Yusef Komunyakaa: Poema inédito

Yusef Komunyakaa (1947) Recientemente Poeta Laureado de la Ciudad de Nueva York e Invitado al Encuentro Internacional de Poesía CDMX 2015, publicó hace unas horas un poema inédito como parte de la celebración del National Poetry Month, #npm16. Presentamos la versión al español de Adalberto García López (Culiacán, 1993). Puedes encontrar su libro Dien Cai Dau (Valparaíso México/Círculo de Poesía) en las librerías de México y en: valparaisoediciones.mx/

 

 

 

 

 

 

 

Ota Benga en Edankraal

 

Tal vez era momento para la matanza del cerdo

Cuando llegó a Lynchburg,

Virginia, en su espalda cargaba toda una vida,

 

El viejo olor de la Casa de los monos

En los jardines del zoológico de Nueva York

Retrocediendo, un recuerdo roto y abandonado.

 

No estoy seguro de los caminos y vueltas

Tomados, mareado en enjambre de matices

Se instaló en el jardín de Anne Spencer

 

Que rodea su casa,

Pero cuando ella le habló él volvió

A él mismo. La poeta tenía juba

 

En su voz y nunca lo llamó

Artiba, Bengal, Autobank u

Otto Bingo. Su cama de lirios

 

Tigre, guisantes de olor, bocas de dragón

Lo desarmó. El fino acento de ella

Convocó ríos, árboles y barcos

 

En una tierra lejana y él podía escuchar

Un tambor debajo de estas voces

Cerca del bosque. Él jamás habló

 

De la Exposición Universal de St. Louis

O del zoológico del Bronx. Lo chicos

Se reunían a su alrededor para escuchar historias

 

Acerca del Congo y él les contaba

Sobre cazar “enormes, enormes” elefantes

Y después les mostraba el secreto

 

De robar miel a las abejas

Con las manos descubiertas, cómo perforar peces

Y atrapar tórtolas cafés.

 

Una noche estaba él sentado en el pajar

Cantando: “Creo que iré a casa.

Señor, ¿no me ayudarás?”

 

Un búho ulula llamando a la luna

Atrapado en una enmarañada morera

Y él se inclinó ante el brillo de la pistola.

 

 

 

 

Ota Benga at Edankraal

Maybe it was hog-killing time

when he arrived in Lynchburg,

Virginia, several lifetimes behind him,

 

the old smell of the monkey house

at the New York Zoological Gardens

receding, a broken memory left.

 

Not sure of the paths & turns

taken, woozy in a swarm of hues,

he stood in Anne Spencer’s garden

 

surrounding the clapboard house,

but when she spoke he came back

to himself. The poet had juba

 

in her voice, & never called him

Artiba, Bengal, Autobank, or

Otto Bingo. Her beds of tiger

 

lilies, sweet peas, & snapdragons

disarmed him. Her fine drawl

summoned rivers, trees, & boats,

 

in a distant land, & he could hear

a drum underneath these voices

near the forest. He never spoke

 

of the St. Louis World’s Fair

or the Bronx Zoo. The boys

crowded around him for stories

 

about the Congo, & he told them

about hunting “big, big” elephants,

& then showed them the secret

 

of stealing honey from the bees

with bare hands, how to spear fish

& snare the brown mourning dove.

 

One night he sat in the hayloft,

singing, “I believe I’ll go home.

Lordy, won’t you help me?”

 

A hoot owl called to the moon

hemmed in a blackberry thicket,

& he bowed to the shine of the gun.

 

Copyright © 2016 by Yusef Komunyakaa.

Originally published in Poem-a-Day on April 8, 2016,

by the Academy of American Poets.

 

También puedes leer