Sobre Puente y precipicio. Poesía rusa última

Círculo de Poesía publicó recientemente la antología Puente y precipicio. Última poesía rusa con selección y traducción de Indira Díaz. El libro reúne a autores nacidos entre 1950 y 1996. Es la imagen más reciente que tenemos en lengua española de la poesía contemporánea de Rusia. Alí Calderón comenta este libro en el contexto de las connected histories. Presentamos además tres textos incluidos en el libro, poemas de Evgenia Suslova, Aglaya Solovyeva y Andrei Rodionov.

 

 

 

 

Última poesía rusa: Puente y precipicio

 

            I

Acaba de salir el libro. Nadie lo ha visto. Es mayo de 2018. Llevo un ejemplar en la mano mientras camino frente a la Sylvette de Picasso en Rotterdam y me acompaña la extraordinaria poeta rusa María Stepanova. Le muestro el índice de Puente y precipicio. Última poesía rusa. ¿Cómo ves? Le digo ¿Quién falta o quién sobra? Lo mira una vez, dos veces, extrañada. Está muy completa. Esta es la poesía rusa de hoy. Yo no sacaría a nadie. ¿Quién la hizo? Le respondo que una joven traductora mexicana: Indira Díaz. Se sabe de memoria poemas de Brodsky, ha estudiado a fondo las antologías de poesía rusa que hay en inglés y en español. Ha leído revistas literarias y periódicos de Moscú y San Petersburgo. Ha investigado y traduce muy bien. Tiene un tono como entre los Smashing Pumkins y John Zorn o Goran Bregovic. Mira, es ella, y le enseño su foto de perfil en la Plaza Roja.

            II

El historiador hindú Sanjay Subrahmanyam las llama connected histories.

Es Beijing y es Noviembre de 2016. Estoy en un taller de traducción con poetas holandeses, macedonios, rusos y chinos. Me presento. Les cuento que hablo la segunda lengua más hablada en el planeta y que edito una revista que se llama Círculo de Poesía, que estamos muy interesados en publicar traducciones y que nuestro objetivo es ser contemporáneos de los poetas del mundo. Al terminar aquel acto se me acercan la poeta moscovita Natalia Azarova y la crítica y traductora Svetlana Bochaver. ¿Tú haces Círculo de Poesía? Sí. Nosotras hemos conocido a la nueva generación de autores de mi país en tu revista. Algunos de nuestros amigos también han sido publicados por ustedes. Me asombro. Así son los nuevos tiempos, los nuevos flujos. En 2012 leí algunos aforismos de Vera Pavlova en la revista Poetry de ChicagoEn 2014 la invitamos al Encuentro Internacional de Poesía Ciudad de México junto a otros autores nacidos en la ex Unión Soviética como Valshyna Mort (Bielorrusia) o Ilya Kamísnky (Ucrania, residente en Estados Unidos). En 2015 vino también Polina Barskova. Momentos antes de su lectura, en el Corpus Christi, frente al Hemiciclo a Juárez, la llamaron para comunicarle que había ganado el Premio Nacional de su país. Estas son las connected histories: los poetas rusos que viven dentro y fuera de Rusia se leen por primera vez en una revista mexicana, son traducidos y publicados en México, leídos en todo el ámbito hispánico.

            III

Esta antología reúne cincuenta poetas provenientes de toda la geografía rusa. Leemos autores no solamente de Moscú o San Petersburgo sino de Siberia y Kazán, de Rostov del Don o nacidos en Uzbekistán. Asimismo encontramos una gran variedad de registros y posibilidades que van del epigrama de Vera Pavlova y el desgarro amoroso postcapitalista de las muy jóvenes Galina Rymbu e Inga Shepelyova a la experimentación de Natalia Azarova o la poesía naive de Aglaya Solovyeva. Hay poetas que se destacan por el modo de construir el texto y significar: Evgenia Suslova, por ejemplo, se mueve entre el desplazamiento metonímico y la extraña enumeración de la parataxis mientras que Polina Barskova recurre a la iteración sintáctica à la Stein para construir la congestión anímica de arrebato amoroso. En la cuarta de forros, el director del Instituto Cervantes de Moscú, el poeta y traductor español Abel Murcia, señala que unas de las virtudes de este libro es trazar mapas de lectura en la tradición rusa, un modo de transitar por la poesía actual de aquel país. No hay un libro semejante en nuestro idioma. Estas páginas son la mejor manera de conocer qué han hecho los herederos de Pushkin en el último cuarto del siglo XX y qué hacen hoy cien años después de la Revolución de Octubre.

            IV

Dos años después de que Tristan Tzara y Vladimir Ilich Ulianov jugaran al ajedrez en Zurich,  llegó el día en que los bolcheviques fusilaron a Dios. Era 1918. El crítico literario Anatoli Vasilievich Lunacharski organizó un tribunal en que se acusaba al supuestamente más terrible y decidido enemigo de la revolución por sus crímenes contra la humanidad. La sentencia lo llamaba “el causante de todos los males”. Se deliberó durante casi cinco horas. Una Biblia ocupaba el banquillo de los acusados y la defensa del creador de lo visible y lo invisible pidió la absolución aduciendo grave demencia y desarreglos psíquicos. Todo fue en vano. A las 6:30 am del 17 de enero un pelotón de fusilamiento descargó cinco ráfagas de fuego contra el cielo de Moscú.

            Suenan como un eco lejano los nombres Bulgákov, Ajmátova, Tsvietáieva, Pasternak, Blok. Suenan también las palabras de Mandelstam después de recitar un poema satírico sobre Stalin: “No puedo callarme”. De algún modo esta es la impronta de todo autor. Pero ¿qué no pueden callarse los escritores contemporáneos en una de las sociedades más desarrolladas y al propio tiempo más asimétricas del planeta? En estas páginas Iván Axmetev dice que “no / no necesitamos revolución / si tenemos / internet”; Igor Irteniev ve a los ricos con odio a la distancia y se pregunta “¿ de dónde les llegó tanta riqueza? ¿Producto de qué maldad?; María Stepanova le da una vuelta de tuerca a la historia y habla de “Los cuerpos durmientes que por la noche son un GULAG”. Andrei Rodionov, finalmente, escribe el poema icónico de esta recopilación: “Versos sobre las Pussy Riot”. Es una postal sobre la Rusia contemporánea, sobre el desencanto, sobre el dominio de cierta cultura pop que ve a Vladimir Putin como tirano y caricatura al propio tiempo. El poema social busca la alegoría y para hablar de Rusia escribe el poema “Pasando por los basureros”.

            V

Indira Díaz ha traducido espléndidamente Puente y precipicio. Última poesía rusa. Se trata del libro número seis de la colección Círculo de Poesía. Sus páginas nos invitan a conocer nuevos poetas, nuevas formas de construcción del poema, nuevas formas de imaginar la vida cotidiana. Un libro como este nos obliga a cuestionar nuestro presente poético, nuestra propia tradición. Agradecemos un trabajo como este porque estamos cansados de leer siempre lo mismo.

 

Evgenia Suslova

 

 

Tarjeta de visita

 

al inicio las salamandras

atravesaron

los ríos y los mares de los agujeros

del queso

después devoraron

todo su sabor

nadando por las aguas sombrías

como un gato de color blanco y negro —

como haciendo burla de la superstición

a ellas sobre todo las miro como

a mi Alioshka

demasiado dostoievskiano

pronunciar tu nombre

sintetizado entre la puerta y el animal herido

sin el sufijo «-echka» o «-ichka» siquiera

y sin contradicciones

en el acento cerrado del sinarmonismo

qué aun suena y

hasta tiene gracia!

Las salamandras enseñan «a escribir Zhi —shi por medio de la letra «i»»

Yo aprendo «a escribir el amor a través de la sinécdoque»

Sin sucumbir, sin dolores de cabeza—

Sin descanso,

Sentados en el verdor de la salamandra

 

 

 

 

Aglaya Solovyova

 

 

No escuches a tu corazón.

No te dice la verdad. 

Escucha a tu amiga Masha,

Masha es más inteligente.

 

Escucha a tu amiga Olya.

Olya es más lista que Masha,

Y si hay otras personas,

Escucha a las otras personas.

 

Escucha a la vecina de arriba,

Escucha a David Bowie,

A The Doors, al canal “Cultura”.

Cuida al cerebro del pensamiento.

 

¡Escucha a quien sea,

pero no escuches a tu corazón!

¿Qué puede decir el corazón

además de tum tum?

 

 

 

 

Andrei Rodionov

 

Versos sobre las pussy riot

 

Enmascaradas, las  chicas, cantaron en el coro de la iglesia

Madre de dios, echa fuera a Putin

En casa de Nadezhda Tolokonnikova, lloró un niño

Y Dostoievsky no decidió  que él llorara

 

la iglesia fue terrible como una misa-punk

Y fueron llevadas a prisión

vestidas hermosamente como hijas del zar

nadie puede ver  lágrimas bajo las máscaras

 

aunque todos lloraron en silencio, el aullido fue  tremendo

Y sólo a lo lejos. en un muro del kremlin

Asociado a los secretos,

A los que Fedor Mijailich miraba con aprobación, Putin lloró.

 

 

 

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