Un mediodía negro como un toro destazado a pleno sol

Presentamos una nueva entrega de la serie Apuntes para una literatura ancilar donde el poeta Mario Bojórquez nos hace detenernos en la postura crítica que Octavio Paz mantuvo frente a la obra poética de Jaime Sabines, al contrario de lo que se piensa ordinariamente, Octavio Paz reconoce el notable talento de Sabines incluso en sus aportaciones de vanguardia y celebra en general las virtudes de esa escritura.

 

 

 

 

 

 

Un mediodía negro como un toro destazado a pleno sol:
Octavio Paz sobre la poesía de Jaime Sabines

Apuntes para una literatura ancilar

 

            Se acostumbra oponer a estas dos figuras de la poesía mexicana como antagonistas de un periodo, en otro momento fue también considerada la dupla Octavio Paz-Efraín Huerta; tanto Sabines como Huerta fueron dos poetas de la pasión enconada, en Horal (1950) como en Los hombres del alba (1944), no podríamos imaginar que sus carreras terminarían con una poesía de humor y ligereza de estilo (Poemínimos-La luna) que Octavio Paz nunca se permitió. Mientras Sabines es tratado con “justicia y benevolencia’, para Efraín Huerta sólo queda “la ley a secas”; si comparásemos las contrastantes consideraciones para cada uno de ellos, veríamos que con estas dos líneas Octavio Paz inicia su nota crítica sobre Efraín Huerta: “El poeta Efraín Huerta murió en los primeros días de febrero de 1982. Murió en un hospital de esta Ciudad de México que, simultáneamente, inspiró algunos de sus más exaltados poemas de amor y algunos de sus sarcasmos más violentos.” Para Sabines tiene estas dos frases iniciales: “Jaime Sabines es uno de los mejores poetas contemporáneos de nuestra lengua. Muy pronto, desde su primer libro, encontró su voz.” Tuve la oportunidad de conocer a Octavio Paz y a Jaime Sabines, al primero en febrero del año 1991 cuando acudió a un coloquio sobre las generaciones de 27 y de contemporáneos en la UNAM, tres meses atrás había recibido el Premio Nobel en Estocolmo, me lo presentó el poeta Manuel Ulacia Altolaguirre quien llevaba una buena amistad con él y había sido jurado de mi primer libro Pájaros sueltos de 1991; con don Jaime Sabines tuve la ocasión de trabajar en la edición que preparamos juntos de Los amorosos y otros poemas de 1997 y con quien pude conversar largamente sobre diversos asuntos de la poesía que eran de mi interés así como de su obra en particular. En un texto que Octavio Paz redacta para comentar la aparición de dos nuevos libros por la editorial Joaquín Mortiz, Mal tiempo de Jaime Sabines y Confabulario de Juan José Arreola, Octavio Paz elogia críticamente la obra de Jaime Sabines con gran generosidad, no es Mal tiempo (1972) el libro que más le entusiasma ni la obra posterior a Tarumba (1956) la que prefiere; sin embargo reconoce la altura alcanzada en sus primeros libros, en ese texto afirma que Jaime Sabines encontró antes y mejor que Nicanor Parra la antipoesía o el prosaísmo que Ernesto Cardenal. Lo alejan de Jaime Sabines el tono desenfadado que busca en su obra final y su filiación al PRI, partido del cual fue diputado en dos ocasiones: “Estoy metido en política otra vez. / Sé que no sirvo para nada, pero me utilizan / Y me exhiben / ‘Poeta, de la familia mariposa-circense, / atravesado por un alfiler, vitrina 5’. / (Voy, con ustedes, a verme)”. Su abuelo materno, hermano y sobrino fueron gobernadores de su natal Chiapas y tuvo una postura vinculada al poder priísta que muchos le reclamaron en aquel tiempo. A la hora de la selección final de los materiales que serían incluidos en aquella antología, me pidió que retirara sólo dos poemas, el primero porque de algún modo se resolvía su tema más eficazmente en otro texto, el segundo porque era muy grosero, atendí su petición en el primer caso pero el poema “grosero” sí lo incluí, creo que es un gran poema y que refleja con mucha precisión la imagen poderosa del poeta amoroso que fue, lo repongo aquí, así como los fragmentos críticos de Octavio Paz a la obra de Jaime Sabines.

Siempre fui mi pene, Dios mío,
siempre fui el pedazo de mi carne
que entraba en las mujeres,
que me hacía hombre, conocedor del mundo,
propietario de la vida y de la muerte.
¿Por qué me disminuyes?
Yo no quiero aprender de tu sabiduría.
Yo quiero el falo erecto, pero erecto,
para entrar a la hora precisa
en el dulce terrón de la tierra dulce.
¡Concédeme vivir entero
hasta los ochenta!

 

La poesía de Jaime Sabines: Un mediodía negro como un toro destazado a pleno sol.

Jaime Sabines es uno de los mejores poetas contemporáneos de nuestra lengua. Muy pronto, desde su primer libro, encontró su voz. Una voz inconfundible, un poco ronca y áspera, piedra rodada y verdinegra, veteada por esas líneas sinuosas y profundas que trazan en los peñascos el rayo y el temporal. Mapas pasionales, signos de los cuatro elementos, jeroglíficos de la sangre, la bilis, el semen, el sudor, las lágrimas y los otros líquidos y substancias con que el hombre dibuja su muerte –o con los que la muerte dibuja nuestra imagen de hombres.

La poesía de Sabines alcanzó probablemente en Tarumba, libro memorable de 1956, su mediodía. Un mediodía negro como un toro destazado a pleno sol. Poeta expresionista, encontró la “antipoesía” antes que Nicanor Parra y descubrió, con menos retórica y más fantasía, las violencias y los vértigos del prosaísmo muchísimo antes que el cardenal Ernesto. Humor como un puñetazo en la cara redonda de la realidad, pasión hosca de adolescente perpetuo, el disparo de la imagen y el secreto del silencio, una rara energía verbal no siempre bien dirigida pero fulminante al dar en el blanco, el cuerpo a cuerpo con el absurdo y su cadena irrefutable de sinrazones, una imaginación a un tiempo justa y disparatada, una sensibilidad a la intemperie y nadando a sus anchas en el oleaje contradictorio –dones admirables que nos hacían olvidar el sentimentalismo de ciertas líneas y la pose primitivista, “macha” y antintelectual de Sabines. Un poeta verdadero y un comediante disfrazado de salvaje.

Sí, Sabines es un extraordinario poeta, autor de impresionantes, inolvidables fragmentos y de muchos poemas completos. Entre ellos algunos son extensos. Esto último es lo más sorprendente. Es difícil para un temperamento regido por la violencia contradictoria de las pasiones, construir obras que no sean espasmódicas y que vayan más allá del grito, la interjección o la eyaculación. A pesar por su fascinación por lo ciclópeo y lo gigantesco, el expresionismo es un arte de fragmentos y de obras intensas y breves. La relación contradictoria que une las abejas furiosas a las flores polícromas es del mismo género de la que une el expresionismo al impresionismo. Son dos manierismos de signo opuesto unidos por el mismo culto a la intensidad y la misma propensión a la diversidad y a la dispersión; ambos tienden a romper las formas y ambos se disipan en la atomización. Ni el uno ni el otro son arquitectos; la pasión expresionista y la sensación impresionista hacen estallar los grandes bloques pero los dos son incapaces de unirlos y de construir un edificio con ellos. Sin embargo, Sabines ha logrado escribir poemas de extensión y complejidad. Esas construcciones poéticas me asombran por tres cualidades poco comunes: la sencillez del trazo, la espontaneidad de la ejecución y la solidez de la forma.

En los últimos libros de Sabines no son infrecuentes los momentos de intensidad y los pasajes de real originalidad. Pero el poeta repite sus hallazgos y amplifica sus defectos. Peligros del tremendismo: a fuerza de dar en cada poema un do de pecho cada vez más recio, Sabines ha enronquecido hasta quedarse con un hilillo de voz. Peligros de la falsa barbarie: Sabines forcejea y con un vozarrón de sótano emite quejas, sentimientos débiles o de débil. Peligros del odio (real o fingido) a la inteligencia: Sabines profiere con acentos desgarrados de Isaías lugares comunes. La antirretórica es la más peligrosa de las retóricas. El último libro de Sabines se llama Mal tiempo y fue publicado en agosto pasado por la editorial Joaquín Mortiz. Esperamos el regreso de Tarumba.

 

Octavio Paz “Corazón de León y Saladino: Jaime Sabines y Juan José Arreola”
Generaciones y Semblanzas (dominio mexicano) Obras Completas, volumen 4,
Fondo de Cultura Económica / Círculo de Lectores, México, 1994.

 

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