Poesía norteamericana: Charles Wright

Presentamos una selección de Lengua Perdida (Poemas Selectos) de Charles Wright ( Pickwick Dam, Tennessee, 1935,) editado por Bid & Co. Editor, con la selección, traducción, entrevista y notas de Adalber Salas Hernández. Para presentar este trabajo contamos con una nota del poeta argentino Juan Arabia, director de la revista y la editorial  Buenos Aires Poetry.

 

 

 

 

 

Nada más satisfactorio que encontrarse con un poeta que escribe para otros poetas. El caso de Charles Wright se ubica en el cenit de aquellos movimientos (o tendencias) que tienen una influencia significativa y decisiva en el desarrollo activo de la vida literaria. Con él regresamos a Ezra Pound, Hart Crane, Eugenio Montale, Dino Campana. Con él nuestras formaciones renacen en medio de una elaboración [de lenguaje] en el que nada permanece, pero todo sigue alzándose.  

La edición de Bid. & Co. (Caracas, 2016), traducida y preparada por Adalber Salas Hernández, contiene una selección de textos pertenecientes a casi la totalidad de la obra de Charles Wright (con la excepción de los volúmenes The Grave of the Right Hand, North American Bear, Chickamauga y Caribou).

La poesía de Wright no es vulnerable a la versión selectiva (‘a living tradition‘, como quería Raymond Williams) de una tradición específica: más bien explicita sus presiones y límites.

 

Juan Arabia

 

RETRATO DEL ARTISTA CON HART CRANE

 

Venecia a finales de agosto, afuera luego del almuerzo, y Hart

Está apagando su cigarrillo en una copa de vino,

Su rostro humedecido y antiséptico,

Un poco como la muerte o una nube suave.

La luz acuosa de su futuro todavía cuelga de la pérgola.

 

El tema de todos los poemas es el reloj,

Me parece, esas mínimas manos intocables que se cierran sobre nuestros pechos

Cada noche y se estiran cada mañana, dedo a dedo,

Bajo el nuevo peso del sol.

Un día más es un día menos.

 

Llevo ya varias semanas escribiendo este poema

Con un lápiz hecho de lluvia, borrando mi cara

Y la cara de mi amigo, elaborando un lenguaje en el que nada permanece.

La luz del sol no tiene tal deseo.

En los pequeños charcos de nuestras palabras, su oficio es el resplandor.

 

 

HOMENAJE A EZRA POUND

 

Luego de San Sebastiano, luego
De Ogni Santi y San Trovaso, bajando
Por Zattere y a la izquierda
A través del puente escalonado hacia donde
–A la derecha, a medias escondida–
Arde la Vieja Dogana bajo el sol de primavera:
Así es cómo llegas.

Esta es la calle donde vive Pound,
Una calle ciega
De esquinas con reuma y piedra agrietada,
Ante su avance las aguas
Se reúnen y gritan las gaviotas;
Aquí –mudo, de espaldas– él espera,
Cribando los fríos afectos de la sangre.

*

Otros han abierto camino,
Desapareciendo mientras dormían, sus camas
Desordenadas, las sábanas aún empapadas
De aquello que los ha apartado
–Cáncer o pulmón enfermo, la ruina
De la edad que avanza, el denso
Incienso del suicidio.

Y él ha sobrevivido
O se ha negado a seguir, y ahora
Camina bajo la luz intermitente del sol,
O se sienta en sus habitaciones sordas,
Preguntándose cuándo salió todo mal,
Y se inclina ante la señal, el crujido
Leve de unas alas, el chapoteo de un remo.

*

Días como hoy,
Que uno podría jurar son profecías:
El aire explícito y húmedo,
Como repleto de plegarias sin respuesta;
El crepúsculo, empezando a deslizar
Sus dedos encenizados entre los árboles,
Y tú, Pound,


Dejado por la corriente en la vida equivocada,
Abandonado en el lago (el viento
Aumentando más allá de la costa), mientras la marea baja.
Aquí está tu gorra, tu reflejo cóncavo,
Aquí está tu traje,
Padre de luz, tu sangre fría
–Levántate y hazte entero de nuevo.

 

 

IMPROVISACIONES

El Poema como viaje

(Selección del texto leído en 1922 en la Universitá Degli Studi di Firenze, completo en la edición de Bid & Co.)

 

“Te escribo desde un país lejano”, “te escribo desde el fin del mundo”, dice Henri Michaux, el poeta surrealista francés. Precisamente. La mayoría de los poemas buenos, si no todos, provienen de ese lugar, o de esos dos lugares, si es que han sido separados por su propósito o grado (…). Dante escribió desde el empíreo, ciertamente un país lejano (…).

Dos poetas italianos del siglo XX, Dino Campana y Eugenio Montale, forman una comparación interesante. Campana, quien, incansable, escribe casi exclusivamente sobre viajes a pie, por mar o sobre cualquier clase de transportes a lugares espirituales o cotidianos, da una superficie turbulenta y frenética a sus poemas, pero bajo ésta hay una quietud y una inercia románticas. Montale, por otro lado, tiene poemas cuya superficie es plácida y uniforme, pero bajo la cual hay un milagroso sentido de viajes a lugares nunca vistos o estados olvidados del ser (…).

Por supuesto, la imaginación es el disparo de partida de todos los viajes. Como dijo de ella el gran poeta español de los años 30, Federico García Lorca: “viaja y transforma las cosas, les da su sentido más puro y define relaciones que no se esperaban. La imaginación es el primer escalón y la base de toda poesía” (…).

Cuando éramos jóvenes, para muchos de nosotros Hart Crane era el máximo ícono poético de Estados Unidos. Su poema “The Bridge” sólo tiene por encima a los Cantos de Pound como el fracaso más espectacular y seductor de la poesía estadounidense del siglo XX (…).

Las olas tras el SS Orizaba apenas se habían juntado sobre el cuerpo de Crane, cuando ya había empezado a cobrar forma su leyenda personal. La literaria no estaba muy atrás. Había intentado lo imposible en su poema: un viaje a través del tiempo, la historia y el descubrimiento personal que se negaba a redimirlo a él o a la literatura y que se negaba a adoptar una forma -dos faltas que reflejaban las desconexiones en su propia vida-. La salida parecía la entrada, así que la atravesó. El verbo “viajar” es tan inaccesible e intraducible en el corazón como lo es en el poema.

 

©Charles WRIGHT. Selección de textos extraída de Lengua perdida. Poemas Selectos. Caracas, bid & co. Editor, 2016. Traducción de ©Adalber Salas Hernández.

 

 

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