival: Luis García Montero

El poeta español Luis García Montero (Granada, 1958) participará en el Encuentro Internacional de Poesía Ciudad de México. Coyoacán, capital mundial de la poesía. Además de poesía, también escribe novela y ensayo. Ha publicado, entre otros poemarios Diario cómplice (1988), Las flores del frío (1991), Habitaciones separadas (1994), Vista cansada (2008) y Un invierno propio (2008). Obtuvo los premios: Premio Federico García Lorca de la Universidad de Granada, Adonais, Loewe de Poesía, Premio Nacional de Poesía, Premio Nacional de la Crítica, Premio de la Crítica de Andalucía, Premio Poetas del Mundo Latino y Premio del Gremio de Libreros al mejor libro del año 2009.

 

 

 

 

 

 

Morelia

 

                       A Marco Antonio Campos

Soy cobarde.

Pero también mantengo la dignidad. Procuro

no vender la sonrisa

que los fuertes esperan.

Por eso corro hasta mis versos

como el niño que huye hacia su cuarto

cuando empiezan los gritos de la casa.

Me duermo y amanezco.

Ya da el sol en las piedras de Morelia.

Me levanté muy de mañana

a caminar las calles

de una ciudad que ha sido

ese recuerdo en el que nunca estuve.

Tampoco estuve nunca en el Madrid bombardeado,

pero crecí mientras buscaba

una verdad en la memoria.

Más que la tierra limpia,

me emociona el paisaje de cultivos,

la piedra que las manos edifican,

paredes que comprenden

un relevo de vidas cotidianas,

de cuerpos, de murmullos, de tacones

que bajan la escalera,

de peldaños que corren hasta el sótano

antes del bombardeo.

1939,

tal vez, o 2005,

es la historia del agua,

la lluvia repetida en el invierno

como una condición de la miseria.

El sol abre los ojos

y puede ver la infancia de un país

que huye de la guerra,

que cruza el mar,

que desciende del barco,

como la historia, en fila,

muy peinada la historia

con su maleta de cartón,

con sus recuerdos

sin estatura y para siempre,

mientras ordena el equipaje

en la ciudad que la recibe.

Valladolid. Morelia.

Suave patria.

Miro la catedral, el internado,

los edificios nobles,

y en la imaginación,

donde se viven los recuerdos

para que las historias generales

puedan gozar de intimidad,

agradezco la luz al descubrir

una nobleza humana

más alta que las piedras y los bosques.

Poco a poco la gente ha invadido las calles.

Estoy acompañado y solo

en una plaza de Morelia.

Pero siento que corro hasta mi habitación,

siento que me refugio

de los años, del agua, de la muerte,

de todo aquello, frío y desarticulado

como un juguete roto,

que me fue separando de la infancia.

 

 

 

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