“La noche amarilla. 33 + 1 voces de la poesía uruguaya actual” es un dossier que ha preparado Marisa Martínez Pérsico para los lectores de Círculo de Poesía. Su objetivo es visibilizar y difundir un repertorio de voces que se inscriben en distintas tradiciones líricas, es decir, mostrar una parte de lo que acontece en la poesía oriental a partir de cuatro criterios: diversidad discursiva y/o estética, integración equitativa de poetas mujeres y hombres, integración generacional (de por lo menos cuatro promociones etarias) e inclusión de poetas que escriben fuera del país (en Argentina, Brasil, México, España y Suecia). [Lee la introducción a esta muestra aquí] .
Leemos una selección de “Desastre natural” y otros poemas de Guillermina Sartor (Montevideo, 1995). Estudia Licenciatura en Psicología en la UdelaR. Ha obtenido el primer lugar en el IX Concurso de Poesía Joven Pablo Neruda (2016; San José). Participa como editora en el colectivo de poesía ultra-joven En el camino de los perros. Forma parte del grupo de experimentación poético-musical Enfermeras Venéreas, con el cual se presentó en la 42ª FILBA (2018; Buenos Aires); en el III Festival de Poesía y Música PM (2018; Santiago de Chile); en Poesías Performáticas 5 (2018; Montevideo); y en el Mundial Poético (2018; Montevideo). Participó del XXI Enero en la Palabra (2017; Cuzco); del IV Festival Transfronterizo de Poesía Panza de Oro (2017; Cochabamba); de Patagonia Poesía (2018; Pto. Raúl Marín Balmaceda); y del 3º Festival de Poesía La Chascona (2019; Santiago de Chile). Forma parte de las antologías SLAM FM(Estuario, 2017); Liberoamericanas. 80 Poetas Contemporáneas (Liberoamérica, 2018): Plexo América. Poesía y Grágica Uruguay-Chile (Casa azul/La akademia, 2018); Antología Crítica de Poesía Ultrajoven(Estuario, 2018); Dos Arcoíris & Un Desierto (La vieja sapa cartonera, 2019); y Lea. Eclipse Total (PorNos, 2019).
ACLARACIÓN (AL DESPUNTAR DEL DÍA)
me gustaría dejar algo en claro
no sé a quién le estoy hablando
las palabras se ahogan todas
no es aire el basural de esta boca desoída
el agua corriendo se oye más como silencio
que todas estas caras con gesto mudo
dispongo de tantas palabras como dientes
pero este idioma nunca es suficiente
tener la mente debajo de la lengua
nos hace pensar que nadamos
que los peces nos siguen
en la coreografía de nuestra boca moviéndose
solo están exhalando
voy a imitarlos dejar
que este último respiro se vaya en burbujas
tal vez alguien en la superficie
tire la línea al mar
DESASTRE NATURAL
a esta ciudad le corre un río
que nunca desemboca
solo conoce las esquinas del mundo
donde le ha sido vertida
la claridad insuficiente del desencuentro
mensaje fecundado en las alturas
que desciende censurado hacia la pampa
en un acorde subliminal
anudo el corazón a una lágrima de plomo
y lo lanzo a kilómetros de distancia
donde la génesis de un primer anillo de agua
se multiplicará campaneando un oleaje
como el efecto propagado en las alarmas de los automóviles
frente a la llegada de un terremoto
la silueta de una voz transfronteriza recorre el caudal del río
¿cuántos cuerpos foráneos habrá besado antes de llegar aquí?
¿cuáles habrá esquivado?
¿dónde habrá desnudado sus partes hasta mimetizarse con las aguas?
es cuestión de segundos:
desaparecerá en un explosión contenida por el agua
imitando un silbido de cetáceos que se traslada al reinventarse
sin nunca alcanzar a chocar con su objetivo
RETRASADOS (CAÍDA DEL SOL)
a la distancia
–la mirada que calcula el tiempo–
pensarte ya no es
la llegada de una inundación sin alerta
puedo ver tus rasgos
en una imagen plana
–nada se desborda
nada hace sombra–
tu voz carga el peso de una piedra
que ya no cae
y quiebra
la superficie
ahora se fuga dando saltos
sobre el agua hecha un plato
hasta hundirse
–parece un pez alegre
que muere de repente–
QUINCUNCE
anclados, un pie en cada abismo,
ya no alcanzo la vigilia ni la entrega
los sueños en/tornados me amanecen
en llanuras desconocidas
el sol se posa sobre este letargo y veo,
antes que el desierto y su mal intención dorada,
la revelación sobre los párpados de su color certero
como una intrincada várice o una garganta enferma
el fuego que se extingue por nosotros
fuera de este incendio, los árboles flamean
cuernos de alce atascados en la enramada
en una condena de estanque árido,
de lacerante sed y horas de espanto
el desierto se desdobla en sus repetidos nortes
cualquier dirección es carretera de huida
y de regreso al corazón flamígero
el fuego que se extingue por nosotros
si el cuerpo pétreo se dignara a alcanzar las migraciones
o a retener sus disparos de sombra; a corromper
esta alabanza dócil al horizonte circular de pesadilla
los oasis lloverían como arena
si lograse recordar que este ardor
no existía antes del ensueño
ENCENDEDOR
si nos reconocemos es porque
hay algo cerca que nos ilumina:
el rostro es una sombra
confiemos en la finitud
del combustible lumínico
cuando se consuma su energía
nos sabremos tan veloces
como para recordar la luz