Presentamos, en versión del poeta, traductor y ensayista José Vicente Anaya (1947), un poema de Allen Ginsberg (1926-1997), corazón del movimiento beat. Ginsberg es uno de los poetas más leídos durante el siglo XX. Su Howl, aullido, es uno de los libros imprescindibles en la poesía norteamericana. “En 1981, en Morelia, México, el entonces gobernador de Michoacán, Cuauhtémoc Cárdenas, se salió del auditorio ofendido por algo “indebido” que Ginsberg dijo mientras cantaba sus poemas…”.
Detrás de lo real
patio de ferrocarril en San José
deambulo desolado
frente a una fábrica de tanques
y me siento en una banca
cerca de la cabina guardavías.
Hay una flor tirada entre heno
sobre el asfalto de la
supercarretera
-espantosa flor de heno,
pensé- tenía un tallo
quebradizo negro y una corola
de Jesucristo, y un centro
seco polvoso como copete de
algodón que parecía una
brocha de afeitar vieja
arrumbada en
el garaje durante un año.
Flor amarilla, amarilla, y
flor de la industria
qué punzante fea flor; y
sin embargo, flor,
con la forma de gran rosa
amarilla (¡según ella!)
Esta es la flor del mundo.