Presentamos, en selección de Alejandro Rejón Huchin, una muestra del poeta español Ramón Martínez López (Fuente Vaqueros, 1975). Doctorado en Filología Hispánica por la Universidad de Granada en 2003. Miembro de la Asociación Colegial de Escritores (Sección Autónoma de Andalucía). Ha participado en diversos proyectos de investigación, seminarios, cursos y eventos de difusión científica. Ha sido finalista en el XXIX Certamen de Poesía Villa de Peligros, 2014, con Septiembre en los armarios; en el Segundo Premio Internacional de Poesía Ciudad de Almuñécar, 2015, con Abril deshabitado y en el II Certamen Umbral de Poesía de Valladolid, 2015, con Los que soñamos con la luna.
Eternidad en la ausencia
Tú no sabes,
pero yo alguna vez lo he visto:
hace parte de las cosas
que cuando se están yendo
parece que se quedan.
Andrea Cote
Siempre quisiste ser lluvia,
prolongación de nube,
rocío mismo
sobre la verde hierba.
Yo, en cambio, solo anhelaba ser camino
bajo tus pies descalzos,
regazo de tierra
para tu cuerpo herido.
Siempre quisiste ser río sin cauce,
sueño impío y sobresaltado,
brizna suelta de sueño
sobre los tejados.
Yo, sólo mano en tu cintura,
susurro en tu oído,
Secuencias de piel sobre el invierno
caricia en tu espalda,
beso en tu ombligo.
Imposible abrazarnos:
Yo, ceniza; Tú, agua.
Fragmento de ti.
Sendero no transitado.
Maldita verdad la nuestra:
siempre te estás yendo
aunque parece que te quedas.
Sí. Siempre quisiste ser lluvia.
Yo, al menos, seré el camino
bañado por tus aguas.
Inmortalidad en el beso
Sólo quien ha besado sabe que es inmortal
Raquel Lanseros
El cuerpo nos recuerda lo que fuimos
con sus prisas ajenas y silencios.
Las flores seducen la mirada,
nos alejan de los grises
de la pátina del tiempo.
Hay lunes que sonrojan las mejillas
con secuencias de piel sobre el invierno.
Las caricias están en la otra esquina,
deambulando incansables por tu sueño.
Somos aire que acaricia los contornos
y semillas acunadas por el viento.
Incertidumbre somos
y pasajeros borrosos del recuerdo.
Manos cansadas que buscan temblorosas
los perfiles lejanos del encuentro.
Inconstantes somos
y, a pesar de los pesares, fuego.
Juguetes rotos que anhelan ser mañana
extraños en las playas de febrero.
Un lunar en tu falda
y su derribo.
Un punto, en tu cuaderno,
Secuencias de piel sobre el invierno
suspensivo.
Unos ojos.
Sus contrarios.
Hielo en el estío.
Al menos, eternos en el beso.
Inmortales lenguas de rocío
Al abordaje
Este dolor tan simple es un desierto.
Fernando Valverde
Ahora que el mar se cobija en mis recuerdos
y tus ojos ya son parte de su antiguo oleaje.
Ahora que las ciudades son fríos inviernos
y un temblor de septiembres y paisajes.
Ahora que el viento azota mi rostro
y octubre se escapa por las autopistas de peaje.
Ahora que la noche es el olvido
y tu cuerpo niebla, sueño y maquillaje.
Ahora este dolor tan simple es un desierto
y yo, un náufrago sin ti al abordaje
Cuando la lluvia cae
Negar el agua es negarse a uno mismo
Francisco Ruiz Udiel
Me resguardo del tiempo y la memoria
bajo el balcón del sueño y tu recuerdo.
Octubre siempre tuvo la melancolía de las horas
anestesiadas por la humedad de las caricias sin prisa.
Negar el agua es negar nuestros instintos,
alejarnos de su lenguaje que se asienta en la tierra,
rechazar nuestras raíces hasta hundirnos en el lodo.
Negar el agua es negarse uno mismo,
aniquilar el cuerpo deshidratando la sombra que proyecta.
Por eso, ahora que los años me liberan
de la falsa quietud que da la primavera,
abandono mi soledad de centinela
y me entrego a la lluvia que cae sobre mi rostro
sin saber que redentora será imagen de otros.
Pequeño cuento
Era tu cuerpo una ciudad desierta,
infinita de sueños y de aceras.
Bordeaba la luna tu sonrisa
al vaivén de tu mar y mis caderas.
Sí. Era tu cuerpo una ciudad desierta
y yo, un vagabundo sin prisa
por tus calles.