Paul Muldoon: Encuentro Internacional de Poesía CDMX

Presentamos tres poemas (de la célebre serie poética alusiva a los «Troubles» irlandeses), de Paul Muldoon, poeta invitado al Encuentro Internacional de Poesía CDMX 2015, del 26 al 29 de noviembre. La traducción es de Sergio Eduardo Cruz (1994) y viene antecedida por la nota crítica de la Norton Anthology of English Literature.

 

 

 

 

#poesíaCDMX

 

 

 

 

Tres poemas de los «Troubles»

 

 

 

Los primeros poemas de Paul Muldoon fueron escritos en irlandés, y aunque pronto cambió al inglés como idioma poético, expresiones irlandesas (“Anseo”, por ejemplo) permean su obra. Como otros poetas irlandeses, ha tenido que contender con la sombra del gran W.B. Yeats en su trabajo: en muchos de sus versos encontramos referencias, directas e indirectas, a la obra del maestro o a obras que le circundan; en “Anseo”, por ejemplo, una respuesta al famoso Poetry makes nothing happen que escribiera W.H. Auden en su “In Memory of W.B. Yeats”. Muldoon es más escéptico que Yeats en cuanto al poder del arte para alterar el curso de la historia. Informado por su posmoderno escepticismo hacia el lenguaje, su aproximación a los “Troubles” irlandeses es también más irónica y oblicua que la de su tutor, Seamus Heaney. En poemas como “Anseo”, “Encontrando a los británicos” y “Tortugas”, que despedazan de forma oscura las formas tradicionales de la poesía inglesa, utiliza niveles de profunda ironía para hilar parábolas sobre la relación del lenguaje con la historia, del arte con la violencia, siempre conectado con la circunstancia de su vida: los problemas de tensión cultural, política y social que llenan la historia de Irlanda en el Siglo XX.

 

                -Jahan Ramazani y John Salworthy | Norton Anthology of English Literature

 

 

 

 

 

Anseo

 

Cuando el Maestro tomaba la lista

en la escuela primaria de Collegelands

tú debías decir Anseo, y alzar

tu mano mientras decía tu nombre.

Anseo es decir aquí, aquí y ahora,

presente, entero;

esa fue mi primera palabra en Irlandés.

El último nombre en la lista

pertenecía a Joseph Mary Plunkett Ward

Y las más veces, su mención

era seguida por silencio, por miradas

de reconocimiento, por guiños

y levantares de cabeza, y por el

decir “¿dónde está nuestro joven reo?”

del Maestro.

 

Recuerdo la primera vez que regresó

después de que el maestro lo enviara

hacia la maleza

para levantar en soledad y cortar

el palo con que sería golpeado.

Después de un rato nadie decía nada:

Él llegaría con una rama de fresno

o una vara ceniza, o al fin

con una rama de avellano

que había convertido en látigo,

una cuerda de nervios rojos y amarillos

empolvados, abrillantados,

y tan delicadamente compuestos

que podían verse las iniciales de su creador.

 

La última vez que vi a Joseph Mary Plunkett Ward

fue en un pub cerca de la frontera.

Vivía a campo abierto,

en campamento secreto

del otro lado de la montaña.

Luchaba por Irlanda,

haciendo que cosas pasaran.

Me contó el, Joe Ward,

cómo había surgido de entre las filas

hasta volverse Contramaestre,

luego Comandante:

cómo cada mañana, en los desfiles,

su combatientes gritaban Anseo

y levantaban la mano

mientras él decía los nombres en la lista.

 

 

Anseo

 

When the Master was calling the roll

At the primary school in Collegelands,

You were meant to call back Anseo

And raise your hand

As your name occurred.

Anseo, meaning here, here and now,

All present and correct,

Was the first word of Irish I spoke.

The last name on the ledger

Belonged to Joseph Mary Plunkett Ward

And was followed, as often as not,

By silence, knowing looks,

A nod and a wink, the Master’s droll

‘And where’s our little Ward-of-court?’

 

I remember the first time he came back

The Master had sent him out

Along the hedges

To weigh up for himself and cut

A stick with which he would be beaten.

After a while, nothing was spoken;

He would arrive as a matter of course

With an ash-plant, a salley-rod.

Or, finally, the hazel-wand

He had whittled down to a whip-lash,

Its twist of red and yellow lacquers

Sanded and polished,

And altogether so delicately wrought

That he had engraved his initials on it.

 

I last met Joseph Mary Plunkett Ward

In a pub just over the Irish border.

He was living in the open,

In a secret camp

On the other side of the mountain.

He was fighting for Ireland,

Making things happen.

And he told me, Joe Ward,

Of how he had risen through the ranks

To Quartermaster, Commandant:

How every morning at parade

His volunteers would call back Anseo

And raise their hands

As their names occurred.

 

 

 

 

Encontrando a los británicos

 

Encontramos a los británicos en medio

del invierno, cuando el cielo

 

era color lavanda, y la nieve lavanda-azul.

Debajo de todo podía escuchar, como tú,

 

el sonido de dos ríos que se juntaban

(en algún punto ambos se helaban)

 

y, algo que debería extrañar,

a mí mismo, en francés, gritar

 

a través de aquel claro

boscoso. Ni el General

 

Jeffrey Amherst ni el Coronel

Henry Bouquet podían paladear

 

nuestro tabaco de sauce. Y el inusual

olor del coronel sacudiendo el pa-

 

ñuelo: C’est la lavande,

une fleur mauve comme le ciel.

 

Nos dieron seis anzuelos de pescar

y una infección de viruela en dos cobijas.

 

 

 

Meeting the British

 

We met the British in the dead of winter.

The sky was lavender

 

and the snow lavender-blue.

I could hear, far below,

the sound of two streams coming together

(both were frozen over)

and, no less strange,

myself calling out in French

 

Sign up to our Bookmarks newsletter

Read more

across that forest-

clearing. Neither General Jeffrey Amherst

 

nor Colonel Henry Bouquet

could stomach our willow-tobacco.

As for the unusual

scent when the Colonel shook out his hand-

kerchief: C’est la lavande,

une fleur mauve comme le ciel.

They gave us six fishhooks

and two blankets embroidered with smallpox.

 

 

 

Tortugas

Una tortuga tamaño de un cúbito haciendo de tapadera

de basurero a un lado del canal

conjura aquellas noches en que yo, despierto en Belfast,

hacía mis apuestas para el canal policial

mientras golpeaollas decían la ubicación

de automóviles blindados e incendiarios con gasolina

prendían una llama sobre otra. Tantos de aquellos exploradores, guardianes de tradición,

han tomado ahora sus liras

y no puedo estar seguro de lo que es y lo que no.

El agua, por ejemplo, ahora parece chatarra.

Ni estoy seguro, dada la habilidad que demuestran para oler putrefacción

una vez que la putrefacción permea los aires,

de que la policía no tenga a las tortugas enlistadas

para ayudarles a recoger cadáveres.

 

 

Turtles

 

A cubit-wide turtle acting the bin lid

by the side of the canal

conjures those Belfast nights I lay awake, putting in a bid

for the police channel

as lid-bangers gave the whereabouts

of armoured cars and petrol-bombers lit one flare

after another. So many of those former sentries and scouts

have now taken up the lyre

I can’t be sure of what is and what is not.

The water, for example, has the look of tin.

Nor am I certain, given their ability to smell the rot

once the rot sets in,

that turtles have not been enlisted by some police forces

to help them recover corpses.

 

 

También puedes leer