Presentamos un poema de la incisiva poeta estadounidense Kim Addonizio (Bethesda, Maryland, 1954). Algunos de sus libros de poesía son: The Philosopher’s Club (1994), Jimmy & Rita (1997), Tell me (2000), What is this thing called love (2004) y Lucifer at Starlite(2009). Obtuvo la beca Guggenheim, el Mississippi Review Fiction Prize, el Pushcart Prize y la San Francisco Commonwealth Club Poetry Medal. Fue nominada al National Book Award. La traducción de este poema corre a cargo de Andrea Muriel.
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11 DE NOVIEMBRE
2004
¡Oh, todos están muertos y la lluvia es hoy maravillosa!
Manejo hacia el gimnasio, las calles resbalan
y todos usan los limpiaparabrisas, la gente pasea
con los hombros encogidos, usan impermeables
o llevan paraguas, por supuesto, por supuesto,
todo es esperado—¡es fantástico!
¡Hoy es el funeral de Annie, la amiga de mi madre!
¡La escritora Iris Chang, acaba de matarse!
¡Y Arafat, está muerto, también! ¡Los doctores
se niegan a decir qué lo ha matado, su esposa lucha
con los palestinos por sus millones y el estacionamiento
del gimnasio está repleto de charcos de lodo!
Corro a 6.9 km/h en la caminadora eléctrica, y ellos están muertos
¡en Bagdad y Faluya, Mosul y Samarra y Latifiya—
Nadía y Suraya, Nahla y Hoda y Noor,
sus hermanos y primos y esposos—
muertos en sus propios vecindarios! ¡Imagina!
Sargento de la Marina, David G. Ries, edad 29, Condado de Clark: ¡asesinado!
General de la Armada, Quoc Binh Tran, edad 26, Mission Viejo: ¡asesinado!
General de la Armada, Bryan L. Freeman, edad 31, Lumberton: ¡lo mismo!
Vicealmirante de la Marina, Jeffrey Larn, edad 22, Nueva York: ¡adivinaste!
¡Y así podría seguir y seguir, por el resto de mi vida!
¡En África también han muerto de hambre y han sido macheteados!
El periódico de hoy decía que los serbios se disculpaban
por Srebrenica, 7,800 musulmanes asesinados en 1995,
se qué son viejas noticas, pero oye, ¡siguen muertos!
Y casi olvido mencionar a mi sobrina de 16 y vomitando
en emergencias de Kaiser –la causa un gran misterio
hasta la autopsia- síndrome del choque tóxico
entre todo lo que podía haber sido– ¡pensé que eso era historia, también!
pero creo que las niñas siguen muriendo, ¡quién lo sabría! Corro
3 kilómetros más, las rodillas me duelen, y las espinillas también,
me detengo y estiro por un instante, regreso a la lluvia,
se siente fresco y agradable , y seguirá así
todo el día interminable y glorioso, cayendo y llenando
las canaletas del techo, inundando las coladeras de las calles.