En el marco del dossier, Modelo para armar: 62 voces de la poesía argentina actual, con selección e introducción de Marisa Martínez Pérsico, presentamos a la poeta Gisela Galimi. Nació en Lobos, Provincia de Buenos Aires. Estudió Periodismo (USAL) y luego una Maestría en Escritura Creativa (UNTREF). Periodista y poeta, es autora del libro de poemas Claroscuro y Colorado (Tierra Firme, 2005), algunos de cuyos poemas han sido traducidos al persa y al ruso, de Para que nada cambie (Alción Editora 2012) y de Memoria de la Piedra (Textos Intrusos 2015) y Flamenquitos y otros poemas (Textos Intrusos 2017). Es coautora de Documentos de Comunicación Institucional (EDUCA 2007). En 2010 ganó el subsidio del Fondo Metropolitano de las Artes, para su libro Protagonistas De La Cultura De Buenos Aires y Espectáculos 1810-2010 (Corregidor 2013). Participó de la Antología Infancias, Antología poética III Festival de Poesía en la Escuela (añosluz, 2012) y en 1986 ganó el premio Givre a la Poesía Joven (1986). Dicta talleres de escritura y es docente de la UCA.
Leyenda de la creación
Huelo el jazmín y no las rosas
Avedis Hadjian
En el paraíso no había rosas,
su esencia de pétalo en tallo de espinas
no era posible.
Eva disfrutaba el olor del jazmín
pero algo faltaba
en su cuerpo de fruto.
Adán se animó a morder el dolor.
Entonces Dios supo
que habían crecido.
Y les dio la rosa.
Frutillas
Dicen que mi madre
limpiaba frutillas
la tarde de octubre
en que quiso nacerme.
Se le vino al ánimo
un súbito cansancio de piernas
y anunció que no recibiría visitas
hasta después del parto.
Mi padre, siempre tan hombre,
protestó, había hecho convite
para el próximo sábado.
Entonces ella
comenzó a parirme
ahí mismo,
un mes antes de la víspera.
Cada vez que lavo frutillas
y las corto,
de una forma distinta
al modo de mi madre,
pienso que hay varias maneras
de resolver un problema.
O si las frutillas son muy rojas,
no pienso en nada.
Revancha
En alguna otra vida
fui hombre
por eso mi gusto inexplicable
por cuchillos
y astrolabios.
Seguramente hombre,
tal vez marino,
decididamente mal tipo.
Eso explica
que en esta versión
me haya tocado
ser mujer
y rubia
y poeta.
Todos los males juntos
encerrados en un alma pirata
que ve la verdad a medias.
Trasmutación
La piedra tiene memoria
de su estado anterior a roca.
El guano de los pájaros le recuerda
su esencia migratoria.
Muda busca,
onda que la remonte,
hombre que empuñe la onda,
dios, que trace el arco.
Desorbitada
Anda loca la luna,
telarañas de agua
le otorgan un halo oscuro,
su risa de cráter
astralmente silenciada.
¿Dónde vas?
pregunta el viajero
y ella desmadrada,
sigue sólo el designio de su boca,
sabia en el anzuelo de la sed.
Y hay dos piedritas rojas,
imantadas, pero móviles
en las órbitas de sus ojeras.